Por Miguel A. Rocha Valencia
La urgencia del actual Gobierno por justificarse y desmantelar en todo lo posible lo hecho por la anterior administración, hace que se incurra en acciones que están costando en lo inmediato y que a largo plazo tendremos que pagar los mexicanos.
Ya no se trata sólo de tirar a la basura la megaobra del Aeropuerto Internacional en Texcoco (NAIM) y los cientos de miles de millones que eso representa, sino también promesas que financiera y técnicamente pueden resultar inviables.
Tampoco es solamente el pleito por desacreditar instituciones públicas o privadas, organizaciones y personas de la “sociedad civil”, sino también mostrar desacuerdo o desprecio por instancias internacionales.
Todo esto es lamentable. En fondo la actual administración da la razón a quienes pensamos que no era la mejor opción, pero fue la que decidió el voto del enojo, de la revancha y del desencanto de 30 millones de mexicanos, muchos de los cuáles hoy se arrepienten.
Por lo pronto, no se acabó, como se dijo, con la corrupción y el crimen con sus secuelas de inseguridad. Más bien aumentaron o al menos esa es la percepción de Transparencia Internacional que nos bajó tres escalones y somos los peores en la OCDE.
Pero vayamos por partes. La magia no se dio, en cambio aún antes de asumir el poder, los gobernantes actuales tomaron decisiones que le cuestan a los mexicanos muchos años de deuda, mayores niveles de desconfianza y aumento en el desempleo.
En el afán de desmantelar, se abrieron frentes de conflicto más allá del NAIM, como la pretendida habilitación de pistas en Santa Lucía para un nuevo aeropuerto que aún no se define pues faltan los estudios de aeronavegalidad; algo así como lo que sucede en Dos Bocas, en Tabasco, donde la anunciada refinería está por cancelarse, ya que no es el lugar adecuado y su costo se va a más de 14 mil millones de dólares. Los tiempos rebasan los dos años y podría tardarse cinco años o más, con lo que sus costos se elevarían aun más.
¿Necedad, capricho o revancha? Pero sacar petróleo haciendo un hoyo en la tierra no resulta tan sencillo. Por eso elevar la plataforma de extracción podría quedar en veremos algunos años más. Y para colmo, la calificadora Fitch Ratings encareció en tres décimas la deuda de Pemex, es decir la ve menos viable.
Y ante ello, el señor Presidente reacciona afirmando que se trata de un organismo hipócrita, porque hoy sale con esa calificación y a los de antes los dejó robar. ¡¡¡
Luego, tiene a los de la Coordinadora del magisterio bloqueando por semanas la industria nacional mediante un secuestro de vías que aísla a los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas causando pérdidas por mil millones de pesos diarios. También en Oaxaca la CNTE hace de las suyas. Ante ello, sólo un llamado al diálogo.
Del tema del huachicol, mentiras y verdades a medias. Se dice que hubo ahorros ¡Pero porque no había que robar! Se dejó de bombear combustible en ductos y cuando los llenaron, zas, el flamazo y 118 muertos. Es como si para evitar los asaltos en carreteras, las cerraran, o en las ciudades se diera un toque de queda para inhibir los robos.
A cambio, se compran pipas, se beneficia a los “cuates” y a los de siempre; se reparte dinero a aspirantes a estudiantes y aprendices, huachicoleros, se contrata a miles de choferes. Todo sin plan, sin estrategia.
Ah pero eso sí, a desacreditar a todo el que se ponga enfrente, puede ser magistrado de la Suprema Corte, del Tribunal Electoral, periodista, dirigente de organización civil u organismo internacional, para eso hay medios que son cuates o ya se alinearon.
Total, que nada parece caminar; se nos habla de dos mil carpetas de investigación por corrupción, pero no tenemos nombres. No cae nadie en la cárcel. De nada sirve el escándalo si no hay culpables. ¿Será por el pacto de impunidad?
Dicen que el pez, por la boca muere.