Por Gerardo Lavalle
Como si llorar, dejar de dormir, extrañar al ser que falleció víctima de la Covid-19 o se contagió por no usar el cubrebocas, no guardar la sana distancia y no lavarse las manos continuamente, fuera una acción que se pudiera dejar pasar sin dramatizar.
En la Ciudad de México los hospitales están a punto del colapso. Se niega reiteradamente. Se desmiente la aplicación del “Código Azul” –arrojar literalmente a los enfermos al piso y que esperen tranquilos la muerte- y, sin embargo, se admite que “La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, dijo que la capital del país se encuentra en su pico más alto de hospitalizaciones por Covid desde que comenzó la pandemia“.
Enseguida la muestra de insensibilidad: “no se trata de dramatizar, sino de actuar”.
¿Quiénes deben actuar?
Seguramente pensaba en que los ciudadanos “deben ser responsables” y no la autoridad.
Porque ya quedó claro que al Gobierno federal y al de la Ciudad de México ya dejó de importarles qué pasa con sus gobernados.
Se niegan a tomar medidas drásticas. Dramatizan, eso sí, con su “ideología del pasado” y rechazan utilizar otras herramientas “porque en México no hay un gobierno represor”.
Los responsables de las malas decisiones tiene solamente una meta: las elecciones federales de junio próximo. Imposible pensar en salvar vidas. Claro, en el discurso, en el mensaje, en la manipulación, es la mayor “preocupación” del presidente de la República y de la Jefa de Gobierno. En la realidad, dejan que los contagios aumenten, las muertes se eleven y la economía se desmorone.
A la gobernadora de la Capital del país se le juntan los problemas. Le llueve sobre mojado: pandemia, crisis económica, violencia… Metro sin servicio. ¿Qué más puede pedir?…
¡Lo tiene todo!
Sin resolver.