Por Alberto F. Mena Mallén
La confusión envuelve a cientos o miles de familias particularmente en lo que se refiere a la pandemia del Coronavirus o a nuestra situación económica frente a la emergencia que hoy se vive a nivel mundial y en nuestro país y, desgraciadamente no hay quien pueda orientarnos sobre esta problemática que vemos cada día más compleja. No hay quien nos dé seguridad o para sentirnos protegidos.
Sobre el Covid19, una científica especialista en virus y bacterias, así como en células y genes nos da su comentario sobre este mal que nos azota desde enero del presente año. Sabe que aún no hay nada cierto respecto a una vacuna o medicina que pueda combatirlo.
De lo que se dice en redes sociales, respecto a que ambas ya están en camino, señala que mientras no se aprueben, los viejitos o personas de la tercera edad, o aquellos con enfermedades inmunodepresoras o quienes tengan enfermedades hereditarias del corazón, riñones o simplemente obesidad, entre otras, particularmente, deberemos de permanecer en casa, luego de que se dé la orden de salir a las calles a ganarnos el pan de cada día.
Es decir, quienes se atrevan a salir fuera de sus casas, será bajo su propio criterio ya que tendrá el riesgo enorme de contagiarse y con el sistema de salud que poseemos en México, lo más seguro es de que haya un mayor porcentaje de dejar este mundo, pero rapidito, sin funerales y a la hoguera al ser incinerados de inmediato.
Habrá los que sobrevivan a este mal, pero también, se ha dicho que quienes se recuperen, pueden salir con secuelas difíciles de superar, lo que puede ocasionar más gastos al Estado para mantenerlos vivos, luego de que se enfermen por el Coronavirus y ellos también pueden estar en la lista de los no deseados.
Sobre los comentarios que se han suscitado del deseo del poder mundial de extinguir, como sucedió con los judíos en la II Guerra Mundial, a quienes ya no sirvan para nada, que cobren una pensión o de plano que estén enfermos sin cura, igualmente es una interrogante que circula por las mentes de quienes rebasamos el sexto piso, como se nos ha dicho para nominar a los que tenemos más de 60 años.
Y lo que generó este pensamiento fue la aprobación de la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, desarrollada por el Consejo de Salubridad General que encabeza el Secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela y el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, entre otros funcionarios integrantes del Consejo donde se le dará prioridad, en caso de una saturación del sistema de salud a los jóvenes y si hay posibilidades de atender a los de la tercera edad, lo harán, sino pues se lamentará que se mueran.
Lo que contrasta con los deseos de los gobernantes de todo el mundo, en el sentido de que, con esta pandemia, a los primeros a los que deben proteger son a las personas adultas. Incluso se publicita con insistencia en este sentido, pero las cifras y las estadísticas señalan que quienes más han fallecido por este virus son los adultos mayores.
Además, ante la inconsistencia de las cifras, de la falta de seguridad en las decisiones del gobierno, ante las dudas que generan los propios gobernantes y que no se despejan ante una pésima comunicación pública gubernamental y de los enredos y enfrentamientos que traen los propios gobiernos estatales y federal, no hay quien nos diga cómo saldremos adelante, sobre todo los viejitos.
Ya se ha dicho con insistencia, que quienes pertenecemos a este sector de la población hemos dado mucho de nuestra vida para que México sea lo que es, pero existen gobiernos “bizarros” que, al no poder, ante complejos y sofisticados problemas externos e internos ir hacia adelante, pero si, van hacia atrás, por lo que quizá nuestra vida no sea útil para el país y menos para los gobiernos que tienen que gastar mucho en pensiones, debido a que se superó con mucho la edad de vida con mejores sistemas de salud y con la tecnología que llegó para quedarse.
Otro asunto que ha generado muchísimas dudas es el de la economía. Poco se entiende el por qué Andrés Manuel López Obrador dejó que ésta cayera sin tener políticas que lo evitaran. Su insistencia por crear obras monumentales, que dejen “huella” del gran presidente de México, que quiere ser como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, su tozudez por entregar apoyos a diversos sectores de la población y su desfachatez por hacerse de la vista gorda contra el crimen organizado ha generado descontento entre los mexicanos.
El Coronavirus le dio al traste a Dos Bocas, ya que a nivel mundial y ante la existencia de millones de barriles de petróleo en reservas que no se gastan y de la falta de almacenamiento porque ya se saturaron los tanques, vino a derrumbar el precio del oro negro, -ahora hay que pagar a quienes nos quieran comprar el combustible-, y no se deja atrás la participación de México ante la OPEP quien quedó como el hazme reír de los árabes y de otros productores.
Lo del aeropuerto de Santa Lucía, que ha provocado múltiples críticas porque no fue el camino más acertado para eliminar el de Texcoco, y relacionado al turismo, pues qué decir de lo mal que se encuentra el sector debido al encerrón familiar que existe en México y en el mundo a quienes no permiten ni ir a la esquina para gastar, aunque sea unos pesitos.
Y del Tren Maya, que tiene más opositores que el propio gobierno con los partidos que quedaron chiquititos desde la última elección presidencial, es algo que puede quedar en proyecto debido a la carencia de recursos y porque no hay una aprobación, más que del Peje y de sus compinches legisladores.
Desgraciadamente, los mexicanos tenemos todo en contra, la falta de dinero, de ahorro, ya que se tendrá que gastar en esta época del coronavirus, de trabajo, por los miles que se perderán, de falta de producción de muchos productos y artículos y de falta de seguridad ante este mal por las inconsistencias del actual gobierno, como el de la compra atrasada de material para evitar contagios y de pésima calidad, que no dicen y que pregonan por el contrario que son las mejores que se adquirieron.
¡Qué nos pasa!
