Realidad o demagogia

Yo Campesino

*La razón frente al discurso político en el mismo gabinete

Por Miguel A. Rocha Valencia

Las posiciones mostradas por funcionarios de la actual administración y desmentidas por el jefe del Ejecutivo, revelan que hay problemas y fuertes discrepancias al interior del equipo presidencial, entre quienes ven la realidad y el que desea ver al país a través de la demagogia, entendida como:

El “empleo de halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política”.

Es decir que si por un lado, funcionarios de Hacienda ven dificultades financieras y la necesidad de adoptar medidas urgentes, el presidente las niega a pesar de las evidencias y opinión de los suyos a quienes desmiente en público.

La diferencia es que los personajes desmentidos sí saben lo que dicen cuando hablan de más recortes necesarios en la administración pública para cubrir los programas sociales, reconsiderar la universalización de impuestos ya existentes como la tenencia, e incluso reconsiderar la reanudación del NAIM en Texcoco para enviar señalas que atraigan inversión, quite el peso de deuda y se tengan recursos disponibles.

El que desmiente no ve el tema desde el punto de vista económico sino político, de su imagen personal, del “ya dije”, “me canso ganso” o “lo prometí”, colocando a sus colaboradores, incluyendo al titular de la oficina de la Presidencia en el papel de ignorantes o de al menos, no estar en sintonía con su jefe.

Lo peor de todo es que como jefe, los desautoriza, muestra ignorancia y cierra el camino para la toma de medidas que son necesarias, urgentes aunque en ello vaya algo del capital político del mandatario.

A cambio, coloca a Alfonso Romo, Carlos Manuel Urzúa y Esteban Moctezuma, titulares de la Oficina de la Presidencia, de Hacienda y de Educación, así como a varios subsecretarios, como si fueran ignorantes.

Sucede lo mismo con el titular de la SCT, Javier Jiménez Espriú, quien afirmó ante senadores que en lo del NAIM de Texcoco, no hubo corrupción. Le enmienda la plana el líder y dice que sí la hubo.

Se va contra proyectistas de desarrollo de bancos incluyendo Bancomer y la propia Secretaría de Hacienda que pronostican un crecimiento de uno a 1.7 por ciento y afirma que la cifra será de dos por ciento, mínimo, simplemente porque él lo dice.

Es decir ya no hay piso de análisis, la realidad del país se dicta todas las mañanas desde Palacio Nacional, donde se acusa a gasolineros y a comerciantes de un alza de precios donde las fuerzas del mercado no cuentan, sólo la palabra del caudillo.

La pregunta es si así será durante todo el sexenio, donde el Palacio Nacional será el oráculo de la verdad y lo demás, por decreto del caudillo, sea una realidad ficticia que a pesar de todo, cobre la factura a los mexicanos.

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