
Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Teuchitlán, supera en veinte veces el número de probables víctimas en Ayotzinapa. Y en cinco los hallazgos en San Fernando, Tamaulipas.
¡Es un escándalo mundial!
No es responsabilidad política de la actual presidenta mexicana.
Es de todos aquellos que en su momento tuvieron conocimiento del crematorio presuntamente operado por el CJNG. Un video considerado fake news, en el que aparecen encapuchados que dicen ser del grupo criminal señalado, desmiente la versión que apunta hacia su campo de capacitación y que tenía con fin exterminar a quienes no pasaran “el examen” para ser integrante del cártel. Los restos de jóvenes, así se ha informado preliminarmente sin tener los resultados forenses, no acudieron por su voluntad. Fuero secuestrados y reportados como desaparecidos por sus familiares.
Son hasta ahora los datos que se han dado a conocer.
Hay que resaltar que ayer, en la junta de “gabinete de seguridad”, realizada todas las mañanas en Palacio Nacional, estuvo presente el gobernador Pablo Lemus, con apenas dos meses de mandato y al que se le reclama no haber sabido nada del tema.
El caso, minimizado inicialmente por la presidenta de la República, giró en 360 grados e inundó las páginas de los rotativos, los noticieros de televisión, los de radio y las redes sociales a nivel global.
No es para menos.
Porque si todas las evidencias apuntan a un crematorio controlado por el crimen organizado con sede en Jalisco, es imposible tapar el sol con una frase como esa pronunciada por la jefa del Estado Mexicano: ya déjenlo en paz, al referirse a los apuntes de los comentócratas que relacionan el hecho con el narcopresidente.
Quienes conocen el actuar de los criminales, apuntan la negligencia gubernamental con la no-política para combatirlos. La postura de abrazos, no balazos, sustentada en la suposición de “atacar la raíz del problema”, solamente permitió la expansión insólita de los violadores de la legalidad, narcotraficantes y “empresarios” del crimen.
Sorprende que la preocupación del Gobierno federal sea hurgar en las redes sociales para detectar quienes difundieron los mensajes en los que responsabilizan al narcogobierno de Andrés Manuel López en lugar de indagar cómo, cuando, quienes y porque cometieron lo que ya se tipifica como genocidio.
Más aún, la gravedad del caso parece ser la punta del iceberg de la existencia de numerosos crematorios, campos de exterminio, que operan los criminales.
Sin embargo, la preocupación del Gobierno es saber quien dirige los “ataques” en contra de la presidenta.
Argumenta su genio cibernético, Miguel Ángel Elorza, coordinador de la sección Infodemia, quien apareció en la mañanera del no-pueblo, para afirmar que fueron detectadas 87 mil 866 cuentas bots, que han intervenido generando 973 mil 500 publicaciones, como retweets, posteos y respuestas a tuits.
Además, 59.2%, o sea, 54 mil 500 de las cuentas participantes, utilizaron hashtags de ataque contra el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador y la ahora presidenta Claudia Sheinbaum, durante la campaña presidencial.
Vaya, toda una granja cibernética como la utilizada en el gobierno del que ¿se fue? y que fue documentada por diversos investigadores e incluso con fotografías.
Se entiende que la presidenta defienda a su mentor y más que no evalúe con los pies en la tierra la opinión sobre el narcogobierno del pasado mediato.
Preocuparse porque la desprestigien, muestra un ego similar al de su mentor. Como si todo fuera transmitido por ósmosis.
La tragedia tiene víctimas que, por la narrativa oficial, pasaron a ser victimarios del “mejor presidente que ha tenido México”.
¡Uff!
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