“El Juicio de los Siete de Chicago”

Del Cine y las Leyes

De la Represión Policiaca a la Represión Judicial

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“El Juicio de los siete de Chicago” (“The Trial of the Chicago 7”), película dirigida por Aaron Sorkin, con la actuación de Eddie Redmayne (Tom Hayden), Sacha Baron Cohen (Abbie Hoffman), Mark Rylance (William Kunstler), Joseph Gordon-Levitt (Richard Schultz), Ben Shenkman (Leonard Weinglass), Frank Langella (Juez Julius Hoffman), John Doman (John Mitchell) y Michael Keaton (Ramsey Clark); se proyecta a partir del 16 de octubre en la plataforma de Netflix.

A finales de agosto de 1968, en Chicago, previo a las elecciones presidenciales, se celebra la Convención Nacional Demócrata; miles de manifestantes salen a las calles para protestar contra la Guerra de Vietnam; al principio, la protesta se mantiene pacífica, pero la policía usa gas lacrimógeno, y golpea a la gente con porras; hay cientos de personas heridas y arrestadas; tras el incidente, un gran jurado acusa a ocho manifestantes.

En 1969 se celebró uno de los juicios más infames de la historia de Estados Unidos: siete personas fueron juzgadas tras ser acusadas de conspirar en contra de la seguridad nacional; este juicio traería una serie de conflictos sociales que pasarían a la posteridad en una época de grandes cambios en todos los niveles de Norteamérica.

EL PREÁMBULO

Al final de los años sesenta, viene la decadencia del movimiento hippie y de ocho años de Gobierno demócrata, que estuvieron enmarcados con las revoluciones contraculturales por todo el mundo, incluida la lucha por los derechos civiles y la liberación sexual.

Los disturbios comenzaron el 28 de agosto de 1968, cuando miles de manifestantes trataron de marchar hacia el Anfiteatro Internacional, donde se celebraba el Congreso Nacional Demócrata; el verano de ese año, había sido el más sangriento de Vietnam, más de 1.000 soldados americanos morían cada mes; en Chicago, la reciente muerte de Dean Johnson, un joven al que la policía disparó después de apuntarles con un arma, fue otro factor que contribuyó a la febril atmósfera de protestas.

El Partido Demócrata eligió a Hubert Humphrey para competir por la presidencia frente al republicano Nixon; al comienzo de la película, Tom Hayden señala: “En lo que respecta a la guerra y la justicia social, las posturas de Humphrey y Nixon son tan cercanas que es difícil distinguirlas”, esto explica que los años venideros son de un inflexible conservadurismo.

LA ACUSACIÓN

El gobierno, en especial el fiscal general John Mitchell, ansioso por responsabilizar a los manifestantes, acusó a 8 líderes de diversos movimientos de izquierda: Tom Hayden y Rennie Davis, pertenecientes al grupo de Estudiantes por una Sociedad Democrática; Abbie Hoffman y Jerry Rubin, del Partido Internacional de la Juventud; David Dellinger, líder de la Movilización para terminar la guerra en Vietnam; Bobby Seale, presidente del partido de las Panteras Negras; y los activistas Lee Weiner y John Froines.

¿La acusación? Violar el artículo 2101 del título 18, un cargo capaz de darles hasta 10 años de prisión, esto es, conspirar para cruzar fronteras estatales para incitar la violencia; se les acusó y procesó de acuerdo a una ley anacrónica que nunca antes se había utilizado, conocida como ley Rap Brown, en referencia a H. Rap Brown, líder del movimiento afroamericano y presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC), quien a finales de la década de 1960, fue juzgado por incitación a disturbios y por cruzar fronteras estatales con armas sin permiso para ello; los cargos nunca fueron probados, siendo, entre otros, su abogado William Kunstler, quien también llevó la defensa de los siete de Chicago.

EL JUICIO

Inicialmente eran 8 los acusados, quienes apenas se conocían entre sí, pero fueron encausados como responsables de los disturbios que tuvieron lugar en el Parque Grant de Chicago; durante el proceso aparecen como testigos de cargo miembros del FBI, del Gobierno, de la policía, todos ellos infiltrados ilegalmente en las filas de los manifestantes.

La cinta plantea cómo los 7 de Chicago fueron cabeza de turco en un movimiento para reprimir los movimientos críticos con el ‘establishment’, pero como diría Abbie Hoffman: “Nos juzgan por lo que somos, no por lo que hicimos”, tan es así que dos de los acusados, Lee Weiner y John Froines, no son mencionados por los testigos de cargo, y es aquí cuando el propio Abbie señala que se trata de una estrategia del gobierno, pues el absolver a dos legitima un juicio ilegítimo.

Julius Hoffman fue el juez reaccionario que sirvió como un instrumento político, poniendo en entredicho los cimientos de la judicatura y democracia americana; se suponía que el cofundador de los Panteras Negras, Bobby Seale, sería representado por Charles Garry, pero éste enfermó en la víspera del juicio; Seale protestó respecto a que no estaba representado, las reacciones del juez fueron más severas de cómo se muestran en la película, pues Seale no sólo fue amordazado y encadenado a una silla durante una sesión, sino que tal indignidad duró varios días; entonces el juez Hoffman, para evitar más señalamientos de racismo de los que ya tenía, decidió que su caso se llevaría aparte.

LA SENTENCIA

Tras una disputa de meses en la corte, el 18 de febrero de 1970, los 7 activistas fueron declarados no culpables de conspiración; aunque 5 de ellos sí recibieron cargos por el delito de incitación a la violencia, que equivalía a 5 años en prisión; también fueron condenados por desacato, el abogado Kunstler fue sentenciado a 4 años de cárcel por llamar al juez “Sr. Hoffman”, en lugar de “su señoría”; Seale recibió la misma sentencia, además de las mordazas y las ataduras; Hayden fue condenado a un año por protestar contra el tratamiento recibido por Seale; y a Abbie Hoffman a 8 meses por reírse en la corte.

No llegaron a ver las rejas gracias a que la Corte de Apelaciones para el Séptimo Circuito, el 21 de noviembre de 1972, en vía apelación revocó la sentencia y los absolvió por incitación; respecto a los cargos por desacato fueron juzgados de nuevo por otro juez, la mayoría fueron retirados y ninguno de los acusados fue sentenciado a pasar tiempo en la cárcel o a multas.

En el desenlace real de la audiencia nunca se mencionaron los nombres de los soldados muertos en Vietnam, pero resulta aún más conmovedor lo que en verdad pasó; en su intervención final, Davis Dellinger dijo: “Lo que nos suceda, aunque sea injustificado, será leve comparado con lo que ya le ha sucedido al pueblo vietnamita, a los negros de este país, o a los criminales con los que ahora pasamos nuestros días en la cárcel del condado de Cook”. Al final del juicio, Abbie Hoffman señaló: “Es la primera vez que me juzgan por mis ideas”; pero ¿será cierto que a la gente se le pude juzgar por lo que es y no por lo que hizo?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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