*El Segundo Piso de una Quimera Carente
de Cimientos que Apuntala al Autoritarismo
*Equivocada Conducción de Comunicación
Propagandista de la Presidenta de México
*Deshacerse de un Caudillo es Difícil Tarea;
Cárdenas Tardo 15 Meses en Expulsar a Calles
POR EZEQUIEL GAYTÁN
En la Teoría de la Organización dice un proverbio que la persona hace al puesto y de alguna manera es cierto, pero no totalmente. Es innegable que poseer un nombramiento de envergadura despliega un cierto halo de poder y a partir de ahí la relación mando – obediencia establece ciertas reglas de operación no escritas que poco a poco van configurando el perfil de liderazgo y el desempeño del personal de la organización.
De entrada, habría que señalar, cuanto antes, que no es lo mismo el perfil de un director de una empresa privada que el del titular del poder ejecutivo de una nación, ya que el primero será evaluado en la medida que la empresa sea productiva, rentable y genere ganancias, mientras que el segundo estará sujeto a una serie de variables políticas, económicas, jurídicas, sociales, ecológicas y administrativas orientadas en lo posible al desarrollo integral de la sociedad. De ahí que la administración de empresas y la administración pública son dos esferas de acción con grandes diferencias y sólo las une la aplicación del proceso administrativo.
Para fines de este artículo me centraré en la persona de Claudia Sheinbaum, pues es la titular del Poder Ejecutivo Federal de México, es nuestra presidenta, nos guste o no, y estamos sujetos a sus decisiones. De entrada, llegó con legitimidad cuestionada, no obstante que sus publicistas la arropan con los poco más de treinta millones de votos y que su partido político fraudulentamente acaparó las mayorías absolutas en las dos cámaras del Congreso de la Unión, la verdad es que se trató de una elección de Estado, la proyectó su mentor violando la ley y el tabasqueño le impuso a la mitad de su gabinete. Más aún, ella trata de emularlo en las conferencias mañaneras, pues, aunque es un formato con escenografía diferente, el fondo es el mismo: marcar la agenda propagandística del día y atender superficialmente o desviar la atención de los asuntos estratégicos y prioritarios.
Es cierto que parte fundamental de gobernar es comunicar. Pero comunicar qué, cómo, cuándo y dónde. Y ahí está el detalle, ya que muchas veces lo importante en política es la capacidad histriónica del líder. De hecho, la historia registra casos emblemáticos de oradores que supieron llegar a las masas para bien o para mal. En el caso mexicano reconozco que el hombre de Macuspana si supo llegar al oído y corazón de muchos, pero para dividir el país, restarle dinámica a la economía, enaltecer el resentimiento social y asumir una actitud maniqueísta acerca de su gestión e ideología. Ahora la señora Sheinbaum, al carecer de un estilo personal de gobernar y no tener ideas propias lo que demuestra es que el puesto, hasta el momento, le queda grande.
En lo personal me sorprendió que los publicistas de la presidenta le vendieran la idea, supuestamente original, de que en la fotografía oficial no estuviese ella sentada en la Silla del Águila, sino parada y a un costado. Lo cual podría tener muchas explicaciones. Algunas de ellas son psicológicas, por ejemplo, Emiliano Zapata la consideraba una silla maldita, otras son sociológicas, pues implican asentar con ironía las posaderas en un trono y otras son ejemplificativas de la semiótica política, léase, es mostrar y demostrar quien tiene el poder.
De entrada, la presidenta dejó, en la fotografía aludida, un vacío entre ella y la silla presidencial. Desconozco los argumentos que sustentan la idea. Las distintas explicaciones pueden caer en el sarcasmo y decir que ella le está guardando el lugar a su mentor. Ojalá me equivoque. Pero la historia de la humanidad me enseña que el concepto del trono está indisolublemente vinculado con el poder.
Por lo anterior el lugar físico donde se sienta y asienta el poder es el símbolo del puesto. Para el rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda lo significativo no era estar en una cabecera de la mesa, sino que, aunque todas las sillas eran iguales, el rey hacia al puesto. Podría aludir a muchos otros ejemplos de lo significativo de los tronos y sillas, así como de que representan que no hay vacíos de poder. Léase, en el trono del poder solo se sienta una persona y nadie más.
De ahí que considero que la presidenta, a casi tres meses de haber protestado cumplir el encargo popular, no logra hacer, crear, recrear, configurar y disfrutar el puesto. Tal vez mi conclusión es subjetiva, precipitada y está sujeta a la percepción. No olvido que el general Cárdenas tardó quince meses en enviar al exilio al expresidente Elías Calles, pues deshacerse de un caudillo y sus sombras exige la definición de una estrategia fina de alta política.
Un líder solo es líder en la medida en que tiene algo que ofrecer. Si no logra cumplir con lo ofrecido la sociedad se desilusiona, se decepciona y cambia de líder. Claudia Sheinbaum ofrece un segundo piso de una quimera carente de cimientos y que apuntala al autoritarismo. Así que su reto no es un segundo nivel, sino hacer los cimientos y para eso se requiere que asuma su puesto.