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JUAN JOSÉ BARRIENTOS
“Los derechos humanos …son elementos fundamentales para el correcto desarrollo de los procesos universitarios y la mejora de las condiciones académicas”, enfatizó el Dr. Martín Aguilar Sánchez, rector de la Universidad Veracruzana (UV), en una reunión que sostuvo hace unos meses con directivos y coordinadores de la región Coatzacoalcos-Minatitlán, en la sala de videoconferencias de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI).
El caso es que en los casi tres años y medio que lleva en la rectoría, sus colaboradores no han hecho lo que les corresponde para resolver algunos problemas, como el del reglamento editorial.
Ese reglamento, vigente, aprobado por el Consejo General Universitario el 14 de diciembre del 2016 y al que se le han hecho algunas enmiendas aprobadas el 19 de diciembre de 2022, presenta lagunas y omisiones, que generan incertidumbre y dan lugar a arbitrariedades.
Se viola el derecho a la seguridad jurídica, que es el derecho que tienen las personas a que se les garantice un marco legal justo y claro, que les permita ejercer sus derechos y tomar decisiones.
De acuerdo a ese reglamento, se requiere que las obras que se le propongan a la editorial sean “inéditas” pero no se aclara qué se entiende por “inéditas”, como es usual en las convocatorias de los concursos literarios, y en el reglamento anterior se admitían obras ya publicadas, que tuvieran “algo nuevo”, como un prólogo, por ejemplo, y eso permitió que se reeditaran acertadamente las memorias de Maples Arce, que originalmente aparecieron en España.
Y el caso es que la Universidad Veracruzana ha reeditado innumerables obras que ya habían sido publicadas como Romance en tres patas, de Katie Hoffner, sobre Glenn Gould, que coeditó con Elefanta y originalmente apareció con el sello de Turner.
También se requiere que quien presente una obra posea la titularidad de los derechos de autor de la misma, pero en realidad la Universidad Veracruzana ha tenido que pagar por esos derechos en muchos casos, como el de la antología de cuentos “imprescindibles” de Mario Muñoz, por la que se desembolsaron 50 mil pesos, de acuerdo a datos obtenidos por medio de Transparencia.
El caso, en fin, es que hay discrepancia entre lo que se hace y lo establecido en el reglamento, por lo cual resulta obsoleto.
Y lo peor es que nadie parece dispuesto a modificarlo, aunque de acuerdo con el Estatuto general de la universidad, “El Director de normatividad es el responsable de la actualización de la legislación universitaria” y existe además una “comisión de reglamentos”, que debe supervisar los que se someten a la aprobación del Consejo general universitario.
También se viola, en otros casos, el derecho a un trato equitativo.
Por ejemplo, entre el 25 y 30 de Agosto del año pasado se realizó el Festival de la lectura y se le otorgaron reconocimientos a nombre de la UV a varios promotores y animadores de grupos o clubes de lectores, PERO nunca se emitió una convocatoria para presentar candidatos, como sería correcto, por lo cual se ninguneó a otras personas que han estado reseñando libros en la prensa e incluso en otros medios.
Y lo mismo pasa en el caso del curso de “Creación literaria para jóvenes” que anualmente realizan la UV y la Fundación para las Letras mexicanas desde el 2009 y que el año pasado se realizó del 17 al 30 de junio, pues los directores de la Facultad de Letras y el Instituto de Investigaciones Lingüísticos-literarias, Maestro Pablo Rojas y la Dra. Estela Castillo, asignan arbitrariamente los talleres y charlas con el Director general de esa organización, Eduardo Langagne, sin haber emitido previamente una convocatoria para que todos los interesados puedan participar.
Y así están las cosas.