La familia real británica sigue ultimando preparativos para el funeral del príncipe Felipe, que se celebrará el sábado en la capilla de San Jorge, adyacente al castillo de Windsor, al tiempo que la Policía ha aumentado el número de efectivos que patrullan la zona.
A solo cuatro días para la gran despedida del duque de Edimburgo, quien murió el pasado viernes a los 99 años, tanto el Ejército como la casa real trabajan a contrarreloj en la compleja maquinaria que requiere una ocasión histórica.
La Oficina de Lord Chamberlain, liderada por el teniente coronel Michael Vernon (principal funcionario de la casa real), cuya sede se ubica en el Palacio de Buckingham -residencia oficial en Londres de la reina Isabel II– está a cargo de los aspectos prácticos del evento.
Entre otras cuestiones, ese departamento se encarga de emitir las invitaciones al acto para los 30 elegidos, un número reducido a tenor del actual contexto de severas restricciones por la pandemia.
Todo está siendo planeado al milímetro: desde el momento exacto en el que deberán llegar los miembros de la realeza a la capilla para ocupar sus asientos a sus posteriores movimientos.
Las directrices dictadas por el Gobierno para contener el coronavirus en este país -donde un efectivo programa de inmunización ha reducido significativamente los contagios diarios y las admisiones hospitalarias- dificultan los preparativos del servicio, al contemplarse normas como la distancia social de dos metros o la obligatoriedad de llevar cubrebocas en todo momento.
También se están completando los preparativos que requiere la capilla, del siglo XV y estilo gótico, para ser debidamente acondicionada y puesta a punto para la retransmisión en directo por televisión del funeral.