Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Hay quienes suponen que miles, cientos de miles de mexicano viajan a Estados Unidos por placer y lo hacen caminando, en el lomo de La Bestia, cruzando el desierto sin gota de agua en la mochila y en muchas de las ocasiones acompañados de sus familias.
El error está en creer que los que se van de su tierra es porque ta les quedó chica y van en busca de algo que los satisfaga. La verdad es que se van porque no encuentran un empleo medianamente remunerado para cubrir los gastos esenciales de sus familias.
Con la maña demostrado por el expresidente López -¿quién paga su seguridad, si los expresidentes no tienen ese privilegio? Así lo decretó el que se ¿fue?- encontró la mina de oro en las remesas y al darse cuenta la coadyuvancia para reducir la pobreza, inició la campaña en favor de los “héroes anónimos”, los mismos que envían remesas con valor equivalente a 4 puntos del PIB.
Al parecer las remesas son lo que importaron al pasado gobierno, no el bienestar de los que partían, no en busca del sueño americano, sino de la oportunidad de trabajar y recibir la mitad del salario que se paga a los estadounidenses, migrantes o no, que se encuentran en el país de manera legal y tienen derecho a laborar, seguridad social y hasta créditos bancarios.
Los mexicanos son perseguidos por la llamada “migra” que los trata con la punta del cañón, los encierra en zonas similares a los campos de concentración nazi, los mal alimentan y son contagiados por diversas enfermedades provenientes de la falta de limpieza.
Muchos, miles, son deportados y la necesidad aunada a la necedad de estar de aquel lado. Los lleva a pagar sumas de hasta 15 mil dólares a los “polleros” que tienen negociaciones con los de la Border Patrol y les permiten hacer sus triquiñuelas criminales con los migrantes ilegales.
No, no la pasan bien. Por el contrario, se sumergen en el mundo de la oscuridad para no ser notados por los agentes que andan de cacería. La mayoría, por ser indocumentados, no tienen seguridad social y si enferman –algo sumamente común- deben acudir a la chamba so pena de ser despedidos y dejar de enviar remesas.
México contaba con 50 consulados en suelo norteamericano. En la pasada administración se redujo el número mientras aumentaba la llegada de connacionales.
La vida de migrante ilegal, no debe calificarse como vida, sino como infierno. A salto de mata para evitar la detención, el encarcelamiento y la deportación. La autoridad mexicana, la que depende de la Secretaría de Relaciones Exteriores no se daría abasto para atender todas las violaciones que se cometen con quienes, como “héroes anónimos”, pertenecen y padecen el olvido.
Por eso llamaron la atención las palabras de la presidenta. Con el triunfo de Trump y sus amenazas de deportaciones masivas, debió encenderse el foco rojo en la SRE de Juan Ramón de la Fuente y de la mismísima presidenta Sheinbaum. Seguramente hubo algún cortocircuito, que la luz no se encendió o lo hizo de manera intermitente.
Ello explicaría la preocupación de la jefa del Ejecutivo Federal. El temor de que las remesas se reduzcan por las deportaciones. Textualmente dijo ayer: “Esperemos que no haya afectación a las remesas, y nos estamos preparando para poder tener estas reuniones previas y también trabajando en lo que tiene que ver con la relación económica, migración, seguridad y otros temas de alto nivel que tenemos que ver, si se puede, en una reunión, antes de que llegue el presidente Trump”.
Vaya, la preocupación no es tanto salvaguardad la integridad de los mexicanos que están allá, sino cuidar que no se caigan las remesas.
¿Insensibilidad o lapsus?
Vaya usted a saber. Queda claro: la importancia de las remesas tiene prioridad en el gobierno de la cuatroté.
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