Por Pamela Ríos
La DEA está cumpliendo 52 años de haber sido creada. No es querida, ni respetada, pero si temida, sobre todo en los países del Continente Americano, básicamente el Latinoamérica.
¿Temida, despreciada, vilipendiada, repudiada, denigrada? Tal vez, pero reputada, distinguida y apreciada para nada.
La autoridad superior para la institución es el Departamento de Justicia de Estados Unidos, pero también está sujeta legalmente a la Oficina del Procurador General de los Estados Unidos.
Desde siempre su efectividad y sus métodos han estado en tela de duda
Algunos gobiernos de aquella nación la han utilizado como instrumento de espionaje y como el punto de partida para la represión, por lo que cruzando el Rio Bravo hasta la Patagonia la DEA no es precisamente santo de la devoción de nadie.
Aseguran los analistas del tema, que fue la DEA (Administración del Control de Drogas de Estados Unidos), “la que introdujo un doble sistema de operación basado, por un lado, en la división del espacio geográfico a partir de oficinas distritales y, por otro, en la persecución puntual de redes de narcotraficantes sin menoscabo del territorio.
“Mantuvo su influencia en la formación de la política exterior de los Estados Unidos en temas de drogas, así como en la vida diaria de instituciones supranacionales dedicadas al asunto.
Sin embargo… “En Estados Unidos, fundó asociaciones profesionales y alianzas duraderas con grupos conservadores. Como el FBN (Federal Bureau de Narcotics, ubicado en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos desde su nacimiento en los años 30 del siglo pasado), apenas si estuvo expuesta al control de comités del Congreso de Estados Unidos; mantuvo cierto antagonismo con las instituciones del sector de la salud y luchó por que se le concediera de facto la autoridad para decidir sobre todo lo relacionado con la política de drogas local y federalmente”, dice Carlos A. Pérez Ricart, de la Universidad Libre de Berlín en su trabajo publicado por Scielo denominado “El Papel de la DEA en la Emergencia del Campo Policial Antidrogas en América Latina”
Para el estudioso “…la impronta más característica de la DEA fue su estrategia de internacionalización de la “guerra contra las drogas”, que llevó a cientos de sus agentes a operar en el extranjero y a tratar con policías y altos mandos de otros países.
Hace notar, que la bibliografía académica ha sugerido que la DEA “tuvo un papel central en el impulso de una política de drogas punitiva y militarizada alrededor del mundo. Una afirmación parecida se ha hecho sobre América Latina. Según esta interpretación, la agencia habría impulsado, mediante un abanico amplio de estrategias ‒que van del uso de formas suaves de difusión de modelos a la utilización de mecanismos de presión‒, el surgimiento y fortalecimiento de organizaciones policiacas similares a la DEA. A pesar de que esa interpretación apenas ha sido rebatida, tampoco ha sido probada del todo”.
La historia es muy larga, pero en 1974, por primera vez en la historia, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un presupuesto diseñado exclusivamente para la creación de un programa internacional antinarcóticos (International Narcotics Control: INC). Ese año se asignaron 42.5 millones de dólares para este propósito.
Y de ahí para adelante surgieron los departamentos especializados en la materia en: Colombia, Panamá, Bolivia, Argentina, Perú, Chile, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Paraguay, Brasil, Venezuela y, desde luego, México (donde en el 2020 operan aproximadamente un centenar de agentes).
Pero también sucedió que “por medio del desarrollo y financiamiento de distintos dispositivos ‒seminarios, escuelas especializadas, material bibliográfico, cursos y talleres‒, la DEA promovió el entrenamiento de policías exclusivamente en el tema de drogas. Surgió así una nueva categoría de actores con un corpus de conocimiento específico y un capital simbólico importante en el campo policial de políticas de drogas”.
DE POLICÍAS E INVESTIGADORES
Y sólo hay que ver lo que hizo:
“La DEA construyó un sofisticado sistema de entrenamiento policial dirigido a todo tipo de funcionarios involucrados directa o indirectamente en tareas de law enforcement antidrogas. La clave para el desenvolvimiento de este sistema fue la temprana creación de una División de Entrenamiento Internacional (International Training Division, ITD). Su propósito era desarrollar, a partir de necesidades específicas, programas con objetivos y perfiles diferenciados. Mientras que algunos cursos duraban apenas unos cuantos días, otros se prolongaban por varias semanas. Los había en distintos idiomas, con diferentes grados de especialización y eran subvencionados por diversas fuentes de financiamiento. Gran parte de los esfuerzos de la ITD se concentraron en el impulso de un programa de entrenamiento basado en la idea de “equipos móviles de entrenamiento” (International Trainings Division’s Mobile Teams) armados según las necesidades puntuales de cada país. Hacia finales de 1978, los equipos móviles habían logrado instruir a 8 275 policías en sesenta y cinco países”.
La DEA, sigue vivita y coleando y, a veces, mete la pata soberanamente… como en el caso del general Cienfuegos y las autoridades del Departamento de Justicia del vecino país, deben sacar al gobierno de Trump del atolladero en el cual los colocó la Administración del Control de Drogas de Estados Unidos desde sus oficinas en Guadalajara, Jalisco; Hermosillo, Sonora; Mazatlán, Sinaloa; Mérida, Yucatán y Monterrey, Nuevo León.