Por Miguel Tirado Rasso
El furor para participar, formalmente y de manera organizada, en la política nacional no decae, no obstante, la mala percepción que se tiene de esta actividad y el desprestigio y los magros desempeños de los partidos políticos, en general, que tanto nos han quedado a deber. Pero, está visto que, por convicción de servicio, ánimo de contribuir al fortalecimiento de nuestro sistema democrático o algún otro loable propósito; o bien, por otras razones, no precisamente tan plausibles y que tienen que ver con intereses particulares, de los que hemos tenido lamentables ejemplos, al concluir el plazo para iniciar los trámites para el registro de nuevos partidos políticos, se habrían registrado ¡102 organizaciones aspirantes!
Un entusiasmo desmedido para fundar nuevas organizaciones políticas, en tiempos en que la mayoría de los partidos existentes atraviesan por una muy mala racha, como consecuencia del colapso electoral que sufrieran en julio del año pasado y que trastocó el posicionamiento de las fuerzas políticas en el país. De los 9 partidos políticos contendientes en el proceso electoral de 2018, dos de los de más reciente creación, los partidos Nueva Alianza (PANAL) y Encuentro Social (PES), perdieron su registro al no alcanzar el mínimo, establecido por la ley, de 3 por ciento de la votación emitida en las tres elecciones federales (presidencial, senadores y diputados).
Y es que la característica de la vida de los nuevos partidos, con excepción de Morena que responde a otras circunstancias, ha sido su brevedad. Con la pérdida del registro de los dos mencionados, suman 22 los partidos que han desaparecido en los últimos 28 años. Vida fugaz de institutos que han pasado por el escenario político-electoral de nuestro país, sin pena ni gloria. Eso sí, con un alto costo para el erario, por aquello de las prerrogativas a que tienen derecho por mandato de ley, para evitar, se dice, financiamientos indeseables, que de cualquier manera se llegan a colar.
Según un reportaje publicado en un diario de circulación nacional (Milenio), en las dos últimas décadas han surgido y desparecido 17 partidos políticos nacionales, a los que se apoyó con más de seis mil millones de pesos para su operación política. De estos, la mayoría no logró participar en más de un proceso electoral, al no alcanzar el mínimo de votos requerido por la ley para conservar su registro. Así que, para muchos fue debut y despedida, aunque algunos buscaron reincidir, sólo para enfrentar, una vez más, la indiferencia del electorado que habría de negarles, de nueva cuenta, su voto.
Ante esta experiencia, resulta difícil tener expectativas en las decenas de agrupaciones que aspiran a convertirse en partidos políticos. Según informes del INE, el número de aspirantes aprobados se redujo a 88, que son las organizaciones que continuarán con los trámites de ley para obtener su registro. La realidad es que, de éstas, muy pocas llaman la atención, y muchas resultan meras ocurrencias. Seguramente, no más de tres o cuatro lograrán cumplir con los requisitos que fija la ley: celebrar al menos 20 asambleas estatales, con una participación mínima de 3 mil ciudadanos, en cada una, o realizar 200 asambleas distritales con la asistencia de 300 personas, también en cada una; además de acreditar una afiliación de, al menos, 234 mil simpatizantes, que representan el 0.26 por ciento del padrón electoral.
Un buen filtro para desechar a oportunistas, pero insuficiente para evitar la audacia de algunas organizaciones que se las ingenian para cumplir estos requisitos sin mayores elementos ni nada que aportar. Son los partidos de vida efímera, que buscan el cobijo de otros institutos para sobrevivir, sin que los principios o su ideología los comprometan, porque estos se ajustan al mejor postor. Subsisten con cargo a nuestros impuestos y desaparecen cuando tienen que enfrentar la aduana del voto popular, barrera que no pueden librar, pero para entonces, ya habrán obtenido las apetitosasprerrogativas.
Entre la tanda de aspirantes a nuevos partidos, están dos casos de reincidencia. Dos partidos que acaban de perder su registro y que, ahora, buscan reincorporarse a la política electoral en nuevas versiones. El dirigente del recién desaparecido Partido Encuentro Social (PES), Hugo Eric Flores, ya ha presentado una solicitud para buscar el registro de otro instituto cuya única novedad es el nombre, Partido Encuentro Solidario (PES). Porque su orientación, dirigencia, organización, militancia y, hasta las siglas, son lo mismo que las del partido que perdiera su registro. ¿Supondrá, acaso, su dirigente que, con el simple cambio de nombre, podrá alcanzar el número de simpatizantes que exige la ley?
El cálculo es demasiado optimista; sin embargo, lo que si puede asegurar es su derecho al financiamiento público, en caso de obtener su registro, que es lo que parece ser el principal objetivo de su fundador.
El otro caso es el del PANAL, cuyo dirigente, Luis Castro Obregón, ha declarado que no pretende revivirlo, sino crear un nuevo partido, bajo el nombre de Partido México, a partir de sus alianzas estratégicas, para recuperar su presencia nacional y poder participar en las elecciones de 2021. Una tarea complicada, si consideramos que su militancia está formada, principalmente por maestros y por ahí anda ya el proyecto de otro partido nuevo que estaría encabezado por familiares de la maestra Elba Esther Gordillo, fundadora del desaparecido PANAL y ex dirigente magisterial, cuya columna principal de militantes serán, por razones obvias, personal docente. Así que se estarán disputando la misma clientela electoral, tema en el que, sin duda, la maestra lleva la delantera.
Marzo 28 de 2019