Con Gilberto Muñoz Mosqueda Termina Otra Época en la CTM

Los Privilegios del Poder

*Pudo ser el Sucesor de Fidel Velázquez

*“Nadie Llenará sus Zapatos”, Expresó

*Los Petroleros Impidieron su Ascenso

*Mauro Sánchez, el “Asesor Incómodo”

Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón

Con la desaparición de Gilberto Muñoz Mosqueda, quien era secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Similares y Conexos de la República Mexicana, concluye una etapa en la CTM y en el sindicalismo mexicano cuya figura más destacada fue Fidel Velázquez, fundamental para la industrialización del país en la segunda mitad del siglo lascado.

Y eso es así porque Muñoz Mosqueda fue el último de los dirigentes sindicales con posibilidades reales de conducir la CTM ante la desaparición de Fidel Velázquez. Desde principios de la década de los ochentas, formó parte del selecto grupo de secretarios generales sustitutos de la entonces influyente central obrera del país.

“Nadie tendrá nunca la talla de Fidel Velázquez”, dijo la primera vez que se le mencionó como uno de sus posibles sucesores.

Desde 1997 las suyas fueron palabras proféticas: con la desaparición de quién había sido su secretario general de manera ininterrumpida dese 1950 -en la década de los cuarenta había ocupado en dos en ocasiones el cargo-, la CTM no ha tenido el poder que tuvo.

Entre 1982 y 1988, Muñoz Mosqueda fue uno de los 14 senadores de esa central -tuvo además 50 diputados federales, dos gobernadores y un subsecretario de Estado en Alfonso G. Calderón-. Eran los tiempos en los que Velázquez tenía derecho de picaporte en Los Pinos y en Palacio Nacional.

En 1982, Fidel Velázquez lo incluyó como uno de sus posibles sucesores, junto a Blas Chumacero, Alfonso Sánchez Madariaga, Joaquín “La Quina” Hernández Galicia y José María Martínez. Tenía entonces 46 años de edad.

Luego, en mayo de 1991, nuevamente Fidel Velázquez lo incluyó en la lista de sus posibles sucesores: Emilio M. González, Blas Chumacero, Leonardo Rodríguez Alcaine y Salvador Esquer Apodaca.

No fue secretario general de la CTM, porque frente a los petroleros, electricistas y azucareros, su Sindicato era más pequeño: en su mejor etapa llegó a tener poco más de 25 mil afiliados.

Heredero de Hermenegildo J. Aldana, quien desde el 20 de julio de 1962 y hasta su muerte en 1978 ocupó la secretaria general del Sindicato de la Industria Química y Petroquímica que había fundado -fue reelecto en dos ocasiones- a instancias de Fidel Velázquez como contrapeso al creciente poder que acumulaban los petroleros.

La última gestión que conducía Muñoz Mosqueda, concluía en 2020, la que de haber terminado, si su vida no hubiese sido apagada por las balas de una ráfaga desde un automóvil en Salamanca, Guanajuato el sábado 11 de mayo, donde residía desde hacía años, habría sido dirigente sindical casi cuatro décadas y media. Ya pensaba en el retiro agobiado por problemas para caminar.

Muñoz Mosqueda nació el 30 de diciembre de 1935 en San Juan del Río, Querétaro, pero se trasladó a Guanajuato desde muy joven. Fue senador, diputado federal y local y presidente municipal de Salamanca. Era un priista convencido.

Su ausencia cierra el ciclo de la influencia de Fidel Velázquez en la CTM y en lo que queda del otrora movimiento obrero organizado del país. Si bien es cierto subsisten personajes como Armando Neyra Chávez que crecieron al cobijo de aquél, carecen de la influencia que tuvieron dirigentes como Muñoz Mosqueda.

PARA LA AGENDA

En nuestra anterior entrega comentábamos en este espacio los veinte años de la histórica jurisprudencia de la SCJN que permitió que en las dependencias públicas hubiese más de un sindicato a los que los sujetaba la ley burocrática, movimiento encabezado por los controladores aéreos. Y plantábamos que en los últimos años Raúl Campilla se había dejado influenciar por Mauro Sánchez, un personaje con un pasado que deja mucho que desear en el sindicalismo y en donde se ha desempeñado -¿no es ser muy caradura que Mayra recurra al abogado que a mediados de la década pasada logró su reinstalación y el pago de casi medio millón de pesos y al que no le liquidó sus honorarios, ahora que nuevamente la dieron de baja en el ISSSTE?-. El caso es que Sánchez es, al igual que Campilla, personal de confianza en el SENEAM. ¿Sabrá el director general de ese órgano desconcentrado de la SCT, que su asesor se decía, en el gobierno de Felipe Calderón, hombre de confianza de Miguel Ángel Yunes cuando dirigía al ISSSTE…? ¿Olvidó que Yunes fue uno de los enemigos políticos más encarnizados del presidente Andrés Manuel López Obrador…?

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