
-Se Fortalece la Hipótesis de que el
Tabasqueño es el que Ordena
*Impuso la Mitad del Gabinete y a los
dos Líderes en el Congreso
*Las Cuatro Posibilidades Para Lavar
el Rostro del Exfutbolista
POR EZEQUIEL GAYTÁN
Lo acontecido el pasado 26 de marzo en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión en la cual la indignación conmovió a un gran número de compatriotas es producto de una bajeza machista, misógina y a todas luces perversamente política de parte de Morena. Ese día el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco fue protegido bajo el manto de una nauyaca. El relato ya es conocido y quedó claro que en México se confunde el fuero con la impunidad.
El fuero es una figura política del senado romano que obligaba a los emperadores a respetar a ese cuerpo colegiado a fin de que no se les persiguiera por sus ideas políticas. Desde entonces, con el avance de las democracias, dicha figura político-jurídica ha evolucionado. Más aún, en algunos países europeos los representantes populares ya no tienen fuero, pues no son perseguidos por sus respectivos gobiernos. Empero hay naciones, como la nuestra, en que el fuero es necesario, pues las amenazas veladas, así como los amagues oficialistas en contra de representantes populares de la oposición e incluso en contra de diputados del partido guinda que desean recurrir a su voto de conciencia son evidentemente señalados y reciben línea política y, a decir de fuentes informales, algunas diputadas de Morena fueron amenazadas si acaso se les ocurría votar en contra del examericanista.
La pregunta es ¿por qué salvar al exgobernador morelense? Las posibles respuestas son muchas. De entrada, infiero que no fue una decisión de la presidenta, pues ella difícilmente con su máxima “llegamos todas” hubiese querido defender a Blanco debido a que desaforarlo le habría granjeado empatías feministas. Es decir, a todas luces le convenía asestar un golpe en contra del machismo. Por lo tanto, si el perdón no provino de ella habría que formularle la pregunta al tabasqueño, pues es el líder moral y caudillo de Morena, pero el personaje se escuda y esconde en el anonimato típico de personajes que avientan la piedra y esconden la mano.
El caso es que aventuro las siguientes cuatro posibles respuestas en la inteligencia de que hay más. La primera es que el tabasqueño antepone en el nombre de su movimiento una hipócrita actitud virginal e inmaculada de que todos los militantes de Morena son honestos y honrados y poco le importa que la presidenta quede en ridículo. La segunda posibilidad es que Cuauhtémoc Blanco aportó significativas sumas de dinero a la campaña de la presidenta y la factura es, además de muy costosa, con dinero del crimen organizado. La tercera posible respuesta es que el exdelantero tiene un arsenal de pruebas que involucran al caudillo de Macuspana y que, de ser necesario, las haría públicas. Finalmente, la cuarta es que se trata de una cortina de humo a fin de desviar la atención ante la indignación nacional del rancho Izaguirre en Jalisco.
Por supuesto que se trata de suposiciones y consecuentemente son elucubraciones producto de mi imaginación política. Claro que dice la voz popular “piensa mal y acertarás”. De ahí que lo que observo es un pantano de deyecciones mal oliente y en permanente putrefacción en el cual se debaten ya dos personajes. La presidenta por un lado y el expresidente por el otro. Hasta el momento las diferencias las ha ganado, hasta donde se puede observar, el mentor de ella. Así tenemos que él le impuso la mitad de su gabinete, a los líderes de los diputados y senadores, al señor opacidad, Fernández Noroña, también a la señora Rosario Piedra, le vetó la ley en contra de la reelección y el nepotismo y ahora el salvamiento del presunto violador de su media hermana. Me queda claro que existen más casos de indudables evidencias de que vivimos un Maximato. Nuestra nación tiene un presidente y una vicepresidenta y ahora, como en los tiempos de Benito Mussolini, se antepone la tesis del Estado totalitario en el cual todo se justifica en el nombre de la ideología y del caudillo.
El fuero es el escudo que protege a los legisladores ante el acoso del Estado, pero no es sinónimo de impunidad, pues se trata de que nuestros representantes respeten las leyes y se comporten éticamente en el marco de la cultura de la legalidad. Pero ya quedó claro que en Morena la ley no es la ley y que la hipocresía de no robar, no mentir y no engañar es una fachada engañosa y carente de contenido. La burla de lo acontecido en la Cámara baja en favor del exfutbolista Blanco en contra de las mujeres es una gota más que, supongo, pronto llenará y desbordará el vaso de la dignidad de la lucha feminista. La sociedad sabe que, aunque Morena redacta leyes que fortalezcan el régimen autocrático de partido de Estado, aún tenemos el voto de castigo. Lo acontecido en favor del exgobernador morelense debido al apoyo del tabasqueño es una ofensa que, si la mandataria tiene dignidad, no debe permitir que pase desapercibida.