A medida que la pandemia del coronavirus (COVID-19) expone las desigualdades más personas enfrentarán hambre, por lo que debe salvaguardarse la biodiversidad y abordar los problemas ambientales, así como cambiar los modelos comerciales actuales relacionados con el sistema alimentario, señaló la FAO.
“A nivel mundial, había suficientes alimentos y las perspectivas de cosecha para este año eran positivas, aún existía el riesgo de interrupciones de los alimentos a medida que evolucionaba la pandemia”, afirmó el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu.
Refirió que a finales del año pasado, los países del Cuerno de África enfrentaban la situación de la plaga de la langosta del desierto y unos 135 millones de personas en 55 países experimentaban inseguridad alimentaria antes de COVID-19.
“Es probable que millones más se unan a las filas de los hambrientos en el mundo, como resultado de la recesión provocada por el coronavirus”, aseguró durante la sesión informativa «Uniendo fuerzas: soluciones políticas efectivas para la respuesta Covid-19», organizada por el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas.
En el encuentro virtual que reunió a los jefes del sistema de la ONU, destacó la necesidad de una voluntad política fuerte para garantizar que los sistemas alimentarios sigan funcionando mientras los países abordan los impactos de la pandemia.
Además, destacó “la importancia de evitar las restricciones a la exportación para no repetir los errores de la crisis alimentaria de 2007-2008”.
Qu apuntó que se debe ampliar la innovación en la agricultura, “incluida la digitalización y el comercio electrónico; produciendo más alimentos, de una manera más sostenible; salvaguardar la biodiversidad y abordar los problemas ambientales, y el cambio de los modelos comerciales actuales, relacionados con el sistema alimentario”.
En el encuentro, participaron la presidenta del Consejo Económico y Social Mona Juul; la vicesecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, y los jefes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (CESPAP), entre otros.
De acuerdo con estimaciones de la FAO, el número de afectados por el hambre variará dependiendo de la gravedad de las contracciones económicas, “que van desde 14.4 millones a 38.2 millones, o incluso 80.3 millones más de personas hambrientas si se produce una contracción de 2.5 o 10 puntos porcentuales, de forma respectiva, en total, en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de los 101 países importadores netos de alimentos”.
Qu enfatizó la necesidad de que el sistema de la ONU presente soluciones personalizadas que tengan en cuenta las necesidades específicas de los países.
Añadió que el organismo trabaja con los gobiernos de todo el mundo para disminuir los impactos de COVID-19 en la alimentación y la agricultura.