
Por Edmundo Cázarez C.
-Primera de tres partes-
Foto David Zepeda
La niñez del Padre José de Jesús Aguilar Valdés se caracterizó por una constante e ilimitada inquietud al grado que, jamás, le interesó llegar a ser adulto. Ayudado por una extraordinaria memoria, lograba alcanzar las metas que su imaginación le marcara, ya que su única preocupación era seguir siendo niño, y vaya que aún lo sigue pensando. De esta manera, a los 8 años de edad, su asombrosa hiperactividad, lo conduce para integrase al Coro Infantil de la Fábrica de Sueños, como se le conocía en aquel entonces a Televicentro, perteneciente a Telesistema Mexicano -hoy Televisa-, debido a su elevado nivel de inteligencia, de inmediato, se hizo acreedor del afecto y admiración de quienes lo conocían.
Ese constante deseo de superación, lo llevó a formar parte del famosísimo Ballet Folclórico de Amalia Hernández. Un torbellino de inquietudes que invadían su mente, pero sin poner límites, vamos, hasta quiso experimentar, vivir en carne propia lo que sufrían todos aquellos inmigrantes que se aventuraban en buscar “el sueño americano”, así es que decide irse de bracero a los Estados Unidos y llega a trabajar en el área de limpieza del estadio de los Dodgers en los Ángeles, California.
Con una brillante trayectoria y experiencia no solo en el ámbito eclesiástico, sino dentro de la cultura, arte y medios de comunicación, el Padre José de Jesús Aguilar Valdés, se ha desempeñado como director de Arte Sacro en la Conferencia del Episcopado Mexicano y subdirector en la Arquidiócesis de México. Asimismo, durante poco más de 25 años, impartió clases en el Seminario Conciliar de México, en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, en el Centro de Arte Mexicano y hasta se dio tiempo para impartir cursos de pintura y escultura en el Museo del Carmen y Museo Soumaya, entre otros lugares más.
Querido, respetado y admirado, el “Padre Titiritero”, como le llamaban cariñosamente por utilizar títeres para hacer más agradable el catecismo entre los niños, es también autor de miles de artículos publicados en periódicos y revistas, más de 500 cuentos y 16 libros sobre Pintura, Sicologìa, Historia del Arte, Viaje y Cultura, Preguntas y Respuestas sobre la Fe, Cuentos para entender el Evangelio, y “La Sede Vacante”, publicado en 2013, con motivo de la sorpresiva e inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI, surgiendo muchas interrogantes dentro y fuera del ámbito eclesiástico. Interrogantes no solo sobre el acto mismo de la renuncia Papal, sino diversidad de temas relacionados con la renuncia o el fallecimiento del Sumo Pontífice.
Sin lugar a dudas, la nueva publicación del libro “La Sede Vacante” en su edición 2025, representa un valioso texto imposible dejar de consultarlo porque contiene una apasionante y atractiva historia, así como interesantes detalles y las nuevas reglas del Cónclave que habrá de elegir al nuevo sucesor de la Santa sede, en el Vaticano. Así es que, para este reportero, no encontró mejor motivo para solicitarle una entrevista exclusiva, a quien le preguntamos: ¿Puede un Papa tomar decisiones equivocadas? ¿La Iglesia Católica está en riesgo? ¿Se acerca el último Papa en la historia de la Humanidad?, entre otros temas más.
A sus 70 años de edad, platicar con el Padre José de Jesús Aguilar, resulta una enorme delicia por su cultura, por ese “don de gentes” que le caracteriza y distingue. Sencillo en su trato, amable, educado, dueño de una prodigiosa memoria, alegre y con una energía sorprendente, en esta primera parte de la entrevista exclusiva que me concedió confiesa que el sacerdocio nunca fue un ideal de vida para él, dado que tenía muchísimas dudas acerca de la iglesia, y por lo mismo, nunca demostró ser muy religioso, ni mucho menos, ambicionaba ser monaguillo.
Entrevistado en la sacristía de la Parroquia de San Cosme y Damián, ubicada en la calle de Serapio Rendón de la colonia San Rafael, en la Ciudad de México, de la cual es su párroco desde 2004 y hasta la fecha, por cierto, con enormes esfuerzos, poco a poco, ha logrado restaurarla del deterioro provocado por el paso del tiempo. Una hermosa iglesia que data del Siglo XVIII que no había recibido mantenimiento ni restauración alguna, gracias a su ininterrumpida dedicación, hoy en día, luce en óptimas condiciones, una verdadera joya arquitectónica.
Al abordar su etapa infantil, nos narra que a los 7 años de edad estuvo a punto de morir, literalmente, vivió un verdadero “milagro”, porque los médicos lo habían desahuciado debido a una terrible infección intestinal que lo mantuvo al borde de la muerte.
Sin poder ocultar la sonrisa, con enorme satisfacción, recuerda lo que sintió incorporarse al entonces famoso y prestigiado Coro Infantil de Televicentro de Telesistema Mexicano (Hoy Televisa), que lo marcó de por vida, y que, con el paso de los años, tuviera una activa participación dentro de los medios de comunicación impresos y electrónicos, así como una creciente y productiva actividad en las redes sociales con más de un millón de seguidores.
– Padre, ¿cómo le va en la vida?
-Me va muy bien. Estoy convencido, esto mismo lo señalo en las conferencias que imparto sobre autoestima, el secreto de la felicidad está en tener buenas actitudes y buenas decisiones. La verdad, siempre me va muy bien, creo que con el entendimiento de que la vida es una maravillosa oportunidad de crear, construir, corregir y servir, la verdad, es que me va muy bien.
-A lo Mero Macho, ¿Los sacerdotes tienen algo que corregir, cuando se supone que son dignos representantes de Dios en la Tierra?
– ¡Vaya pregunta!! Mira mi queridísimo Edmundo, los sacerdotes o clérigos, somos simples seres mortales y estamos expuestos a cometer errores como cualquier otro ser humano, pero nuestro deber es, precisamente, conservar una conducta intachable en todos los aspectos y predicar con el ejemplo y buenas actitudes.
– ¿Se requiere de ayuda celestial para adoptar buenas actitudes?
-Para tomar buenas decisiones, es necesario el conocimiento de valores.
– ¿Valores que se imparten desde el seno familiar?
-Precisamente, por esta razón, cuando los padres siembran valores en sus hijos, los están preparando para la felicidad, y no, cuando los domestican para que hagan esto o aquello, sino cuando les enseñan la necesidad de saber elegir correctamente en la vida.
– ¿Qué sucede cuando optan por una mala elección?
-Cuando elijes lo bueno, lo correcto y lo mejor, siempre te tiene que ir bien…
– ¿…Y cuando las actitudes son opuestas?
-Hay muchas cosas en la vida que son maravillosas, pero, por una mala actitud, la echas a perder. También debo decirte que hay cosas malas que, con una buena actitud, las puedes corregir o soportar de la mejor manera.
– ¿Qué sucede cuando por cosas del destino nos volvemos agresivos y maldecimos todo, tal y como como sucedió con lo del COVID?
-Que buena pregunta!! En los cursos de tanatología que doy, hay dos personas que pasan, ambas, tienen cáncer y, sin embargo, una de ellas reniega de la vida, maldice a Dios, se pelea con los médicos, no quiere tomar las quimioterapias. En cambio, la otra, tiene una actitud totalmente positiva.
– ¿Lo que se siembre es lo que se cosecha?
-Pues sí. A lo largo del tiempo vemos que la que tuvo buena actitud, generalmente, se recupera, en cambio la otra no. Por eso cuando me preguntaste ¿Cómo me va en la vida?, yo te digo que como quiero que me vaya…
– ¿Pero no está enojado verdad?
-No, de ninguna manera, lo que sucede, es que no puedo cambiar muchas cosas que no dependen de mí, pero sí, puedo decidir cómo me quiero sentir ante esas circunstancias.
– A lo mero macho, ¿cómo le va?
-Bien, afortunadamente.
– ¿Un hombre iluminado por Dios que siendo niño visualizó ser un sacerdote respetado, querido y admirado por la gente?
-Mira, en primer lugar, ¿de niño…? Mmm… siempre pensaba seguir siendo niño. Jamás me interesó llegar a ser adulto… ¡y todavía lo sigo pensando!!
– ¿El niño que todos llevamos dentro?
-En el momento en que dejas de ser niño, creativo, curioso, arriesgado, sin miedo, es el momento o la forma en la que puedes vivir de la mejor manera.
– ¿Llegar a la etapa adulta es empezar a morir?
-Mucha gente cuando va llegando a la etapa adulta, como que va teniendo miedo al qué dirán. Va teniendo miedo arriesgarse, ser creativo, pero en mi caso no.
– ¿Entonces le sobró infancia?
-Ja, ja, ja… ¡sigo siendo un niño!!, aunque ya esté sin pelo y con barbas. Me he dado cuenta de que es la mejor actitud que puede tener alguien. Llegas a esa edad en donde la gente vive para darles gusto a los demás.
– ¿Y los demás pensarán lo mismo?
-Creo que es muy importante que los demás también tengan ese gusto, pero no, por una postura donde dejas de ser tú mismo.
-A lo Mero Macho… ¿sí quería ser sacerdote o no?
-Nunca me imaginé como sacerdote. El sacerdocio no era un ideal de vida para mí, ni tampoco fui muy religioso ni monaguillo.
– ¿Un sacerdote nace o se hace?
-Qué pregunta tan interesante me haces. En mi caso, esto se da después de los 20 años de edad.
– ¿Entonces qué es lo que pasaba por su cabeza?
-Siempre me imagine siendo arriesgado y ser lo que yo era.
– ¿Una niñez sumisa?
-Mira Edmundo, los recuerdos que tengo de la infancia… ¡Uff!!, primero, gozaba de una muy buena memoria, pero con cierto déficit de atención, de hecho, a veces tengo ese déficit de atención porque cuando me concentro en algo, como que me separo de otras cosas mentalmente.
– ¿Se rehúsa reconocer que era un estudiante brillante?
-Cuando estaba en segundo año de primaria, me consideraban un niño “superior” porque era capaz de leer rápidamente en los libros.
– ¿Digamos que era hiperactivo…?
-Me abrían un libro, inmediatamente leía lo que tenía ese libro hasta que la maestra se dio cuenta que en realidad… ¡¡¡no sabía leer!
– ¿Era tramposo o se aprendía de memoria lo que escuchaba?
-¡¡Exacto!!, así como escuchaba las lecturas, me las aprendía y sabía de memoria casi todo el libro, pero en realidad ¡¡no sabía leer!! Hasta que la maestra se dio cuenta y me cambió de libro… ¡¡Qué horror!!
-¡¡Zaz, se le cayó el teatrito!! ¿Tenía pavor quedar en ridículo?
-Por ello, tuve que repetir el segundo año de primaria. Pero, ya en tercer año, gané un concurso de lectura rápida en toda la zona.
– ¿Bueno, dice el refrán que en el pecado se lleva la penitencia?
-No es que lo haya hecho eso como travesura o trampa, sino que, simplemente, me gustaba mucho escuchar lecciones de historia y se me quedaban grabadas.
– ¿Insisto, un niño terriblemente hiperactivo?
-No fui muy dado andar en pandillas o en grupos de chamacos, sino que, más bien, era muy solitario, prefería estar pensando en muchas cosas, sobre todo, me gustaba mucho el mundo de los cuentos.
– ¿Cambiaba las pelotas o carritos por libros?
-Me gustaba muchísimo leer cuentos de los Hermanos Grimm, de Christian Andersen, incluso, libros de aquel entonces me los leía de volada, pero la imaginación me llevaba a muchas cosas positivas, y también negativas…
– ¿Ideaba cómo poner en práctica todo lo que leía?
-Cuando digo positivas, me refiero a que iba creando mis propios cuentos…
– ¿…Y por qué no lo hizo?
-Si se me hubiera ocurrido, me hubiera convertido en un niño escritor de cuentos. Ahora, soy un escritor de cuentos, son poco más de dos mil que he escrito.
– ¿La fantasía se terminaba al caer la noche?
-Como tú sabrás, en los cuentos no solamente aparecen las Hadas buenas, sino que, también, surgen los villanos, los malos y hasta el mismo demonio.
– ¿Tenía pavor irse a dormir?
-Cuando apagaban las luces de mi casa para irnos a dormir, mi imaginación hacia que las sombras de muebles y objetos se transformaran en fantasmas y monstruos, me llenaba de pavor.
– ¿Su creatividad tenía límites?
-La creatividad puede ser buena o mala, de acuerdo a lo que vas imaginando.
– ¿Se estaba convirtiendo en un prematuro sicólogo?
-En esa etapa de la infancia descubrí y sin saberlo, lo que era el mundo de la sicología, puedes crear a los demás como tus amigos o como monstruos.
– ¿El poder de la mente?
– ¡Exacto!!, con la mente puedes crear la idea que eres alguien bueno o alguien sumamente malo o un monstruo terrible, finalmente, se convierte en realidad. Cada quien va definiendo lo que quiere hacer de su vida.
– ¿En dónde transcurrió la fantástica infancia del niño José de Jesús Aguilar?
-En la Ciudad de México, aunque mis papás eran originarios de Coahuila. Mi papá se vino a trabajar en la Secretaría de Hacienda en Palacio Nacional.
– ¿A dónde llegaron a vivir?
-Cuando mis papás: Francisco Dámaso Aguilar Arrieta y Blanca Aurora Valdez Valdés, se mudan a la CDMX, ya venían con ellos tres de mis hermanas, después, nacimos aquí 5 hermanos más. A su arribo en la capital del país, se ubican en la colonia Jardín Balbuena, una colonia que en aquel momento estaba aislada hasta cierto punto del Centro Histórico, pero bendecida porque estaba toda llena de llanos y árboles inmensos, a donde íbamos a columpiarnos, recolectar grillos, quijotes y mojarnos en los charcos, pero de repente, se llenó de edificios y cambió totalmente el panorama.
– ¡Ah qué tiempos aquellos…!!
-Fue una época sana, salíamos a la calle a patinar o con la bicicleta sin ningún problema y cultivando buenas amistades.
– ¿No obstante su pasión por los libros, ¿cuál era su juguete favorito?
-¡¡Uff!!, no sabes cómo te agradezco me permitas recordar cosas tan bellas de mi infancia con esta entrevista. Mmm, respondiendo a tu pregunta: Mi juguete favorito, aunque tuvieron que tirarlo a la basura, y después de habérmelo escondido infinidad de veces, era un conejo de peluche que me acompañaba durante las noches, con el que me sentía protegido.
– ¿Cómo se llamaba el conejo?
-Nunca le puse nombre, pero ahorita que me acuerdo, después tuve otro juguete, un tren que repetía exactamente el sonido de un tren de verdad.
– ¿Un niño exigente en su carta a los Reyes Magos?
-Fíjate que como mi familia era del norte del país, nunca escuchamos hablar de los Santos Reyes, a nosotros, nos traía Santa Claus o el Niño Dios.
– ¿Y qué les pedía?
-Sabíamos que el Niño Dios, siempre, nos iba a traer ropa porque nos quería ver bien abrigados, lo que pedíamos, era lo que veíamos en la televisión.
– ¿Qué programas veía?
-En aquel entonces, la programación de la televisión comenzaba a partir de la cinco de la tarde con el “Tío Gamboin”, en donde las marcas Plastimarx, Ledy tenían mucha influencia, los niños veían en la tele aquellos laboratorios de química, futbolitos; mientras que, para otros niños, eran las avalanchas y pelotas.
– ¿José de Jesús Aguilar hacía su carta pegado a la televisión?
-En mi casa teníamos una ventaja, como mi papá trabajaba en la Secretaría de Hacienda, se decomisaban muchos juguetes que entraban al país de contrabando, juguetes que provenían China, eran maravillosos, muñecas que hablaban, helicópteros que realmente volaban. Los repartían entre los hijos de los trabajadores, así es que casi siempre teníamos juguetes sofisticados y modernos.
– ¿Qué número ocupó entre los hermanos?
-El número quinto, recuerda que no hay quinto malo, ja, ja, ja.
– ¿Pero habían sido puras mujeres?
– ¡Exacto!!, eran tres hermanas mayores. Según me contaron, mi mamá veía la desesperación de mi papa por tener un hijo varón, por más que le rogaban a Dios, el niño no llegaba por nada. Hasta que se le ocurrió ir a rezarle a San Antonio de Padua, en una pequeña iglesia de Coahuila, para que le diera un hijo, mi papá ya la había amenazado que si no le daba un niño… ¡se iría con otra mujer!!
– ¿La fe mueve montañas?
-A mi mamá se le ocurre robarse el niño de la escultura de San Antonio, se pone de pie frente a la imagen y le dijo: “No te lo voy a regresar hasta que me des un niño” Total, pasaron varios meses hasta que un buen día, le dan la noticia que estaba embarazada, y como en ese entonces no existía el ultrasonido, nace mi hermano a quien le pusieron el nombre de Antonio.
– ¿Y el niño de la escultura?
-Fue y lo regresó a la iglesia, aunque el párroco le puso una tremenda regañada al grado que mi mamá no sabía donde meterse de la vergüenza.
– ¿Bueno, le perdonaban la travesura a su mamá…?
-Pues sí y no…
– ¿…Por qué no?
-Mi mamá me contó algo muy curioso, que cuando ingresé al seminario, había soñado que San Antonio le había dicho: “Tú me quitaste a mi niño, ahora…” ¡Yo te quito a tu hijo!!
– ¿Un niño colmado de mimos”
-No, fíjate que no, y te digo que no, porque entre los ocho hermanos que éramos, no puedes estar del todo “mimado”, mucho menos, cuando eres de en medio, después de mí, llegó una hermana muy chiquita que cuando la cargué, fui a tirarla a la basura porque estaba demasiado chiquita y pensaba que era de juguete. Después de diez años, llegaron dos hermanas más. Así es que no tenía manera alguna de estar mimado.
– ¿Qué reprimendas recibía debido a sus constantes travesuras?
-Por supuesto… ¡era el cinturón de mi papá!!
– ¿Cuál fue la travesura que jamás se le olvidará?
-Mi mente siempre estaba ideando hacer cosas. Se iba la luz en todo el edificio donde vivía, agarraba cinta adhesiva, y de volada, se la ponía a todos los timbres a la entrada del edificio, así como a las casas de los vecinos, de modo que cuando llegaba la luz, me atacaba de risa escuchando el escándalo de timbres en todas partes.
– ¿También era igual de travieso en la escuela?
-Recuerdo que en la escuela nos pidieron lleváramos anilina para pintar huesitos de chabacano y duraznos para jugar matatena. De regreso a mi casa, fui a comprar un cuarto de kilo de anilina color rojo y la eché en los tinacos del edificio… ¡el agua de todas las casas salía de color rojo…!!
– ¿Descubrieron su travesura…?
-Nunca imagine las consecuencias, lo peor de todo, es que mis dedos estaban manchados de rojo. Además… ¡Eran mis travesuras y no invitaba a nadie!! Ese día, sí que me dieron una buena tunda con el cinturón, a partir de ahí, ya no hice más travesuras.
– ¿Y de castigo, ni domingo le daban?
-Lo que más me dolía, eran las regañadas de mi papá y que me dejara de hablar.
– ¿Cuál fue el día más triste de su niñez?
-Que me andaba muriendo cuando tenía 7 años de edad. Empecé con diarrea, lamentablemente, los médicos no encontraban lo que tenía, me tuvieron que llevar de emergencia al hospital de Hacienda, quedé totalmente aislado, creyeron que tenía una enfermedad contagiosa.
– ¿De verdad pensó que se iba a morir?
-Lo peor de todo, fue cuando escuche a uno de los médicos decirle a mi papá que ya no tenía remedio, pero, lo que más me puso triste, es que era tiempo de navidad… ¡y yo en el hospital!! Un día, va a mi cuarto una doctora quien me había llevado un camioncito del ejército y una pelota. Vi que nadie me vigilaba, me puse a patear la pelota dentro de mi cuarto.
– ¿Se encomendaba a Dios para que se aliviara rápido?
-No sé si haya sido resultado del esfuerzo que hice parteando la pelota, pero a la siguiente evacuación, los médicos descubrieron que había arrojado una cáscara de tejocote que se me había pegado al intestino, era lo que me provocaba las diarreas, gracias a eso, me dieron de alta.
– ¿Cuál era su programa de televisión favorito?
–Woonderlandia, en el que yo salía…
– ¿Un niño artista?
-Estando ahí, fue donde conocí a Janet Arceo.
– ¿Cómo llega a la televisión?
-Mi mamá se esforzaba por mantenernos ocupados, la verdad, éramos muy traviesos. A los más chicos, nos dejó hacer lo que quisiéramos. A mi hermana, la menor, le gustaba mucho el baile, cosa que a mí también. Total, nos metimos a un grupo de baile folclórico, ¡fuimos invitados al programa de televisión “Wonderlandia!”, donde participaban infinidad de niños cantando y bailando. A partir de ahí, me gustó estar metido en el mundo de la televisión.
– ¿Qué sintió estar en televicentro?
-Nada en especial. No les tenía miedo a las cámaras. Cuando haces lo que te gusta, no le tienes miedo, y eso, que grabábamos a partir de las 10 de la noche a las 5 de la mañana, eran programas en blanco y negro.
– ¿Qué sentía conocer a los personajes que veía en la tele?
-Me acuerdo que estuve platicando con el Mago Chen-Kai. Todo eso se me fue quedando porque en mi sacerdocio utilice la magia, los títeres, el teatro y la iluminación. Mi hermana siguió en la Compañía Infantil de Televicentro del maestro Francisco Garrido y decidí salirme porque ya no me gustaba tanto el baile.
– ¿Por el simple hecho de salir en la tele, adiós tareas y escuela?
-No, para nada. Una de mis hermanas, nos traía como chicotito, no nos dejaba salir a la calle y me amenazaba no ir a Televicentro si no hacía la tarea. Por cierto, la tarea más difícil, era aprenderme las tablas de multiplicar.
– ¿Cómo desarrolla su pubertad y adolescencia?
-Ingresé a la secundaria 88 y como sabía bailar, los maestros no dudaron integrarme al grupo de baile. Estando ahí, me gustaban muchísimo las clases de literatura y química. Aunque me costaba mucho trabajo levantarme tempranito, me inscribieron en el turno de la tarde.
– ¿Su materia “coco”?
-No tuve materia “coco”, mientras que a mis compañeros se les dificultaba mucho el inglés. La materia que yo anhelaba y que nunca me dieron, era Artes Plásticas.
– ¿Por qué?
-Me entusiasmaba mucho todo lo que fueran pinturas, esculturas. Me acuerdo que hice el coraje de mi vida porque, sin consultarme, me mandaron al taller de electricidad y nomás no daba el ancho.
– ¿Cómo canalizaba su inquietud de escribir en la secundaria?
-Formé el periodiquito “Expresión 88”
– ¿Cuál fue su primera novia?
-Fíjate que en la secundaria aprendí algo que, si te gustaba alguien, tenías que dedicarte a molestarla, tanto chicas y chicos, así era. Ahora, ya han cambiado mucho las cosas, para decirle a alguien que te gustaba… ¡la clave era molestarla!!
– ¿Cuáles eran sus pasatiempos como púber?
-La televisión siempre fue un atractivo para mí. Para ese entonces, ya me gustaba mucho tocar la guitarra…
– ¿Qué cancines tocaba?
-Tocaba canciones como “Mujer”, “Perfidia” y El reloj, entre otras muchas más.
– ¿Era dado a llevar serenatas?
-Más que llevar serenata a las muchachas, era a las mamás. En tercer año de secundaria, también estuve en el grupo de teatro.
– ¿Cuántas veces se fue de “pinta”?
-Solo una vez, y eso, porque me jalaron otras personas. Nos fuimos a Chapultepec, pero me sentía muy mal, tan es así, que me fui directo a la secundaria y me quedé afuera esperando que abrieran. Para mí, la escuela era una delicia y no un tormento. Solamente reprobé matemáticas, las ecuaciones fueron mi dolor de cabeza.
– ¿Qué ambicionaba ser de grande?
-Piloto aviador, me imaginaba que volaba, que era astronauta iba a otros planetas.
– ¿Qué deportes practicaba?
-Ninguno, no fui, pero nada bueno para los deportes. Cuando me tocaba deportes en la secundaria, se me ocurría irme de corbata, si acaso la natación, y eso, porque mi papá nos llevaba de vacaciones, pero lo hacía para no ahogarme en las albercas o en el mar.
– ¿Cuántas veces se cayó de la bicicleta?
– ¡No!!, de donde me caí, fue del pasamanos porque me aburría ir de palito en palito, quería abarcar de dos en dos o de tres en tres… ¡y zaz!!, caí como rana de espaldas y perdí la respiración
– ¿En la fiesta de graduación de secundaria era la atracción bailando?
– ¡Pues no!!, y te digo que no, porque no hubo dinero para los gastos que ello representaba.
– Al concluir la secundaria, ¿cuál era su imagen del México de ese entonces?
-La única imagen que tenía en mi cabeza, era del México del 68.
– ¿La noche de Tlatelolco?
-Era un estudiante de secundaria, todo mundo hablaba que vendría muchísima gente de muchos países y que se iba a inaugurar una Villa Olímpica.
– ¿Cómo veía al México de ese entonces?
-Era un México que me gustó mucho. Un México con la inauguración del Metro donde toda la gente estaba espantaba porque iba a ser transportada por debajo de la tierra.
– ¿El arribo de un México moderno?
– ¡Exacto!!, fue un México que me abrió las puertas, que me impactó muchísimo, me sentí muy orgulloso de mi país. Ver en la televisión la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos y las medallas que ganaron nuestros atletas.
– ¿Y la otra cara del México, con muertes de estudiantes?
-Aunque también había otra cara de México. En esa época, tal parecía que ser estudiante era un delito y como mi papá trabajaba en la Secretaría de Hacienda en Palacio Nacional, un día fuimos a verlo para pedirle dinero, en eso, llegan un montón de militares sacando a todo mundo a la plancha del Zócalo…
– ¿Amenaza de bomba o algo así?
– ¡No!!, sino que iba a salir el presidente de la República porque iba a retirar una bandera que unos estudiantes habían subido una bandera de huelga, en lugar de la bandera nacional, pero cuando salimos, había muchísimos estudiantes del otro lado gritando consignas en contra del presidente Díaz Ordaz.
– ¡Usted se espantó?
-Yo no entendía, a ciencia cierta, qué es lo que estaba sucediendo, de pronto, por un costado de Palacio Nacional, por la calle de Moneda, aparecen tanques del Ejército y toda la gente empieza a correr despavorida para ponerse a salvo…
– ¿Ustedes buscaron refugiaron en el Metro?
-No, mi papá hizo que nos metiéramos corriendo a Palacio Nacional, apenas acabábamos de entrar, cuando escuchamos que cierran las puertas de Palacio Nacional. No entendía nada de lo que acontecía. Algo que jamás habré de olvidar.
– ¿Dónde decide estudiar la Prepa?
-Después de que terminé la secundaria, no supe que hacer. Quise ingresar a una Escuela de Aviación para convertirme en piloto, pero por mi limitación de la vista, ya no pude.
– ¿Se le cerró el mundo?
-Lo has dicho a la perfección: ¡¡Se me cerró el mundo!! En mi cabeza había muchas ideas y me preguntaba a mí mismo ¿Qué quieres ser en realidad, maestro?, pero era complicado porque si no dabas una lana, no podías ingresar a la Escuela Normal.
– ¿Se sentía solo y confundido?
-Finalmente, una chica que, en ese tiempo era mi novia, me aconsejó estudiar Administración de Empresas, sin pensarlo más, voy y me inscribí en la Vocacional 5 de la UNAM, pero sin muchas ganas.
– ¿A lo mero macho, deseaba tirar la toalla?
-Iba a clases sin ganas.
– ¿Afloraba el chamaco rebelde?
-Antes de responder la pregunta, me observa detenidamente, suspira profundamente y con voz suave me dice-: “Quiero decirte que tienes algo de sicólogo, la verdad, te felicito por tu agudeza. En efecto, esa etapa fue algo de unirme a la rebeldía, aunque no entendía absolutamente nada del movimiento estudiantil del 68…”
– ¿…No me diga que traía el pelo largo como “hippie”?
– ¡Sí!!, lo traía hasta los hombros, además, andaba vestido con huaraches, pantalones de los atrevidos y una serie de colguijes. Ja, ja, ja, en apariencia… ¡era un mugroso “hippie”, pero, en la esencia no.
– ¿Cómo se da su acercamiento a lo espiritual?
-Como no me sentía nada contento en la Voca 5, mi novia me invita a unos Ejercicios Cuaresmales para jóvenes en la Iglesia del Buen Tono…
– ¿…Estaba decidido darle un giro a su vida?
-Simplemente, era acompañar a mi novia. Yo no era muy religioso, tenía muchísimas dudas acerca de la iglesia y que mis padres nunca me las respondieron.
– ¿Los enigmas de las religiones?
-Cuando no te responden algo, te sientes decepcionado.
– ¿Y qué pasó?
-Resulta que el predicador, era un sacerdote experto en arte, música, sicología, director del Coro de la Ópera de Bellas Artes, cuando hablaba, no era un simple cura que decía: “Hay que ser bueno y debes de entregarte a Diosito” ¡No!!, te hablaba de una forma increíble de la vida y de los valores.
– ¿Cuánto duraron los Ejercicios Cuaresmales?
-Fueron cinco días, pero se me hicieron inmensamente interesantes. Ahora era yo, quien le decía a mi novia que fuéramos todos los días. El cura Javier González, originario de Texcoco concluía diciendo. “Hay que saber elegir lo que a uno le gusta en la vida”.
– ¿Sus palabras le llegaron a lo más profundo?
-Mencionó que, dentro de las vocaciones para jóvenes, figuraba el sacerdocio, ni tardo ni perezoso me le acerco y le pregunto ¿Un sacerdote que hace?
– ¿Y qué le respondió?
-Me dijo: “Un sacerdote como yo, puede ayudar a la Iglesia con la música, componiendo, arreglando e interpretando. Puede ser sicólogo y orientar a la gente en sus problemas. Puede tener estudios de leyes y orientar a la gente en sus problemas legales en cuanto a protección y divorcios. Puede ser sociólogo y ayudar a transformar a la sociedad. Puede ser alguien que asesore a los pintores y escultores.
– ¿Y usted qué pensó ante todo ello?
-Me dije hacia dentro de mi: “Yo tengo todas esas vocaciones” Me obsequió una tarjeta del Seminario y no lo volví a verlo hasta un año después, precisamente, cuando ingresé al seminario.
– ¿Se identificó con él, por la ayuda que podría brindar a los demás, pero, sin ser sacerdote verdad?
– ¡Exacto!! En esa etapa en la que me encontraba mal, en la Vocacional, mis papás me metieron a trabajar en la galletera Macma, luego, como Vista Aduanal, pero en las noches me iba a la Merced…
– ¿Cómo cargador?
– ¡No!!, sino con la idea de convertir a las prostitutas…
– ¿A la fe cristiana?
– ¡No!!, tampoco, era que dejaran de hacer a lo que se dedicaban, también hice lo mismo con los rateros, por tal motivo, llegaba a mi casa muy noche…
– ¿Estaban de acuerdo sus papás?
-En mi casa eran muy poco tolerantes para que llegara tan tarde, a tal grado que mi papá me dijo: “Si no llegas a buena hora, ahí está tu cama en el patio.”
– ¿Sabían lo que andaba haciendo?
-Cuando les comenté, no daban crédito.
– ¿No temía que le sucediera algo en la Merced?
-Uff, varias veces me amenazaron, fueron experiencias increíbles, pero gracias a Dios, nunca me sucedió nada.
– ¿De verdad era tan osado y sin medir las consecuencias?
-De cierta forma sentía el peligro. Un día, uno de esos raterillos sacó una pistola entre sus ropas y me apuntó y me dijo: ”Por andarte metiendo en lo que no te importa, ya te cargó mucho la…” Escuché cuando cortó cartucho y pensé que hasta ahí había llegado mi vida…
– ¡Qué horror!!, empezó a llorar?
-En eso, se empiezan a reír los otros raterillos que estaban ahí, ¡¡Era una pistola de juguete con la que me estaban asaltando…!!
– ¿De verdad no tenía miedo ni se hizo “pipi”?
-Fíjate que en ese momento no me entró pavor. Me dicen que querían cantar en una iglesia.
– ¿Era cantarle a la desgracia?
-En ese tiempo, estaba de moda que grupos de jóvenes cantaran en las iglesias e insistían que yo sabía tocar la guitarra y que les enseñara.
– ¿Y qué hizo?
-Busqué algunos cantos y les enseñé. El primer día que fuimos a una iglesia, nos atendió un cura de edad avanzada, le explicamos de lo que se trataba. Nos observó detenidamente y exclamó: “Muy bien, pasen todos, menos ese greñudo con cara de drogadicto y se me larga”, pero resulta que… ¡ese greñudo era yo!!
-Continuará