La muerte esta mañana del polémico juez Claudio Bonadío (64 años), no fue sorpresiva porque a fines del año pasado lo habían intervenido por un tumor al parecer maligno en la cabeza, pero deja detrás una historia con muchas oscuridades y escasos intentos de hacer justicia.
Tomó importancia por su persecución obsesiva contra la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y su familia desde que ésta ocupó la presidencia entre 2007 y 2015, y también contra muchos de sus ex funcionarios, especialmente en el pasado gobierno de Mauricio Macri, donde amplificó su especialidad de armar causas falsas, por lo que ha sido y es denunciado en estos tiempos.
Llegó a su cargo en medio de un escándalo al que se llamó en los años 90 los “jueces de la servilleta” porque su nombre figuraba en una servilleta, anotado por el ex ministro del Interior del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), para ser favorecido- junto con otros “amigos”- con un nombramiento sin pasar por concurso, como sucedió en ese año.. Desde entonces ocupó la titularidad del Juzgado federal 11 bajo un sistema inconstitucional y dudoso ya que los nombramientos se daban por concurso.
Menem necesitó armar un aparato de jueces que lo “cubrieran” y en eso tuvo un lugar de privilegio.Tenía más de 50 causas abiertas y demandas incluso por un episodio en que asesinó a tiros a dos jóvenes delincuentes que supuestamente intentaron asaltarlo, uno de los cuales estaba desarmado y el otro recibió un disparo por la espalda. Nunca cerró este caso como otras denuncias elevadas al Consejo de la Magistratura donde nunca se hizo nada.
Fue el preferido del “partido judicial” macrista que persiguió al kirchenrimo e incluso de la Fundación Libertad, dependiente Estados Unidos con una sede central en Rosario (Santa Fe) nido de las derechas ultras locales e internacionales donde daba conferencias y llegó a ser comparado con el juez Sergio Moro, de Brasil , a quien le han llamado el “verdugo” del ex presidente Luis Inácio “Lula” Da Silva, y de la ex presidenta Dilma Rousseff ya que estuvo a la cabeza del golpe de 2016 que derrocó a esta mandataria.
Acumulaba denuncias por extorsión, especialmente en los últimos tiempos amparado por la impunidad bajo el amparo del gobierno de Macri, trabajando con sectores de inteligencia local y extranjeras y además medios y algunos periodistas hoy acusados en juicios por extorsión y espionaje ilegal.
Ayer precisamente Fernández de Kirchner presentó un escrito judicial de unas 70 páginas donde describe una de las más acabadas formas de persecución contra ella y su familia. Además de intentar llevarla a la cárcel, por decisión de Macri y sus funcionarios Bonadío armó casi una decena de causas falsas como la que se basó en las fotocopias no certificadas de cuadernos supuestamente escritos por el chofer de un ex vicemisnitro para acusar a Fernández de Kirchner a funcionarios , a empresarios a los cuales extorsionó –como está denunciado- en sociedad con el fiscal Carlos Stornelli, y seguramente como este iba a ser procesado, porque ya estaba en la lista.
Su utilización del Memorándum de Entendimiento firmado por el ex canciller argentino Héctor Timerman y la cancillería de iraní para tratar de que jueces argentinos viajaran a Teherán para indagar a ex funcionarios de Irán, acusados sin pruebas por Estados Unidos e Israel, para tratar de aclarar al fin, el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), sucedido en 1994, es un modelo de inequidad judicial.
Nunca se puso en acción ese documento, pero trató de forzar una causa ilegal como se ha demostrado jurídicamente. Bonadío impidió con enorme crueldad que Timerman afectado por un cáncer de hígado pudiera viajar a Estados Unidos donde tenía reservada una clínica donde iba a tratar de mejorar su situación clínica. Cuando lo autorizó era tarde.
También es considerada como “una canallada antijurídica” los desesperados intentos de acusar la muerte- el suicidio- del ex fiscal Alberto Nisman en enero de 2015 al gobierno de Fernández de Kirchnere ,negándose a recibir testimonios y pruebas que están vigentes. Dos veces pidió desaforar y detener a Cristina Kirchner.
Seguramente Bonadío iba a terminar sus días en una cárcel, condenado por los graves delitos de extorsión y persecución ilimitada, al surgir en estos días una cantidad de sorprendentes pruebas, que muestran la inocencia de varios de sus acusados que están detenidos ilegalmente, pero en este caso no se hizo justicia.