Por Nidia Marín
Hay políticos que son “muy músicas” y a los primeros problemas “cantan” y los hay que gustan de tocar instrumentos y en ocasiones son mejores en ese renglón que como gobernantes. Hay otros que no saben nada, de nada de ritmo y mucho menos de gobierno.
En el mundo siempre han existido aquellos que llevan el compás o se retiran. Es el caso en México del Presidente don Adolfo de la Huerta, quien tocaba el piano, el violín y cantaba. Así que, a la llegada al poder del vengativo Plutarco Elías Calles, aquel nativo de Guaymas que sólo fue presidente de la República por cinco meses (del primero de junio al 30 de noviembre de 1920) tomó las de Villadiego y se fue a vivir a Estados Unidos, donde abrió una escuela de música en Los Ángeles, a la que aseguran asistieron, por ejemplo, el gran tenor italiano Enrico Caruso y el barítono mexicano Tony Aguilar.
A otros mandatarios de nuestra República sólo les gustaba la música, como a Álvaro Obregón. Lo que más le atraía era el mariachi y de ahí que en su mandato se eligió este estilo musical como el representativo de la nación.
Otros Jefes de Estado de nuestra República sabemos que no eran de oído ni fino ni corriente, como Luis Echeverría Álvarez, de quien desconocemos que música le gustaba, pero sabemos aquella que odiaba. Por ejemplo, tras el “avandarazo” la música de rock recibió su castigo y los grupos juveniles mexicanos hubieron de soportar la prohibición de interpretar ese ritmo.
Sabemos también que a Miguel de la Madrid le gustaba lo mismo la ópera, que la música de mariachi y la clásica, pero no cantaba ni tocaba instrumento musical alguno.
Tampoco Vicente Fox había estudiado música, pero, según dijo, entre sus clásicos preferidos estaban Chopin, Mozart, Verdi, Beethoven y como intérpretes en el caso de la ópera prefería a Plácido Domingo. El año pasado, apareció un anuncio en las redes sociales en el cual, presuntamente, el expresidente cantaba “Las Mañanitas” por cinco mil pesos.
Distinto es el caso de Felipe Calderón, quien siempre ha gustado de las canciones rancheras, desde “El Hijo Desobediente” hasta “Cucurrucucú Paloma”, con o sin traguito a un lado.
Peña Nieto no tiene canciones especialmente aborrecidas. Le gustan aquellas que interpretan Chayanne, Emanuel, Alejandro y Vicente Fernández, José José, Juan Gabriel y José Alfredo Jiménez.
¿Y a López Obrador que le agrada? ¡Sabrá Dios! Al parecer le gustan los compositores y cantantes extranjeros y sólo se sabe con certeza de una canción “La Paloma”, por cierto, compuesta por el español José Iradier. Es aquella que dice: “Cuandooo salí de La Habana Válgame Dios…”
¿Y a qué viene todo esto?, preguntará usted. El asunto es que llamó mucho la atención ver al presidente de Brasil Jair Bolsonaro, tocando el acordeón, como lo hacía el jefe de estado bielorruso Alexandr Lukashenko.
Y no es tampoco que le estuviera rayando el cuaderno a algunos de los músicos brasileños y mucho menos al regiomontano Celso Piña (QPD), sino que vinieron a la mente varios de los mandatarios con buen oído, como Bill Clinton, quien según Mónica Lewinsky tocaba bien… el saxofón.
Por cierto, presidentes de Estados Unidos que gustaban de la música, fueron entre otros Thomas Jefferson que tocaba el violín, el violonchelo y el clavicordio; Harry Truman quien tocaba el piano, mientras que Barack Obama le hacía al canto.
Otros mandatarios del mundo que cantaban o cantan son el filipino Rodrigo Duterte, el ecuatoriano Rafael Correa, el finado Hugo Chávez (que además tocaba la guitarra) quien cuando vino a México en pleno hotel “Presidente” de Polanco, le llevó serenata a Vicente Fox, y desde luego, el actual de Argentina, Alberto Fernández, que toca la guitarra y le gusta el rock, sí nada que ver con el tango y aquello que cantaba Cri-Cri: “Che Araña , baila con maña hay que contar, tres pasitos arrastraditos pa’ delante y para atrás”.
También recordamos lo que leímos en Sputnik News, acerca de que Vladimir Putin toca el piano y sus autores preferidos son Bach, Beethoven y Mozart, así como Ivo Josipovic, de Croacia, que interpretaba música en varios instrumentos y también que el ex presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski toca la flauta.
Sí como lo hacía Hugo López-Gatell en el grupo “la Gallina Ciega”, funcionario a quien hoy la pandemia lo convirtió en “el ciego de la gallina”.
Alguien también inolvidable fue, a principios de la segunda década de este siglo XXI, el italiano Silvio Berlusconi, quien antes de ser presidente fue cantante de cruceros y el que después de ser mandatario siguió cantando… pero en la serie de juicios en su contra, sobre todo cuando lo acusaron de violación y de haber pagado por sexo a Ruby una menor de edad.
En fin que, como señalara Abraham Lincoln: “Hay momentos en la vida de todo político en lo que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios”.
Sí, estas palabras les quedan como anillo al dedo a los López