*Está Claro, no Existe el “Temor Democrático”
*Jugando con el Aspecto Moral y el Racional
*Inconmensurables Mecanismos en Marcha
Por Iván Ruiz
Hay quienes dicen que el México de hoy es un típico ejemplo del “miedo político”, el cual por cierto ha prevalecido desde siempre y utilizado por distintos regímenes.
Despedazada la certeza de lo que había permanecido por décadas, hoy, lo que predomina es la incertidumbre, porque ese temor o miedo político es un instrumento para gobernar.
El infundir temor a través de diversos mecanismos es la tónica, lo mismo se hace a ras de piso con los abucheos a gobernantes que se agarra parejo contra segmentos completos de población considerados de antemano y sin comprobación alguna como corruptos. O también veladamente se amaga con quedarse sin empleo, retirarles subsidios para programas sociales y en fin los mecanismos son inconmensurables.
“Es imposible hablar de un miedo democrático, ningún miedo para Robin puede ser democrático, ya que implica sumisión ciega y exclusión. El miedo nace cuando las cosas que hemos aprendido a valorar parecen estar en peligro o en camino a su destrucción (injusticia)”, señala Maximiliano E. Korstanje, de la Universidad de Palermo, Argentina en su trabajo “El Miedo Político en C. Robin y M. Foucault”.
Este investigador menciona como Robin examina en profundidad el miedo “al estilo estadounidense” desde varias perspectivas.
“Durante la época del macartismo, muchos intelectuales, escritores y pensadores fueron acusados de ser comunistas. Es por demás interesante el caso Huggins, afiliado al partido comunista y desafiliado luego de la firma del pacto de no agresión entre Hitler y Stalin. En el año 1952 fue acusado por el Comité de la Cámara para Actividades antiestadounidenses (HUAC) de colaborar con el Partido Comunista. Huggins no sólo dio algunos nombres, sino que, a pesar suyo y por miedo de ir a la cárcel, negó cualquier participación en cuestiones políticas. Según Robin, su decisión se debió a un aspecto racional: si Huggins era encarcelado, ¿quién cuidaría de su esposa y sus hijos? Su miedo estaba justificado en parte por el poder de un estado represor o coaccionario; si bien la amenaza era verdadera, sus consecuencias fueron inmorales, ya que el miedo hizo que Huggins traicionara sus ideales.
Agrega:
“Paradójicamente, el miedo político hace que el ciudadano sienta un horror mayor al pensar en que falte el Estado que al considerar lo terrible que puedan resultar las acciones punitivas de ese Estado. Lo mismo se aplicaría para el periodo que siguió al 11 de septiembre. El 70% de los medios de comunicación hicieron una cobertura a favor de Estados Unidos, no por sus convicciones, sino por las represalias de la audiencia y la baja en el rating.
“El miedo político sabe jugar tanto con el aspecto moral de la identidad como con el racional. El sujeto se aterroriza con sólo pensar en la posibilidad de quedar aislado en mayor medida que con el castigo del Estado. El miedo al Estado puede asociarse con el compromiso con las causas de la aristocracia que reina en esa estructura, disfrazado bajo figuras como el patriotismo, el amor a la patria o el nacionalismo. Los vínculos sociales y familiares son un fuerte conductor del miedo; basta con pensar en la tortura o la muerte de nuestros seres queridos para desistir hasta de las más heroicas resistencias. Sin ir más lejos, «si el miedo es una reacción involuntaria al poder puro, si someternos al miedo es la única respuesta posible a dicho poder, no podemos ser considerados como moralmente responsables por nuestra capitulación”.
Y como eso ocurre en los regímenes de todo signo, usted, perteneciente a cualquier sector de la población, ante la política en la materia que se está desarrollando, ¿tiene temor?
Como escribió Juan Pérez Ventura en “Papel de Periódico”:
“El miedo está presente en la política hasta el punto que se podría decir que la política es el arte de dar miedo para que te obedezcan. Infundiendo miedo la población aceptará políticas económicas, políticas bélicas, políticas sociales… Decisiones políticas, en definitiva, que no habrían sido aceptadas en condiciones normales. Porque cuando una sociedad vive con miedo no está viviendo en condiciones normales”.
Sí para reflexionar.