La Funcionaria que más Aplaudió en la Firma del Nuevo T-Mec

Lascas Económicas

*En Otros Tiempos, una Ascendente Directa Rechazaba Todo Acuerdo

*Ahora sí Habrá Apoyo Directo Para los Trabajadores ¿o Como Siempre?

Por Jaime Contreras Salcedo

La memoria, terca, impide que nos perdamos en la Historia, con mayúscula.

A finales de 1990, mientras los gobiernos de Canadá y Estados Unidos se enfrascaban en sus primeras, y duras, negociaciones para alcanzar un tratado bilateral comercial, México –encabezado entonces por Carlos Salinas de Gortari- pidió a través de su entonces joven secretario de Comercio y Fomento Industrial, Jaime José Serra Puche, solicitar formalmente la incorporación de nuestro país a este mecanismo para hacer posible, dos años después, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el famoso TLCAN.

Y, a la par, particularmente en la capital, para después florecer en otras ciudades, se desarrolló un organismo paralelo que aglutinaba buena parte de las voces opositoras a este acuerdo, bajo el nombre de Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio.

Al frente de esta entidad que representaba, según decía, los intereses de la naciente “sociedad civil” –en su mayoría pequeños y medianos productores, campesinos, pero sobre todo obreros asalariados en general, provenientes del Frente Auténtico del Trabajo (FAT)- se encontraba ni más ni menos que Bertha Elena Luján Uranga, procedente de su natal Chihuahua.

En no pocas ocasiones concurrimos a sus conferencias de prensa en donde denunciaba que nuestro país se iría al precipicio si se aprobaba el tratado trilateral, medido por menos inversión, empleo, más informalidad y, lo peor, la entrega de nuestra soberanía en alimentos y energía (tema este último que no se incluyó en la negociación, desde el principio), en donde, insistía Luján, se devastaría más al campo, a las pequeñas y microempresas, al sistema financiero y, bueno, hasta desaparecerían los mercados avasallados por las tiendas departamentales de capital trasnacional, preferentemente norteamericano.

De la mano de Bertha, muchas veces, acudía una pequeña de cabello chino que se le parecía mucho. Inocente y tierna como toda niña, jugaba con la pañoleta que portaba su madre, y a veces le exigía que se retiraran lo más pronto posible del lugar, por ejemplo, el Club de Periodistas o el Sanborns de los Azulejos, pues su aburrimiento era manifiesto.

Esa niña de entonces, es ahora, ni más ni menos, la actual secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, que hoy tiene, gozosa, 32 años bien cumplidos.

La también hija del famoso abogado laboral, Arturo Alcalde Justiniani, de izquierda radical, se autodefinía en otros tiempos, estudio derecho en la UNAM y, aunque usted no lo crea, en la neoliberal y gringa Universidad de Berkeley, en California, donde aprendió de sus padres que, ni hablar, el futuro se encontraba en Morena, en donde creció políticamente como secretaria del grupo Jóvenes (el brazo juvenil morenista) que, en 2012, impulsaron la segunda candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador.

Todavía en 2014, cuando cumplió dos décadas de vigencia el TLCAN, y ya con su hija como diputada federal por Movimiento Ciudadano, en donde tuvimos la oportunidad de conocer y tratar a Luisa María, la ex contralora del gobierno del Distrito Federal que encabezara el propio AMLO formuló severas críticas al acuerdo trilateral señalando que en ese lapso solo se había precarizado el salario de los trabajadores, se destruyeron o cerraron varias cadenas productivas, y únicamente las pequeñas y medianas empresas, aliadas a trasnacionales en diversos rubros, habrían sobrevivido, en medio de una mayor desigualdad en los ingresos siempre a favor de los intereses estadounidenses y canadienses, apuntaba Bertha Luján Uranga.

Curiosidades de la vida, que te da sorpresas, acorde con el mensaje de cierta melosa melodía de los años noventa. La semana pasada se signó el “protocolo modificatorio” del “nuevo” Tratado México, Estados Unidos y Canadá –que a estas alturas del partido ya recibió el Senado-, en donde uno de los puntos centrales se basa en que México, créalo o no, admitirá “responsables laborales” para que certifiquen ¡que se cumplan a cabalidad! los lineamientos que imponen, ni más ni menos, que los sindicatos estadounidenses, so pena de imponer sanciones comerciales, mientras los empresarios mexicanos deberán ofrecer pruebas para probar su eventual inocencia.

Más allá de la evidente pérdida de soberanía en este concepto, que tanto advertía su mamá, doña Bertha, le toca a la titular de las políticas laborales dar todas las facilidades a las contrapartes gringas, y eventualmente canadienses si fuera el caso, en eso de resolver controversias, checar si los paneles van a estar acorde con lo que nuestros vecinos quieran y, de pura pasada, lidiar con las partes sindicales mexicanas, por aquello que pongan al brinco. A la mera hora, Nadie sabe para quién trabaja.

Menuda responsabilidad tendrá Alcalde Luján, la joven funcionaria que, eso sí, aplaudía a todo lo que daba cuando hace unos días, ufanos, Jesús Seade, subsecretario mexicano para América del Norte -¿Y Graciela Márquez, apá?, Chrystia Freeland, del lado canadiense, y Robert (Bob para algunos de los y las presentes) Lighthizer, desde la Casa Blanca, quien representaba los intereses de la administración de Donald Trump. Todo ellos exhibían a los medios el protocolo modificatorio ya firmado por los representantes de los tres países.

Ahora bien, indagó el de junto, ¿se tiene un documento sólido que sea respetado y respetable por todas las partes?, porque el viejo TLCAN fue vejado, inutilizado o de plano olvidado a lo largo de sus 25 años de duración en no pocas ocasiones, y no hubo ley o norma que protegiera a los productores mexicanos, dicho por ellos mismos y salvo su mejor opinión. Amanecerá y veremos.

Por lo pronto, estas Lascas Económicas están agotadas de tanto lanzarse al río a hacer ondas de luz junto a piedras luminosas que se encontraron en el sinuoso y largo camino negociador con los muchachos de Justin Trudeau y Donald Trump. Luego verán junto a piedras empresariales eso de la letra chiquita, y ya le platicaremos, pero en este mismo espacio, la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.

 

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