Nueva Zelanda recordó hoy a las víctimas del ataque contra dos mezquitas de la ciudad de Christchurch, en una ceremonia en la que se dio lectura a los nombres de los cincuenta fallecidos en el asalto supremacista de hace dos semanas.
Miles de personas se congregaron en el parque Hagley, frente a la mezquita de Al Noor, donde 43 musulmanes fueron acribillados por el asaltante que grabó el momento del ataque.
En el acto celebrado en la ciudad de Christchurch, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, llamó a rechazar el racismo.
«El racismo existe pero aquí no es bienvenido», dijo Ardern en un discurso retransmitido en cadena nacional por televisión.
«Nuestro reto ahora es que el dar lo mejor de nosotros sea una realidad diaria porque no somos inmunes al virus del odio, del miedo al otro. Nunca lo hemos sido. Pero podemos ser la nación que encuentre el remedio», añadió.
La mandataria aseguró que la lucha contra el extremismo no puede ser solo responsabilidad del gobierno sino que está en manos de todos los ciudadanos «en nuestras palabras, nuestras acciones, en nuestros actos diarios de ternura».
«El mundo está atrapado en un ciclo vicioso de extremismo que alimenta a otro extremismo y esto debe acabar», insistió la primera ministra.
Previamente, en la misma ceremonia, Farid Ahmed, uno de los supervivientes de la masacre, aseguró que ha perdonado al asaltante.
«Quiero un corazón lleno de amor, cariño, misericordia (…) Por eso he elegido la paz, he elegido el amor y he perdonado», dijo Farid.
La lectura de los nombres de los cincuenta fallecidos fue el momento álgido del acto de homenaje a las víctimas que incluyó actuaciones musicales, ceremonias maoríes y la invocación musulmana.
El 15 de marzo, 50 personas murieron y otras 48 resultaron heridas de gravedad en el doble ataque perpetrado en dos mezquitas de Christchurch, la mayor ciudad de la Isla Sur del país, en el día del rezo musulmán del viernes.
El australiano Brenton Tarrant, un supremacista blanco de 28 años, es el único acusado por el atentado, en el que disparó con armas automáticas y a quemarropa a los feligreses mientras rezaban.
El sospechoso, con ropa militar, grabó durante 17 minutos la masacre en una de las mezquitas y lo retransmitió en directo en Facebook, donde se podía ver cómo disparaba a bocajarro contra las víctimas, la mayoría de ellas migrantes o refugiados.