Por Jesús Michel Narváez
Entrampada y sin salida se encuentra la negociación de los diputados encabezados por Mario Delgado y los dirigentes de las 4 secciones de la CNTE. Y se busca dar el clásico madruguete.
Después de la andanada de críticas por el memorándum en el que el Presidente ordena buscar caminos para resolver los problemas que frenaron su reforma educativa, que pretende cancelar la “mal llamada reforma de Peña Nieto”, el tema empoderó más aún a los profesores disidentes que marcan la agenda y tocan la música que quieren que bailen los legisladores y el mismísimo Gobierno federal.
Lo que presuntamente estaba planchado para que antes de finalizar este periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión todo mundo estuviera elegante, se arrugó. No hay plancha de vapor que permita marcar la raya del pantalón o las alforzas de la camisa.
Delgado hace un llamado desesperado. Vende la reforma del actual gobierno como la panacea para la educación… de los maestros, porque en nada pone por delante el aprendizaje de millones de niños y jóvenes. Y demanda confiar en el Presidente “porque no es va a fallar a los maestros”. Le responden: abrogación total o cierran San Lázaro.
El pasado lunes se dio a conocer la agenda legislativa para las cuatro sesiones que habrán de realizarse esta semana –hay que reponer los días de asueto- y no existía el tema de la reforma educativa. Y como mago, Delgado sacó de la chistera el anuncio: se votará en el Pleno mañana. No aceptan los de la CNTE y anuncian bloqueos y paros escalonados que terminarán en definitivos.
Ello implica que los disidentes imponen sus condiciones y que los diputados de Delgado, no de Morena porque los centistas tienen 40 legisladores, no encuentran el camino que allane los topes colocados.
¿Si la reforma del Presidente López Obrador es la salvación de la patria, por qué los dirigentes y agremiados de la CNTE no la consideran así?
La carencia de argumentos, de fortalezas, de conocimientos de los secretarios de Educción, en primer lugar, de Gobernación y hasta de Hacienda, frenan todos los intentos presidenciales por lograr la aprobación de una reforma que tiene mucho de su contenido de la de Peña Nieto y es lo que no quieren los que perdieron el poder y lo recuperaron con la alianza de facto que hicieron con el hoy Jefe del Ejecutivo Federal.
Esteban Moctezuma Barragán -¿algún parentesco con el emperador derrocado por Cortés?- fue instruido para “quitar todo lo que no complazca al magisterio” y ni aún así pudo o ha podido avanzar para darle al presidente la satisfacción de la “misión cumplida”.
Y Doña Olga Sánchez Cordero, como jurista que es y de las buenas, sabe que no puede liberar a los profesores detenidos, procesados y sentenciados por el Poder Judicial de la Federación.
Quizá el que sufre menos pero no por ello está en un lecho de rosas –a lo mejor sí, pero con espinas- es el señor Carlos Urzúa. La federalización de la nómina magisterial no puede estar en la mesa de negociaciones. Es entregar los recursos a quienes han sido, esos sí, los enemigos de la enseñanza nacional.
¿En qué terminará esta truculenta telenovela política-educativa?
Si alguien ya revisó el script y sabe el final, que se lo comuniquen a los empleados del Presidente. Porque parece que hay guiones diferentes.
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