La Venta de Armas al Mayoreo y al Menudeo

Por Nidia Marín

Esta es una historia real. En 1995 fueron “sembradas” en parques, jardines y jardineras de nuestra capital, cientos de granadas explosivas. Nunca se supo quién o quiénes llevaron a cabo este delito o por lo menos jamás lo dieron a conocer las autoridades.

Sin embargo, se habló de que estaba enmarcado en la lucha por el poder que se desarrollaba en el país por la sucesión presidencial, Colosio contra Camacho Solís.

Pasados los años, en 2003, un viejo artefacto de ese tipo fue encontrado en la colonia San Andrés Tetepilco, pueblo originario perteneciente a la entonces delegación de Iztapalapa. Al parecer llevaba años en el lugar.

Fueron policías de la Fuerza de Tarea de la Secretaría de Seguridad Pública de aquel tiempo, quienes retiraron la granada de mano que se encontraba en un jardín, ubicado en la calle Emilio Carranza y Amacuzac, de la mencionada colonia. La trasladaron a la zona del Batallón Fuerza de Tarea de aquella SSP.

A principios del año pasado interceptaron un cargamento, enviado por paquetería, con 996 granadas de fragmentación procedentes del estado de Tamaulipas, cuyo destino era un domicilio ubicado en la Gustavo A. Madero.

Los primeros reportes indicaban que el hallazgo fue realizado por personal de la Unidad Canina, en coordinación con integrantes de la División de Seguridad Regional, quienes al realizar inspecciones en un centro de distribución de una empresa de paquetería hallaron cajas de cartón cuyo contenido eran esas armas de fragmentación.

En diciembre del año pasado, ya con el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, estallaron este tipo de artefactos sobre el consulado de Estados Unidos en Guadalajara.

Pareciera que, en México, país que no está en guerra, este tipo de armas aparecen regadas por todas partes, mientras tanto en diversas zonas del país se sacuden varios pilares del sistema.

Azorados los mexicanos observamos como tiemblan debido a las decisiones del nuevo gobierno. Mientras, la impunidad galopa, no obstante que se ha dicho que la misma provoca consecuencias desastrosas, porque permite a los autores creer que se escaparán de las consecuencias de sus actos. Entre tanto, la autoridad ignora la angustia de las víctimas y perpetúa los crímenes; socava las instituciones de los estados, niega los valores humanos y envilece el conjunto.

Ojalá y estas crisis sean parte de la lucha para insertar a los intocables en la legalidad, aunque aún se observa la ausencia de mecanismos efectivos de control, que impidan una acción desviada de la anhelada justicia.

Contra las armas, en la Ciudad de México se desarrolla una jornada para que los ciudadanos las entreguen. Este programa debería llevarse a cabo a nivel nacional.

Sí, hoy la muerte por armas de fuego, acecha en cualquier calle, avenida, rincón, comunidad, municipio, entidad o ranchería. El más claro y reciente ejemplo macabro es la masacre de Minatitlán.

Mientras tanto, miles y miles de artefactos letales hay en las calles, en los mercados, en la Internet y en cualquier sitio. Es posible adquirirlas ilegalmente y no existe nada, ni nadie que lo impida.

¿Hasta cuándo?

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