NIDIA MARIN
Pagando las consecuencias de todo un sexenio de manga ancha para la delincuencia organizada, hoy México enfrenta el desbordado crecimiento de la misma en prácticamente todas las entidades de la República, las desapariciones constantes, así como la internacionalización de los delitos por parte de mexicanos.
Es un hecho la incursión del crimen organizado en gran medida de la vida pública del país para traficar drogas y personas, secuestrar, asesinar y obtener poder político, mismo que se podrá observar a gran escala una vez que transcurran las elecciones de los jueces en junio próximo.
En nuestro país ha sido tal el crecimiento de ese cáncer, que decenas de poblaciones de los diversos estados de la república están en manos de autoridades colocadas en el candelero político por los delincuentes.
De ahí que México cuente actualmente con el denominado “sistema económico clandestino”, como dijera Moisés Moreno Hernández en su trabajo para el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM “Política Criminal Frente a la Delincuencia Organizada”.
Uno de los componentes principales dice, es el narcotráfico, el cual “arroja por sí mismo ganancias exorbitantes e implica la evasión fiscal y las prácticas comerciales restrictivas para eliminar la competencia”.
Otras consecuencias de estas conductas ilícitas, añade, “…lo constituyen: el “comercio ilícito de armas”, “el uso de la fuerza física”, “la corrupción”, la “pérdida de la seguridad urbana y rural” y aún “la participación en conflictos políticos y étnicos”; por lo que, se afirma, plantea una amenaza directa para la estabilidad de las naciones (en este caso de México) y constituye un ataque frontal contra las autoridades políticas de los Estados”.
Y ciertamente, “…durante los últimos años los “ajustes de cuentas” y la disputa entre carteles, para controlar las rutas y el mercado, han ocasionado una gran cantidad de muertes, entre las que se cuentan no sólo las de otros miembros de organizaciones delictivas, sino también las de miembros de las corporaciones encargadas de combatirlos. Por otro lado, se han decomisado grandes arsenales de armas de diferentes calibres, como lo informan las instancias oficiales”.
A juicio de este especialista…
“Es necesario remarcar que el avance de la delincuencia organizada, o el que no se le combata eficazmente en México, está también muy relacionado con el problema de “corrupción” de los “cuerpos de seguridad pública”, a tal grado que, incluso en las tragedias más lamentables de los últimos años, se han visto involucrados policías o ex policías de diferentes corporaciones. Por ello, la gran necesidad de más adecuados y funcionales medios de control frente a la delincuencia organizada”.
EL ESCEPTICISMO
A GALOPE TENDIDO
Y el escepticismo galopa: ayer cuando se escribió el libro y hoy ante los terribles hechos ocurridos en los ranchos Izaguirre y De la Vega, en Teuchitlán, Jalisco y el ocultamiento que hacen las autoridades, además de su inacción.
Ya lo decía Moreno Hernández en su trabajo:
“Como puede observarse, por lo que hace a la estrategia gubernamental, esta parte en principio de un discurso previamente planeado y estructurado, con un objetivo delimitado. En dicho discurso, están presentes diversos argumentos que se hacen valer para legitimar o justificar la actitud del gobierno (y de otros sectores políticos determinantes) y sus medios políticos criminales frente al problema del tráfico de drogas y de toda la delincuencia organizada”.
Y nosotros preguntamos: ¿Algún día se sabrá la verdad sobre los hechos ocurridos en el rancho?
Probablemente no, porque la planificación para ocultarla y para dar atole con el dedo continuará por lo menos en el actual sexenio.
El estudioso señala:
“Dada la diversidad de figuras delictivas, que están relacionadas con la delincuencia organizada, como son: terrorismo, narcotráfico, tráfico de armas, tráfico de indocumentados, secuestro, robo de vehículos, falsificación de moneda, lavado de dinero, entre otros, definitivamente no puede hablarse de un solo bien o de un solo grupo de bienes jurídicos, fácilmente identificables, sino tendrá que hablarse en abstracto de diversos bienes jurídicos que entran en consideración, pero que en el caso concreto necesariamente tendrá que individualizarse, dependiendo de la forma en que se manifiesta la delincuencia organizada”.
Además:
“Es en el caso concreto, en el que se establecerá la conducta y el tipo penal que se han realizado, donde se determinará cuál es el bien jurídico que efectivamente resultó lesionado o puesto en peligro. De esta manera, la realidad nos mostrará qué tanto es la salud pública, la vida, la libertad o la seguridad del Estado, etcétera, la que ha sido afectada, o qué tanto alguno de esos bienes sólo cumple una función simbólica o de pretexto; e igualmente, podrá determinarse qué tanto hay de cierto en los contenidos de los discursos”.
Como escribieran Rubén Blades y Seis del Solar la canción “Desapariciones”:
“Busca en el agua y en los matorrales / (¿Y por qué es que se desaparecen?) / Porque no todos somos iguales / (¿Y cuándo vuelve el desaparecido?) / Cada vez que los trae el pensamiento / (¿Cómo se le habla al desaparecido?) / Con la emoción apretando por dentro”.
