SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
El día en que sale este artículo son las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, donde se enfrentan un conocido Donald Trump y una desconocida hasta hace unos cuantos meses Kamala Harris -salvo su actuación como fiscal en California. Los estadounidenses además votan una multiplicidad de cargos que van desde los senatoriales, pasando por los diputados que, además de los federales, también se eligen a los representantes populares en el nivel estatal que incluye un senado local. Asimismo, los gringos, escogen vía voto popular, y en diversos estados de la Unión a jueces en los ámbitos de los condados y estatales; a individuos que se convertirán en sheriffs como el tristemente Joe Arpaio, del condado de Maricopa en Arizona, amén de consejos educativos y otros cargos que hacen de la vida democrática un asunto que comienza en los problemas de la escuela, la calle, los bomberos y la policía local, hasta llegar al cargo de Presidente de Estados Unidos de América. Ojalá gane Donald Trump y me voy a explicar.
Donald Trump o el monstruo naranja como le llamaban hace nueve años por su bronceado artificial y cremas con base de zanahoria que le daban tal coloratura facial, obligó a los gobiernos de Peña Nieto y López Obrador a que se pusieran las pilas y fueran eficientes en los temas que el estadounidense quería -por ejemplo, la migración ilegal y los salarios obreros bajo el marco del T-MEC. Respecto al primero, la visión de un México invadido por una avalancha de negros provenientes de muchas áreas geográficas, los funcionarios mexicanos del INM, que son tan racistas como sus conciudadanos, pusieron tales objeciones migratorias a los susodichos migrantes como lo hacen los gringos en cualquier puente fronterizo en Texas; incluso se llegó al exceso de aquellos migrantes que murieron calcinados en un centro de detención migratorio mexicano.
Segundo y más interesante para los mexicanos. Sucedió a partir de 2016 y probablemente se potencializará, si Donald gana, a partir de 2025: continuaran las presiones estadounidenses sobre los gobiernos mexicanos para que suban los salarios de los trabajadores y se deje de apoyar a aquellos sindicatos cooptados por la parte patronal. Estos dos últimos actores funcionaron así desde el tiempo de Miguel de la Madrid para que no hubiera movimientos de salarios. En contrasentido dijo Trump, lo aplaudieron los sindicatos estadounidenses y lo vieron como medida benéfica en México aquellos trabajadores que laboran en la muy extendida maquila –porque realmente no es industria mexicana: deben subirse los salarios y existir elecciones libres al interior de los sindicatos para que, bajo las normas del T-MEC, concursen en un plano de mayor igualdad los salarios, los trabajadores e intereses empresariales de los tres países signantes del acuerdo comercial.
¿Qué pudiera suceder en las relaciones mexicano-americanas con una presidencia de Trump? Lo primero, sin miramientos, habrá presiones muy duras que obligarán al gobierno de Claudia Sheinbaum para que transite del discurso a genuinas acciones de gobierno en los temas que al americano le preocupan, afortunadamente son pocos y transparentes: migración, combate al narcotráfico, odio visceral y empresarial contra China y lo que ello implique en terceras vías; cierta o mucha distancia respecto a sus socios europeos; acercamiento con Vladimir Putin y toda una agenda social conservadora al interior de los Estados Unidos que, obviamente afecta a los millones de mexicanos y estadounidenses de origen mexicano que viven al norte del Río Bravo.
El asunto más complicado de resolver es el tema de la migración porque el fenómeno migratorio es tan antiguo como la existencia del ser humano en este planeta. Desde los hombres prehistóricos hasta el 2024 la migración de grupos humanos y pueblo enteros se ha sucedido por la misma razón: búsqueda de mejores condiciones de vida. Por ello los mongoles llegaron a Europa, por ello los mexicas caminaron muchos años y se asentaron en un insalubre islote del hoy Valle de México, por ello los africanos buscan todas las entradas posibles al continente europeo y por las mismas razones migran de todas partes del mundo, llegan a la frontera guatemalteca con México y de ahí p’al norte. Se dice fácil, pero es lo más difícil: mejorar las condiciones de vida en el punto de origen, léase por ejemplo Haití, Venezuela, Colombia y un espeluznante etcétera. Pero si yo fuera un gringo de Alabama y veo en la televisión las caravanas de miles de personas que salen de Tapachula, yo estaría profundamente preocupado por las miles de personas que diariamente llegan a la frontera de mi país y de diversas formas se introducen, porque hay que vestirlos, alimentarlos, darles trabajo y algo que preocupa mucho al WASP-gringo: ¿se asimilarán a la cultura estadounidense?
En cuanto al tema del narcotráfico, ya lo he expresado en otros escritos, si los gringos colaboran eficazmente (??) más que capturar a los líderes porque siempre hay y habrá sustitutos, a eliminar el cáncer que significa la proliferación de la violencia que ejercen los carteles de la droga y con ello disminuir el consumo de drogas, millones de mexicanos en las pequeñas poblaciones como en las urbes estarán agradecidos con aquellos gringos que hicieron lo que los muy diversos gobiernos mexicanos no pudieron hacer, por ineficiencia o corrupción respecto a la convivencia con los carteles. Por lo que se refiere al asunto chinesco como en sentido opuesto la filia respecto al camarada Vladimir, me parece lo que haga una presidencia trumpiana tendrá consecuencias mundiales -amén de un supuesto resultado a corto plazo 4 a 10 años- cuando se verá cuál resultó ser la verdadera gran potencia para los años 2000. Nuestra vecindad geográfica nos obliga a tratar primordialmente con los Estados Unidos, pero podemos negociar de manera inteligente con terceros interesados como los hicieron Benito Juárez, Porfirio Díaz, Lázaro Cárdenas, López Mateos y López Portillo.
Finalmente, en cuanto a la agenda conservadora al interior de los Estados Unidos, aquí en México se corresponden con ciertos sectores bien ubicados en determinadas universidades privadas, organizaciones empresariales, medios de comunicación con sus respectivos agentes. Pero hay una gran diferencia entre los EE.UU y México: lo que socialmente produce el índice de pobreza entre los mexicanos, la falta de trabajos bien remunerados, la ingente y extendida corrupción -como lo dijo AMLO- y el espíritu guapachoso de los mexicanos que siempre nos hará más tolerantes que los gringos.