Por Jesús Michel Narváez
Una moción que no prosperó y que habría limpiado la manchada cara de los senadores de Morena y sus aliados.
Ricardo Monreal fue derrotado en el tablero. Perdió su moción de repetir la votación para designar a quien presidiría la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Después de la dudosa votación del jueves pasado, el jefe -¿todavía lo es?- de la bancada guinda en el Senado de la República dialogó con los coordinadores de los otros grupos parlamentarios y logró consenso: se repetirá la votación para evitar cualquier mala interpretación de un supuesto fraude.
Todo pintaba para que la democracia interna y el respeto a la llamada Cámara Alta –que ahora parece de gases en contra de la legalidad- regresara y lo ocurrido el jueves pasado quedara para el anecdotario.
Pero no fue así.
A Monreal lo derrotaron los suyos.
¿Por consigna?
Vaya usted a saber.
Lo cierto es que la decisión para repetir la votación le fue negada. Por los morenistas.
Y es cuando el sospechosismo aparece sin lugar a dudas: ¿recibieron línea desde Palacio Nacional en donde afirma que la línea es que no hay línea?
El esfuerzo, o el teatro montado, por Monreal resultó infructuoso. Dirá que el propuso pero la mayoría dispuso.
¿Perdió el control de su bancada?
¡Pamplinas!
Monreal no da paso sin huarache.
Consultó con su jefe de hace 20 años. Hizo planteamientos y sugirió la estrategia.
Seguramente se comprometió a ser escuchado y llevar al Pleno la propuesta… consciente de que sería rechazada y así salvaguardaría el aval presidencial por la designación del jueves pasado.
Hay que observar que el arroz no se coció.
Las oposiciones encabezadas por el PAN tomaron la decisión de ir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y exigir se desconozca la designación en base al fraude consumado y demostrado. Confía, expresaron Mauricio Kuri y Damián Zepeda, entre otros congresistas albiazules, en una pronta y decisiva sentencia que impida al Senado y su mayoría violar la Constitución.
La Corte es garante del cumplimiento de todo el articulado de la Constitución Política de los estados Unidos Mexicanos.
Para el periodo presidencial de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea es el segundo strike. Si llega el tercero, adiós Nicanor. Eso lo debe entender quien hoy tiene la voz cantante de uno de los Tres Poderes de la Unión.
Poncharse es entregar el Poder Judicial de la Federación a la autocracia que hoy gobierna México y que pese a lo acontecido en Bolivia y el rechazo a que un avión militar mexicano cruce por el espacio de 5 países de la región, parece insistir en ser la mala copia del Rey Sol.
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