Un “PRI” Disfrazado de Morena, Enemigo a  Vencer por el Frente Cívico Nacional

 

*Requisito Fácil Recabar 60,000 Firmas en 20 Entidades de la República

*A Quiénes representará un Partido que no se Identificará con la Derecha ni con la Izquierda

*Si le dan el Registro ¿Quiénes Tendrán la Responsabilidad de Conducir el Ente?

*No hay Rostros Nuevos en Primera Instancia, Sino Gente que ha Estado en Otros Partidos

*¿Qué Novedades, que Cosas Distintas, Podría Realizar un Nuevo Partido?

 

GERARDO LAVALLE

 

Recabar 60 mil firmas en 20 estados de la república, no es un requisito difícil de cumplir. Si hay una pequeña estructura, simpatizantes con la idea de un nuevo partido político y que se encuentren en el limbo ideológico por el nacimiento del nuevo PRI disfrazado de Morena, estamparán el nombre y el garabato.

Cuando faltan solamente 21 días para el inicio del año y las peticiones para obtener el registro de partido nacional limita el tiempo en 31 días: todo enero. Después, la autoridad electoral dirá, y con razón, “llegan tarde… se cerró el plazo”.

Debido a ello la prisa del Frente Cívico Nacional por cumplir con la exigencia de la Ley General de Partidos Políticos que pretende ser la “opción” para los mexicanos que quieren “algo nuevo” que los conmueva y los haga sufragar en las elecciones federales de 2027.

Las reglas están claras en la legislación correspondiente. A fin de banalizar la importancia de crear un partido político, se ofrece a continuación los pasos a seguir y si se cumplen, no se piense que, en automático, el INE otorgará la licencia para competir electoralmente.

La Ley General de Partidos Políticos (LGPP) establece que la organización de ciudadanos que pretenda constituirse como partido político nacional deberá informar de tal propósito al INE en el mes de enero del año siguiente a la elección presidencial.

La información preliminar que deberá presentar el o los representantes legales del movimiento que pretenda obtener el registro como partido nacional, se fundamenta en que el organismo electoral debe garantizar la validez y autenticidad de cada afiliación que recabe la organización en la celebración de asambleas y mediante la aplicación móvil y las cédulas en papel por régimen de excepción.

Asegurarse de que no participen entes prohibidos como sindicatos a lo largo del proceso de celebración de asambleas o al recabar afiliaciones en el resto del país.

Verificar que las ciudadanas y ciudadanos que se afilien se encuentren vigentes en el padrón electoral.

Corroborar que no hay doble afiliación entre organizaciones que buscan registrarse como partidos políticos nacionales y entre partidos políticos nacionales y locales con registro vigente.

Verificar que se cumple con las obligaciones de fiscalización.

Con el preámbulo, vienen los mínimos requisitos:

-Celebrar asambleas por lo menos en 20 entidades o en 200 distritos electorales.

-Que en estas asambleas participen 3,000 afiliados por entidad o bien 300 por distrito electoral.

-Se debe constatar que en las asambleas no participen organizaciones gremiales.

A ciencia cierta, pareciera que se trata de abrir las puertas a los ciudadanos que se organicen y busquen encontrar al partido de sus amores e identidades. Quienes anhelen participar con o como candidatos en la elección federal, deben cumplir con lo exigido y, además, presentar los documentos básicos: estatutos, declaración de Principios y programa de acción. Como secundarios, están los reglamentos internos que, hasta ahora, no son uniformes y cada partido vigente tiene los propios.

El problema es solamente uno: a quiénes representará lo que pretende ser un partido político, en el que no se identificará con la derecha ni con la izquierda. ¿Con qué doctrina tendrá afinidad?… ¿con la socialdemocracia?… ¿con el centro acomodaticio?… ¿existe otra corriente ideológica? … ¿Quiénes tendrán la responsabilidad de conducir el ente?

MUCHAS PREGUNTAS

Y POCAS RESPUESTAS

Como se advierte, los requisitos no son una traba imposible de superar. Sin embargo, mientras no haya definición sobre la doctrina que practicará el que pide ser partido político, existe un valladar virtualmente imposible de superar.

Sin compromiso no hay militancia. 

Hace unos días, José Guadalupe Acosta Naranjo refería en una entrevista publicada en El Sol de México que el Frente Cívico Nacional no será de izquierda ni de derecha y que podría ofrecer “cosas distintas para ganarse la confianza de los ciudadanos”.

Se erige como el “líder” del proyecto y nadie, que se conozca, lo ha designado como tal. Presume de ser el impulsor y deja de lado a decenas de participantes durante la confrontación electoral del nacimiento de lo que podría ubicarse como movimiento político.

Los que aparecen en la foto, solicitan ser entrevistados, muestran el “músculo” del conocimiento en materia política, son aquellos que dejaron otros partidos, se sumaron a la trilogía formada por el PAN-PRI-PRD en el proyecto Va por México y fueron derrotados.

Algunos de los nombres que se reunieron para conocer la primicia que conlleva la solicitud de registro, son, además de Acosta Naranjo, Beatriz Pagés Rebollar, Leonardo Valdés Zurita, Cecilia Soto, Emilio Álvarez Icaza, Mariclaire Acosta, Gustavo Madero, Elena Chávez, Adrián LeBarón, Patricia Aguayo y Ramón Sosamontes.

Ninguno de ellos (as) representan el rostro nuevo de la política. Todos han pasado por cuando menos un partido y otros hasta por tres. 

¿Por qué dejaron los entes que les dieron fama, popularidad y hasta cargos lo mismo de elección popular -diputados, senadores y otros administrativos y de dirigencia- si estaban convencidos de que su militancia obedecía a la congruencia?

Sin demérito de ningún participante, no representan la novedad para el electorado. Son conocidos y bien por los ciudadanos que, a final de cuentas, fueron ignorados en el proyecto que le hizo frente a la coalición de Morena y las consecuencias se registraron en las urnas.

¿QUE OFRECE EL FCN QUE

NO TENGAN LOS OTROS?

Frente a una aplanadora que hurtó las irregularidades y mañas del partido llamado “de Estado” y que ha utilizado los recursos públicos para “convencer” de ser la mejor opción de gobierno, no se advierte cuál sería el o los caminos que podría recorrer el “nuevo partido, con cosas distintas”.

La autocracia domina y muestra la fuerza. Las elecciones federales y estatales del pasado junio no tienen desperdicio. 

La Alianza Va por México fracasó debido a las diferencias entre los dirigentes, quienes marginaron a la sociedad.

Una sociedad ávida de encontrar algo “distinto” que, por desgracia, no existe. La falta de líderes -hay dirigentes más no líderes-, que despierten el interés con sus propuestas, es factor fundamental para rescatar la participación de las personas.

No es con ofertas inviables. No es con el choque contra el gobierno. No es con la venta de promesas.

Se requiere un programa de acción en el que principalmente participe la sociedad. Sin esta, no hay militancia y las urnas no registrarán la confianza.

El Frente Cívico Nacional muestra la poca importancia que le da a los mexicanos inconformes. Sus reuniones son entre “políticos” que, con el tiempo, se convirtieron en lo que se conoce como “cartuchos quemados”. La carencia de cuadros nuevos, rostros amables, lejos de la vieja escuela caricaturizada con maestría por Abel Quezada.

Proponer “rescatar la democracia” no deja de ser un cliché. La oportunidad de mostrar capacidad de movilización, se perdió hace 6 meses. Los dirigentes Marko Cortes (PAN), Alejandro Moreno (PRI) y Jesús Zambrano (PRD) no entendieron que en la derrota la casta es necesaria para restaurar las heridas.

Dedicaron su tiempo a repartir culpas, a reclamar tanto al INE como al TEPJF haber asignado diputados y senadores plurinominales a Morena y aliados para construir una falsa mayoría calificada en el Congreso de la Unión. Se quedaron con lo mismo y repiten una y otra vez, que con el 54% de la votación “representan al 75 por ciento de la población”.

¿Cómo convencer para vencer una recia capacidad de movimiento del oficialismo?

“Tomando las calles, reclamando nuestros derechos, defendiendo las instituciones”, dice el senador del PAN Mario Humberto Vázquez.

Como sugerencia, es aceptable. Como realidad, es inviable. 

Si quienes tienen representación en el Congreso tampoco entienden que como minoría seguirán siendo aplastados, el FCN no tiene un camino pavimentado, como no lo tuvieron las oposiciones cuando el PRI controlaba los poderes de la Unión.

¿QUÉ SIGNIFICA DECIR

COSAS DISTINTAS?

México vive en un círculo vicioso desde su independencia y por ello José María Morelos y Pavón presentó los Sentimientos de la Nación.

La opresión no es de ahora. La pobreza siempre existió. La esclavitud se mantiene, aunque se disfrace. El hambre está presente. La educación no es, nunca ha sido, para todos. La desigualdad prevalece desde antes de la conquista española. Las enfermedades no desaparecen y llegan nuevas y nunca el sistema de salud ha sido siquiera mínimamente funcional. La corrupción está arraigada y ni el “combate” contra ella, sirvió de algo. Los ejidatarios y comuneros pierden sus tierras, no producen lo suficiente para ellos mismos. La migración aumenta y la delincuencia se expande.

Son pinceladas de la realidad, no del mundo fantástico que se le vende a la población.

¿Qué novedades, que cosas distintas, podría realizar un partido que, de nacer, no cuenta con infraestructura, militancia y recursos económicos?

Prometer acabar con la violencia, desaparecer la pobreza, otorgar educación para todos, atender a los millones de personas que carecen de servicios de salud, incrementar la producción de alimentos, romper el acaparamiento de tiendas de autoservicio, mantener los programas sociales que en un lustro serán bomba de tiempo cuando el dinero no alcance para cubrirlos, es fácil. Difícil, si no imposible, cumplir.

El Frente Cívico Nacional ha sido omiso en comunicar propuestas. ¿Cómo vencer sin convencer?

La niebla que oculta las intenciones y el futuro, se aclarará en enero.

¿Partido con registro o frustración ciudadana?

 

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