¿Incapacidad o…?

Yo Campesino

•México está mal, se insiste en negarlo y hasta llevarnos a conflicto

Miguel A. Rocha Valencia
Ya no sabemos si es incapacidad, insensatez o simplemente exceso de soberbia, pero en los dos primeros meses del actual gobierno, México enfrenta no sólo una de sus peores crisis políticas, de seguridad, justicia y economía, sino que, además, se aproxima un episodio muy grave en materia de salud, donde para cobijar a unos dejarán sin atención a otros porque simplemente las prioridades presidenciales así lo marcan.
Decisiones, discursos, venganzas, cartas, caprichos y mañaneras enturbian el panorama nacional en vez de dar luz de esperanza a millones de mexicanos que ven cómo desde palacio nacional se sostiene el discurso de odio, descalificación, desafío y confrontación, como seguramente lo ordenó el ganso de Macuspana.
El problema en el fondo es que quien hoy ocupa el atril presidencial no es el Tlatoani sino la encargada, la heredera quien como se ve, carece de varios de los atributos de aquél, se radicaliza en el encargo y se siente la encarnación de un pueblo al que llegado el momento según dijo, llamaría al grito de guerra con que hoy lanza bravuconadas irresponsables a socios comerciales al tiempo que insiste en culpar al pasado de sus propias incapacidades.
Grito que seguramente sonaría hueco en momentos en que desde palacio Nacional se insiste en promover la división, ignorar o despreciar a los opositores y a las organizaciones de la sociedad civil, incluso aquéllas que fueron sustento del actual proyecto de gobierno.
Porque si bien hay que responder a las amenazas externas, la jefa del Ejecutivo está obligada a mantener la mesura y en todo momento buscar los puntos de contacto –de los cuales carece- y no ignorar lo que a gritos le dicen desde el extranjero en torno al crimen organizado, el tráfico de drogas y la destrucción de instituciones, esto último como la voluntad de quien afirman se fue, pero sigue vigente a través de una herencia maldita que continúa destruyendo instituciones y andamiaje social.
Y todo por intentar ignorar una realidad que nos golpea la cara todos los días y penetra la piel de la sociedad con crímenes, masacres espeluznantes que se vuelven el pan de cada día y secuestran con violencia criminal al pueblo bueno, ese al que constitucionalmente está obligado a proteger y dar seguridad el gobierno.
Se les olvida que, sin seguridad, no sólo no hay cambio ni mejora o desarrollo, sino que también se incumple con la ley pues ello impide la superación de los individuos a quienes se les debe garantizarla paz y propiedad de sus bienes, la vida y en cambio, hoy tenemos que si bien reporta Seguridad Pública la captura de cinco mil criminales de alto impacto, en contraparte se tiene el registro preliminar de cinco mil asesinatos en sólo dos meses de gobierno.
Pero lo que es peor metidos en la orgía destructiva de instituciones y la compra de votos para con ello amarrar su permanencia en el poder los cuatroteros dejan de lado responsabilidades en economía para desviar el dinero público a las “grandes obras” del patriarca a las cuáles les asignan cuentos de miles de millones de pesos en tanto que se pauperiza los sistemas de salud y educación superior.
Prefieren en este último rubro, transferir millones de dólares y “ayudas” petroleras a regímenes autoritarias de los cuales quieren ser espejo que invertir en la generación de recursos humanos nacionales y rentan personal cuasi médico que poco aporta al país.
En tanto se recorta presupuesto a universidades públicas, se constriñe su imposibilita su crecimiento en matrícula y capacidades técnicas y científicas en un intento por chatarrizarlas y convertirlas en hoyas de activistas como las del bienestar o “Benito Juárez” sin calidad académica ni verificación.
Insisten en ocultar lo inocultable y en materia económica aceptan sus pírricos crecimientos que en el mejor de los casos llegarán al 1.5 por ciento este año y al 1.2 el próximo, lo cual significa más atraso y si para colmo se insiste con el discurso de confrontación con los socios comerciales, tendremos una sombra en empleo y obvio aumento de precios.

Por eso la pregunta: ¿Es incapacidad, ignorancia o soberbia? O las tres cosas con el agregado de que no hay una definición clara en quién gobierna, pero la certeza de que sea quien sea, están los peores.

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