Hacia una Sociedad más Igualitaria

Yanis Varoufakis, Otra realidad. ¿Cómo sería un mundo justo y una sociedad igualitaria? Editorial Deusto, País Vasco, 2021. 240 páginas. 

DAVID MARKLIMO

Ya en otra ocasión hemos hablado de Yanis Varoufakis, el ex ministro de Economía de Grecia, que se enfrentó al poderoso canciller alemán Wolfgang Schäuble durante los años de plomo de la crisis del euro. Es un economista que ha sido tachado de alternativo, estudioso de cómo la desigualdad impide el desarrollo. En muchos sentidos, es una voz incomoda, pero bastante autorizada, pues es profesor de Economía en Estados Unidos, Grecia y Australia.

Ahora, Varoufakis acaba de llegar a las librerías mexicanas el libro Otra realidad. ¿Cómo sería un mundo justo y una sociedad igualitaria?, donde da una serie de ideas sobre cómo lograr una sociedad más justa, equitativa y mucho más diferente que la surgida de la crisis bursátil de 2008.

Para empezar una afirmación sorprendente en boca del griego: el capitalismo es un sistema fantástico, no hay duda. El problema es que está lleno de contradicciones. Por una parte, ha liberado tremendas fuerzas, como la creatividad o la producción, lo que ha resultado en la creación de grandes cantidades de riqueza. Pero ha generado también nuevos tipos de pobreza que eran desconocidos antes del capitalismo. Estas contradicciones no son estáticas, sino que evolucionan, y son su peor enemigo. Ya no tenemos capitalismo. Es más, vivimos en un feudalismo tecnológico: la competencia ha sido sustituida por grandes empresas que ganan dinero con el Estado. Tenemos socialismo para unos pocos y feudalismo para muchos, lo que no es un sistema muy sostenible. Quienes primero apoyaban ese capitalismo no se reconocen en el capitalismo actual, que resulta en desigualdades, en la depravación entre los pobres y los ricos, en una incapacidad de aprovechar lo que existe para salvar la sociedad. Por eso, la pregunta es si hay alternativa al capitalismo. No está muy clara la respuesta.

A través de los ojos de tres personajes —un economista liberal, una feminista radical y una experta en tecnología— entenderemos lo que es necesario para crear ese mundo, pero también cuál es el coste de hacerlo. En este cruce de visiones la gran pregunta es: ¿cómo encontrar un equilibrio entre libertad y justicia? 

Una de las características del sistema es que ha negado el mérito. Se trata de un sistema donde reina e amiguismo, que no es consecuencia directa del capitalismo, sino del estatismo. Hay un punto de partida importante: el estado natural de las cosas. El estado natural del hombre no es la pobreza, sino la ausencia de riqueza. La riqueza no se produce en un lugar y se distribuye, sino que se crea a partir de la pobreza. El capitalismo no crea pobreza, sino que le permite a la gente dejarla atrás.  Lo que estamos viviendo tiene muy poco que ver con el mercado libre. Esto no se debe al sistema capitalista, sino a al nuevo enfoque del Estado. Los años noventa del siglo pasado fueron el principio de lo que ha sido un abordaje del amiguismo, que busca crear una élite que elimina la posibilidad de disfrutar de las múltiples ventajas del capitalismo.

Varoufakis se pregunta si el problema del amiguismo es resultado de un fallo del capitalismo o una evolución natural del mismo. Para contestar a esta cuestión hay que remontarse hasta 1900, cuando se crean en Estados Unidos las grandes empresas energéticas e industriales. En cuanto se crea una economía de ese tipo, las economías de escala y la inversión necesaria son tan enormes que se necesita un megabanco que, por definición, crea dinero de la nada. Es el surgimiento de los Bancos Centrales. Y para entender la lógica del papel de los bancos en la creación del amiguismo, Varoufakis reflexiona: cuando las cosas van bien y se producen cosas, el crecimiento es fantástico, como en los años 20, pero si se crea dinero de la nada formamos una burbuja, como advertía Hayek, y explota. Sucedió en 1929 y en 2008. ¿Cuál es la respuesta? Entonces entra el Estado, le ordena al Banco Central producir más dinero a costa de los ciudadanos, se salva a los bancos privados. Así, pues, crea amiguismo. Si el capitalismo genera estas enormes plataformas de redes entre lo público y lo privado, ¿se puede proteger al mercado competitivo?

Varoufakis alerta que lo que sucede en el capitalismo es un proceso evolutivo, en el que no hay monopolios, sino que aparecen oligopolios con gran poder de mercado, pensemos en las telecomunicaciones o en ciertas empresas con más capital que muchos Estados. El estado no los creo, sino que surgieron de forma espontánea y detentan un poder dominante. Así, el capitalismo es un sistema basado en el mercado que depende del mercado laboral y del monetario, que nunca pueden funcionar bien como mercados porque en cierta forma, dependen de acciones del Estado. Quizá pro eso, nunca le ha gustado el Estado. Pero quedan las preguntas: ¿cómo funcionaría un mundo en el que no hay acumulación de poder económico ni Estado, con un sistema de moneda digital en el que los bancos centrales colaboran entre sí, con nadie teniendo demasiado poder.

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