El presidente afgano, Ashraf Ghani, abandonó este domingo su país, mientras los talibanes entraban finalmente en Kabul para evitar, dijeron, robos ante la huida de las fuerzas de seguridad, una presencia de los insurgentes en las calles de la que Efe fue testigo.
Los talibanes, que previamente habían asegurado que no entrarían en Kabul hasta que se produjera una transicion de poder pacifica, insistieron en que la población “no debe temer a los muyahidines”.
Afirmaron que sus combatientes entrarán en la ciudad “con calma, no se meterán con nadie. Los militares y los empleados civiles del Gobierno deben confiar en que nadie les hará daño”.
Tras la orden, combatientes talibanes comenzaron a patrullar las calles de Kabul, registrando a las personas que se iban encontrando, para luego dejarlas seguir, según pudo ser testigo Efe.
Poco antes, se daba a conocer el anuncio de que el “expresidente” Ghani había abandonado el país, lo que acercaba aún más la victoria de los talibanes tras veinte años de guerra.
En un mensaje de vídeo, el presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional de Afganistán, Abdullah Abdullah, aseguró que “el expresidente” Ghani ha abandonado el país, y le culpó de la situación que vive en estos momentos Afganistán.
Abdullah pidió a los ciudadanos “paciencia para pasar estos días difíciles” en los que espera, dijo, los afganos puedan encontrar una forma de vida pacífica.
Los talibanes se habían apostado esta mañana al norte, oeste, y sur de los límites de Kabul, marcando el asedio en casi todo el perímetro de la ciudad y con casi todas las provincias vecinas bajo su control, a la espera de una transición de poder pacífica.
El ministro del Interior afgano, Abdul Satar Mirzakwal, había asegurado que Kabul no sería atacada, “ya que se acordó que la seguridad y el poder político de la ciudad de Kabul se entregarán pacíficamente bajo una administración de transición”, reveló en una declaración en vídeo.
El acecho de los talibanes había aumentado la presión para tratar de encontrar una salida de urgencia de parte de la población ante la probable caída de la ciudad, un temor que se cierne sobre funcionarios públicos, académicos, periodistas y, sobre todo, entre aquellos que han trabajado con alguno de los países que enviaron tropas a Afganistán para combatir a los insurgentes.
Este fin de semana se espera que lleguen a Kabul una mayoría de los cuatro mil militares estadounidenses que el Pentágono ha decidido enviar a la capital afgana para la evacuación de la mayor parte del personal de la embajada de EE.UU. y de ciudadanos afganos.
Esa evacuación comenzó ya, con el continuo vuelo de helicópteros que llegan y luego abandonan la embajada estadounidense en Kabul.
Otros países como Canadá, Alemania, Reino Unido o España también han anunciado la próxima evacuación de parte del personal de sus embajadas y de otros ciudadanos afganos con sus familias que trabajaron codo con codo con ellos durante estas dos décadas, aunque la entrada de los talibanes en Kabul puede complicar los planes.