Por Jesús Michel Narváez
Tres campañas y 5 meses de gobernar sin tomar posesión, no le bastaron a Andrés Manuel López Obrador para tener el pulso del país que iniciaría a gobernar a partir del primero de diciembre 2018.
Durante sus 16 meses de gobierno ha culpado a los gobiernos neoliberales de todos los males y tragedias que se viven en el presente.
Su mundo se encierra en responsabilizarlos de todas las crisis que se registran durante su mandato. No acepta que el mal manejo de la economía ha llevado al cero crecimiento y al pronóstico de que en este 2020 el producto interno bruto no solamente no crezca sino que caiga entre 5 y 7%, lo que equivale a la total recesión.
Por la forma de actuar ante la crisis sanitaria que vivimos, López Obrador supone que los neoliberales hicieron llegar el coronavirus, derrumbaron el precio del petróleo y acapararon todos los medicamentos para frenar la epidemia que azota al 90% de los países del mundo.
Presume de haber recorrido los 200 hospitales del país ya siendo presidente, aunque se dio cuenta de las carencias no solamente en su campaña de 2018, sino en las de 2006 y 2012. Sabía cómo estaba el sistema de salud y sus carencias. conocía cómo se manejaba petróleos mexicanos que ciertamente se convirtió en el botín de decenas de trabajadores, líderes sindicales y directores de la empresa. Estaba enterado también de qué carreras universitarias o tecnológicas habían saturado el mercado entre ellas la abogacía y la medicina.
Hoy, ante la crisis sanitaria que vive el país, afirma que los neoliberales corruptos cerraron las puertas a los jóvenes que querían estudiar justamente medicina y por ello, ahora, en sus universidades, que nadie sabe en dónde se ubican, se priorizará la carrera de medicina.
López Obrador se queja de todo cuando las cosas no salen como las planea o desea verlas que ocurran.
Es incapaz de reconocer una equivocación por mínima que sea. Su salida es culpar a los otros de los errores propios.
Desde la campaña afirmó que la corrupción le costaba el país 500,000 millones de pesos anuales y que ahora, como presidente, en este primer año de su gobierno se combatió frontalmente y se lograron muchos ahorros. Sin embargo, nadie sabe dónde está el dinero supuestamente ahorrado.
Hoy, para hacerle frente a la crisis, le pide a los servidores públicos se reduzcan el salario en 50% omitiendo que el presupuesto de la federación 2020 definió los rubros que la Secretaría de Hacienda, por instrucciones presidenciales, tendrían que ser los prioritarios y una muestra de ello es que sostiene que sus obras del Tren Maya, por ejemplo, o la refinería de Dos Bocas seguirán adelante y no se cancelarán como lo piden los neoliberales.
Trata de justificar su decisión con sus chistoretes, esta vez diciéndoles ¿y de qué quieren su nieve?
Si el presidente no ASUME sus responsabilidades y simplemente se dedica a seguir echándole la culpa al pasado, este país no tiene futuro.