Gobernadores y Alcaldes de los Tres Grandes Partidos han Causado Daños

Tema Principal

  • *Del Abandono Oficial y la Pesada Loza
  • *El Estado se Ensañó con Ciudad Juárez
  • *Batallas del PRI Contra Alcaldes Panistas
  • *Gubernatura de Patricio “El Chihuahuita”
  • *Exhiben la Guerra en el Juicio del Chapo
  • *El Recelo de hoy por las Nuevas Políticas

Por Rafael Navarro Barrón

La zona fronteriza considerada como el ‘laboratorio’ electoral, político, social y económico de México, se desploma al paso de los días bajo el estigma de ser una de las ciudades menos atractivas del país para invertir, vivir y ejercer ciertas actividades profesionales, entre ellas el periodismo.

Ciudad Juárez, que representa el 40 por ciento de la fuerza y representatividad del Estado de Chihuahua, en cuanto a la carga electoral y generación de riqueza, está severamente dañada por años de abandono oficial.

La alternancia político-electoral se ha convertido en una pesada loza para la vida de los fronterizos.

Los gobiernos federales emanados del PAN (Vicente Fox y Felipe Calderón); los provenientes del PRI (Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto) con las respectivas fuerzas políticas en el Estado de Chihuahua, los panistas Francisco Barrio y el actual, Javier Corral -combinaciones que se dan entre la hipocresía y golpes bajos-, han generado un auténtico caos en la economía, en la convivencia social, en el abandono y en la generación de violencia.

BARRIO, FUE EL PIONERO

Con Francisco Barrio, como gobernador, en 1992, inició la cadena de feminicidios que hoy se cuentan por miles; el panista fue la corona política de Carlos Salinas de Gortari, quien prodigó una amistad y apoyo al político juarense.

La llegada de Barrio Terrazas, según los analistas de la época, tuvo como ejercicio político desatorar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, para revelar al mundo que México ya era un país democrático.

Había accedido al poder, como gobernador de Baja California Norte, Ernesto Ruffo Appel y años después Francisco Barrio Terrazas en Chihuahua.

La descripción otorgada por la revista Proceso que tituló en su portada “Francisco Barrio: un hombre llamado fracaso”, da cuenta del sentir de los chihuahuenses que vieron en la figura del primer gobernador panista de Chihuahua, un retroceso en el llamado Estado Grande.

Luego vendría la guerra orquestada entre los gobernadores del PRI y los alcaldes de Ciudad Juárez emanados del Partido Acción Nacional.

En Ciudad Juárez, el entonces alcalde Francisco Barrio afrontó en 1983 a la contraparte priista con un gobierno interino encabezado por el gobernador sustituto, Saúl González Herrera.

González Herrera asumió el cargo a la caída de Oscar Ornelas, que fue derribado un fatídico 19 de septiembre de 1985 tras ser acusado por el entonces líder de la CTM, Fidel Velázquez, de permitir garantizarle el triunfo al panismo en siete de los municipios, precisamente los más importantes del Estado de Chihuahua.

Francisco Barrio en Ciudad Juárez y Luis H. Álvarez en la capital del Estado, daban el banderazo de arranque a una oposición que rompía, con mucha facilidad, la hegemonía del priismo.

En 1986 se concretó un efímero retorno del PRI con el contador público Jesús Macías Delgado, quien dos años después fue llamado a competir por la gubernatura aprovechando la cercanía con el entonces gobernador del PRI, Fernando Baeza Meléndez; aparecía en la escena pública, nuevamente, Francisco Barrio que dejó la alcaldía para ir a contender por la gubernatura estatal.

Macías Delgado perdió la contienda frente a Barrio Terrazas e impulsó la llegada de otro panista, el empresario Francisco Villarreal Torres, quien asumiría la presidencia municipal de Juárez en mancuerna con Barrio Gobernador que poco hizo por restituir a la frontera lo que en justicia le correspondía.

Barrio, oriundo de Satevó, pero radicado en Ciudad Juárez desde la niñez, se autoproclamaba juarense. Su aportación a esta frontera fue nula y carente de sentido político…un fracaso.

Era el tiempo de Amado Carrillo, el finado “señor de los cielos”. El poderoso Cartel de Juárez no fue combatido por las entidades de gobierno. Por el contrario, se documentó la incursión de funcionarios panistas a las filas de la mafia del narcotráfico; a pesar de una abierta participación en la estructura del cartel de la droga, ninguno fue procesado ni detenido. En la actualidad, han regresado a la escena pública algunos de esos personajes que militan entre el crimen organizado y la política. Operan sin ningún pudor en el actual gobierno de Javier Corral.

PATRICIO: EL “CHIHUAHUITA”

Después de Barrio, el PRI recuperó el gobierno estatal con la figura de un empresario carismático y de amplia credibilidad política, Patricio Martínez García. Era el típico “chihuahuita”, término peyorativo que se otorga a los habitantes de la capital del Estado que mantiene una posición conservadora.

Patricio Martínez tuvo el contrapeso de dos políticos juarenses, en dos trienios consecutivos y, literalmente, confrontó a esos dos alcaldes panistas en forma permanente.

Ramón Galindo Noriega, sucesor de Francisco Villarreal y, a la postre, candidato a gobernador por el PAN y Gustavo Elizondo Aguilar, un empresario que resolvió su problema económico y evidente quiebra empresarial en tres años de alcalde.

Fueron seis años de retroceso. La frontera detuvo su paso por la metamorfosis que sufrió el gobernante estatal que pasó de ser un hombre carismático e incluyente, a un feroz político, estridente, violento que asumió una ofensiva contra el panismo; el Estado se ensañó con Ciudad Juárez deteniendo el paso y desarrollo de la frontera.

Mientras tanto, el peso del narcotráfico y los crímenes de mujeres se incrementaba en forma notable. Por si esa guerra política no bastara, la llegada de Ernesto Zedillo, sucesor de Carlos Salinas de Gortari, agravó la situación en ciudad Juárez.

El gobernador del Estado, soterradamente, enfrentó al presidente de la república no obstante pertenecer a un mismo partido político.

En el peor momento de esta relación Patricio-Zedillo, el gobernador de Chihuahua hizo referencia a esa circunstancia tan especial que se dio en su momento y que afectó notablemente al Estado de Chihuahua y particularmente a Ciudad Juárez.

Patricio dijo: Ernesto Zedillo es un “idiota, pendejo y un hijo de su chingada madre”.

Tiempo después Ernesto Zedillo tuvo la oportunidad de revirársela y al ser cuestionado sobre esta declaración de Martínez respondió que “prueba de ello es que lo puse de gobernador”.

La ascensión de Vicente Fox Quezada al gobierno de la república trastornó aún más el problema fronterizo. Gobernó con la presencia de dos panistas en la administración municipal de Ciudad Juárez en la figura de Gustavo Elizondo y Jesús Alfredo Delgado, este último un notario público que estuvo menos del tiempo indicado por la ley porque la elección fue anulada debido a irregularidades cometidas por su antecesor.

Gobernó durante nueve meses un Concejo Municipal de Gobierno encabezado por el priista José Reyes Ferriz que tuvo la fortuna de activar la ciudad por el apoyo de Patricio Martínez que inyectó recursos para intentar ganar la elección extraordinaria.

La elección extraordinaria fue ganada por el PAN por segunda ocasión. El triunfo del panista Jesús Alfredo Delgado generó expectativas al tener en el país a un presidente de la república emanado del PAN que, finalmente, nada hizo por la “frontera más importante de México”. La guerra se acentuó entre el gobernador Patricio Martínez y la estructura municipal.

La afectación de la frontera fue notoria. Mientras la ciudad presentaba un enorme rezago en todas las áreas, la capital del Estado se levantaba como una metrópoli moderna, llena de obras y con una infraestructura urbana envidiable.

La ciudad de Chihuahua ha sido considerada una réplica de El Paso, Texas. Algunas zonas urbanas son tan parecidas a las estructuras paseñas que un grupo de indocumentados centroamericanos fue engañado, al ser abandonado abajo de un puente de la ciudad capital, haciéndoles creer que estaban en los Estados Unidos.

Tan solo en la presente administración estatal de Javier Corral, en el presupuesto del 2019, la capital del Estado recibirá mayor cantidad de recursos que Ciudad Juárez, no obstante que la frontera presenta un serio rezago y es, por mucho, portadora de mayor cantidad de recursos, vía impuestos.

Además, Javier Corral, es oriundo de esta frontera.

EL “RESCATE  TRICOLOR”

En el proceso de transición democrática, en el 2004, arribó el PRI de nuevo al poder a Ciudad Juárez. Fue el llamado “rescate tricolor”. Héctor Murguía Lardizábal ganaba la presidencia municipal, ahora con la venia de un gobernador con un estilo distinto a Patricio Martínez, nos referimos al también priista José Reyes Baeza Terrazas.

Al finalizar el trienio de Murguía Lardizábal, que logró reactivar mínimamente la obra pública en la ciudad con la generación vialidades y el surgimiento de los centros comunitarios municipales, ingresó a la presidencia municipal José Reyes Ferriz, también surgido del PRI.

Reyes Ferriz había sido el presidente del Concejo Municipal de Gobierno, una administración provisional que duró 9 meses, gobernando la ciudad hasta que se convocó a un nuevo proceso electoral.

Fue en este segundo periodo de gobierno cuando se registró el peor capítulo de la violencia. El narcotráfico escenificaba en ciudad Juárez una confrontación que no tiene precedente.

Muchos de los nombres y circunstancias que se están manejando en este momento en el llamado “Juicio del Siglo”, en la ciudad de Nueva York, donde el personaje principal es Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, tienen que ver con esa cruenta guerra que se generó en el Estado de Chihuahua y particularmente en Ciudad Juárez.

PROCESO DE DEVASTACIÓN

En el 2007, fecha en que arriba un nuevo alcalde inicia el peor proceso de devastación de la ciudad; del 2008 al 2011 se registraron 9 mil muertos, producto de esta lucha entre carteles de la droga.

A partir del 2007 y hasta el 2013 la ciudad se hundió. Cayeron los principales indicadores económicos. Ciudad Juárez fue literalmente abandonada en todas las áreas.

Considerada en ese tiempo como “la ciudad más peligrosa del mundo”, cayeron los empleos, cerraron negocios, se desplomó la producción en maquiladoras de procedencia extranjera.

Todos los programas sociales fueron cancelados por miedo a los delincuentes que se mataban en las calles, secuestraban, pedían cuotas y mantenían el control de las policías.

Cientos o quizá miles de personas adineradas de esta frontera se fueron a vivir a los Estados Unidos y fincaron sus negocios en la vecina ciudad. Muchas de esas negociaciones son verdaderos éxitos comerciales después de 10 años de inversión extranjera.

La decisión de Felipe Calderón de aplicar en esta frontera el programa denominado “Todos Somos Juárez” fue la primera respuesta nacional a un problema que se había salido de control. La estrategia no fue otra cosa que repartir recursos a favor de actores políticos, sociales y religiosos. Se callaron las voces disidentes con grandes cantidades de recursos que de nada sirvieron para levantar a la ciudad, literalmente, hecha garras.

Se hicieron obras sociales que en nada frenaron la andanada de violencia.

En el 2010 arribó de nuevo a la presidencia municipal el priista Héctor Murguía Lardizábal quien instrumentó el primer programa de ataque a la violencia y frenó, en forma tajante, a los grupos del crimen organizado.

El alcalde enfrentó a la Policía Federal, corporación que fue acusada por diversos actores políticos, sociales, derecho humanistas y gubernamentales, como los promotores de los secuestros y asesinatos en las calles de Juárez.

Un escolta del alcalde Murguía fue asesinado por las fuerzas federales mientras el presidente municipal cenaba en la casa del entonces vicario de la diócesis católica de Juárez, el sacerdote Hesiquio Trevizo Bencomo.

Antes de este trienio, el Ejército Mexicano había surcado las calles de ciudad Juárez; fue la primera fuerza que envió el gobierno federal para frenar la violencia.

Decenas de personas fueron secuestradas y asesinadas. Los testimonios de los sobrevivientes que fueron llevados a las galeras, ubicadas en la calle Barranco Azul y Eje Juan Gabriel, narran los feroces actos de tortura que causaron la muerte de inocentes y conocidos criminales.

Los cuerpos eran tirados durante la madrugada en zonas inhabitables y estos crímenes eran adjudicados a los carteles de la droga. Infinidad de testimoniales establecieron que las personas que aparecían muertas habían sido “levantadas” por militares y nunca más regresaron a casa.

EL ARRIBO DEL SAQUEO INMORAL

La llegada del gobernador César Duarte al poder levantó los ánimos de muchos chihuahuenses. Se hablaba de una cercanía entre el nuevo gobernante y el presidente de la república, Felipe Calderón.

Los rumores de un saqueo inmoral de los recursos públicos se agravaron al cambio de gobierno de la república. Llegaba al poder Enrique Pe

ña Nieto, del PRI y Duarte se fortalecía.

Gobernó durante los últimos tres años de Duarte, otro priista, Enrique Serrano Escobar, que por la cercanía con el gobernador sería llamado a competir como candidato a la gubernatura estatal.

La violencia había disminuido, pero la ciudad experimentó un nuevo problema de abandono social y político. Se preparaba el camino a la sucesión gubernamental que coincidía, por primera ocasión, con la de presidente de la república.

El ajuste al calendario electoral colocó 5 años al gobernante en turno y dos al alcalde de Juárez con posibilidades de reelección.

La lucha electoral desarticuló nuevamente a los juarenses. Llegó a la gubernatura estatal el panista Javier Corral Jurado; en ciudad Juárez fue electo como alcalde, por una amplia ventaja, el candidato independiente Armando Cabada.

La combinación de estos dos personajes ha sido devastadora para la entidad y los juarenses.

Los principales indicadores políticos, económicos y sociales derrumban toda posibilidad de rescate, es la situación en la que se enc

uentran las finanzas públicas del gobierno estatal que fue saqueada por los dos últimos gobernadores del PRI, especialmente por César Duarte, quien es perseguido por la justicia estatal para ser juzgado por una gran cantidad de actos de corrupción.

En ciudad Juárez la situación es más penosa. Gobierna un alcalde que apenas terminó la instrucción básica y que se ha caracterizado por convertir la administración en un negocio personal.

La ciudad está abandonada, sin liderazgo político y administrativo. En dos años de gobierno, hay cero de obra pública e infinidad de denuncias contra la figura de Armando Cabada Alvídrez, un lector de noticias que se hizo famoso en el programa de noticias del Canal 44, pr

opiedad de su familia.

Un problema serio es la anticipada sucesión gubernamental en el Estado que ha movido a los actores políticos a una cruenta lucha política que se ha complicado con la llegada de los diputados federales y estatales que pertenecen al partido del presidente López Obrador.

AMLO: UNA LABOR  CASI MESIÁNICA

La llegada de Andrés Manuel López Obrador, quien ganó en forma contundente en Ciudad Juárez e impulsó literalmente el carro completo de diputados locales y federales, abrió una genuina expectativa social entre los fronterizos.

Rápidamente se reflejó la esperanza en la vida social de los fronterizos, que observan a López Obrador como una figura casi mesiánica.

La promesa de una zona económica o zona franca, que no es otra cosa que darle nombre a un proyecto económico que no tiene pies ni cabeza, es ahora un auténtico dolor de cabeza para los dirigentes de Morena y en especial para su presidente de la república.

Entre los compromisos, también se encuentra el incremento al salario mínimo como un gesto preferencial para las fronteras; la re

ducción del ISR, la nivelación de la gasolina, la electricidad y el gas al precio que se ofertan en las ciudades fronterizas de Estados Unidos; la disminución del IVA de 16 a 8 por ciento, entre otros.

Esos estímulos fiscales, aunado a un incremento de la violencia en Ciudad Juárez, están causando un desanimo social hacia el nuevo gobierno. En este momento la esperanza es similar a la que reinó antes de las elecciones.

Al subir el salario mínimo, la industria maquiladora quitó los bonos que pagaba a sus empleados como un estímulo adicional a sus ingresos. Ahora hay molestia, porque el salario quedó igual que antes del incremento al mínimo.

La mayoría de los negocios están batallando para adecuar el Impuesto al Valor Agregado porque no va a beneficiar a todos, ya que el gobierno federal colocó varios candados a esa medida fiscal.

 

UNA CIUDAD CASI OSCURA

No hay una alternativa política ni económica que modifique el futuro inmediato de Ciudad Juárez. Vivimos en una ciudad casi a oscuras porque el actual alcalde está aferrado a colocar un nuevo sistema de iluminación y ha ordenado apagar las lámparas que, hasta antes de su gobierno, operaban sin ningún problema.

Los índices de violencia siguen al alza, tanto en homicidios dolosos atribuidos al crimen organizado como en el tema de los feminicidios.

Existe un abandono en obra pública y un marcado crecimiento de la obra privada que se presenta como un boyante producto en medio de una incierta economía.

No hay recursos económicos para las universidades que dependen del gobierno; hay un marcado desabasto de medicamentos en hospitales públicos y una paralización de los fondos para apoyar los programas sociales prometidos por López Obrador en beneficio de la tercera edad y los ninis.

En el más amplio sentido optimista, no existe un solo indicador que garantice un crecimiento o un mínimo avance en Ciudad Juárez. No se espera obra pública de trascendencia, ni una inversión importante en el pavimentado de calles nuevas y repavimentado de vialidades ya existentes y que están en pésimas condiciones.

El gobierno estatal inició con el despido de decenas de empleados afectando las áreas básicas de educación y salud. Lo mismo hizo el gobierno municipal. Todo está enfocado al ahorro de recursos.

LA ETIQUETA DE LOS CAPOS

Pareciera que la llamada “frontera más importante de México” está etiquetada al crimen organizado que mantuvo un boyante crecimiento fronterizo en la década de los 70s, 80s y 90s.

La dolarización de la economía fue efecto de los grandes negocios surgidos por la intervención de los empresarios que lavaban dinero al crimen organizado.

El valor de las viviendas se disparó por esa dolarización de la economía; surgieron emporios comerciales e inmobiliarios, algunos aún persisten; otros negocios fueron financiados por los capos de la droga que encontraron espacios para lavar sus recursos ilícitos.

En la actualidad esa posibilidad está lejos de convertirse en una opción para levantar la economía fronteriza.

La aplicación correcta de las políticas públicas es la única alternativa que tienen los juarenses para salir adelante en un momento de crisis crónica. Hay muy poco tiempo para que López Obrador, en menos de seis años, pueda convertir sus promesas en hechos.

No se apuesta al pesimismo, sino a una realidad que está a la vista de todos. Una realidad que no es propiedad de los intelectuales o analistas financieros, sino que se reciente en los bolsillos y en la lógica cotidiana, al vivir en una ciudad donde hay muchos políticos y pocos estrategas; una ciudad donde abunda la improvisación y se carece de lo más elemental para atender los problemas sociales urgentes.

Esa es Juárez, odiada por el centralismo y amada por los que aquí vivimos.

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