La “Comida Chatarra” y sus  Implicaciones Socioeconómicas

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Aparte de los Estados Unidos, cuando uno sale del país, como por ejemplo a España o Turquía, es cuando uno se da cuenta la forma en que ha engordado el pueblo mexicano. Y no hablamos de ellas y ellos cuya gordura es “rotoplasmósica”, sino simplemente lo que antes se decía acerca de un individuo corpulento que podía ser menos que el panzón chelero de antaño, ahora triplicado. 

No cabe duda de que en los últimos treinta años los mexicanos hemos engorado exponencialmente y de aquellas fechas para acá los diversos gobiernos amenazaron con sacar cierto tipo de alimentos engordadores de las escuelas, amén de los famosos refrescos de todos los colores y todas las marcas. No lo llevaron a efecto de manera total y muchas de las veces quedó, como muchas cosas en este país de Huitzilopochtli: en papel mojado. Pero ello ya se le olvidó o no quiere acordarse la prensa facciosa.

Si realmente quisieran darle un golpe certero a la industria de la “comida chatarra” deberían multar a la tercera empresa por su importancia como empleador en el país: FEMSA cuyos productos líquidos como tiendas OXXO venden exclusivamente productos que ostentan dos y tres sellos prohibitivos. Estimado lector, al entrar a cualquier sucursal de dicha compañía, TODO LO QUE VENDE es para volvernos más gordos. Sin embargo, nuestros compatriotas y yo mismo, somos clientes de semejante marca de tiendas u otras parecidas porque siempre existe alguna necesidad que la tripita nos lo agradece. 

Desde que cursaba la educación primaria, luego secundaria y prepa siempre he sido consumidor de los ricos pastelitos, de botanas saladas y refrescos de diversos colores: pero no soy gordo porque el consumo ni era diario ni a todas horas, como hoy es la costumbre entre niños y otros que ya no lo son. Mis compañeros de escuela disfrutaban de varias cosas que ahora son más complicadas en la vida cotidiana y algunas de las veces inexistentes en el México contemporáneo: salíamos de casa desayunados, llegábamos a casa a disfrutar de la comida hogareña y nuestras progenitoras sabían cocinar sano, vigilaban la ingesta de los alimentos. Castigaban los excesos o malos comportamientos y premiaban los positivos con un helado, barra de chocolate, pan dulce, etc.

Lo que sí ha cambiado en el país, y ello nos viene como mala influencia de los Estados Unidos, son las PORCIONES QUE AHORA SON MÁS GRANDES. Algunos ejemplos de alimentos engordadores muy populares entre los mexicanos: las pizzas. Antaño eran muy caras, delgadas y más chicas. Las actuales pueden ser tamaño jumbo, comparativamente son más baratas y desgraciadamente la suma de los ingredientes es muy grande. Si uno entra a videos de youtube, reels y cortos de Tik Tok referidos a la comida mexicana de la calle, el común denominador de lo que anuncia es lo inmenso de sus porciones: tacos y tortas de monstruosos tamaños; chilaquiles con harta crema, queso desmenuzado y cebolla. Ya no hablemos de los cocteles de mariscos, los cortes de carne, hamburguesas gigantes y un sinfín de platillos que se venden más por su tamaño que por la calidad en su elaboración. Peor, nos llegó de Texas un “transformer” llamado burrito que no tiene que ver con los burritos norteños mexicanos, éstos últimos eran delgados, largos y con poca cantidad de ingredientes. Los de allá y ahora adoptados por los mexicanos son burritos grandes, gordos y con muchos materiales. En fin, la lista es larga y de todos ellos se pudiera decir que ahora son más voluminosos, sin tomar en cuenta las “gomichelas” y las botanas en enormes bolsas que se venden como pan caliente.

Yo creo que las frituras mexicanas de marcas patito y otras no tanto, le han robado mercado a las dos grandes compañías refresqueras; tales productos de harina de maíz y trigo son los responsables de los muchos gordos e hipertensos que existen en el país.

Formas y tamaño de consumo en la “comida chatarra”, disponibilidad prácticamente en todo el territorio nacional de semejantes productos y una innegable crisis alimentaria al interior de los hogares mexicanos es lo que provoca se compre comida rápida afuera, adictiva y efectivamente gustosa son los elementos a combatir, más allá de las susodichas prohibiciones escolares.    

  

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