En un puesto de control militar en el desierto, a unos 40 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, agentes de inmigración subieron a decenas de migrantes a un autobús que se dirigía al sur en una calurosa noche de septiembre.
Cientos de escenas como ésta forman parte de la mayor ofensiva migratoria jamás realizada en México.
La represión abarca un programa creciente para transportar en autobús y avión a migrantes no mexicanos al sur del país, lejos de la frontera con Estados Unidos, junto con detenciones generalizadas y obstáculos administrativos, según datos públicos y conversaciones con una docena de funcionarios estadounidenses y mexicanos.
En parte como resultado de los esfuerzos de México, el número de migrantes capturados por las autoridades estadounidenses en la frontera en los últimos meses cayó drásticamente al nivel más bajo desde 2020, lo que alivió un poco un tema en el que, según las encuestas, los votantes confían más en el candidato republicano Donald Trump que en su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, antes de las elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre.
México ha detenido a unos 100 mil migrantes mensualmente desde enero, el nivel más alto de la historia.
“Una frontera que se percibe como fuera de control es combustible para Donald Trump”, dijo Justin Gest, experto en inmigración y profesor de la Universidad George Mason. La represión de México ayuda a la administración Biden a echar “agua sobre el fuego”, dijo.
Las medidas buscan cansar a los migrantes para que se rindan antes de llegar a territorio estadounidense, dijeron funcionarios mexicanos. México está en camino de transportar en autobús a un tercio más de migrantes a sus estados del sur este año, según muestran datos no informados anteriormente.
Los funcionarios hablaron sobre medidas que contrastan con la política migratoria humanitaria declarada por el gobierno mexicano. En respuesta, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) dijo que el objetivo era proteger a los migrantes de los traficantes de personas, no agotarlos.
La ofensiva, que ya va por su décimo mes, se produjo tras presiones de Estados Unidos, dijeron funcionarios mexicanos, incluido el cierre temporal en diciembre de varias rutas comerciales hacia México con un costo diario estimado de 100 millones de dólares, y solicitudes explícitas de funcionarios estadounidenses en reuniones privadas y en una llamada telefónica entre el presidente Joe Biden y su homólogo mexicano.
Harris ha utilizado las cifras estadounidenses para argumentar en su campaña que el gobierno de Biden ha sido duro en las cuestiones fronterizas.
Si bien Trump ha recurrido a un lenguaje más oscuro y violento sobre los migrantes, México ha sido un blanco menor que en su campaña de 2016.Ese es el objetivo de la represión, dijo un funcionario mexicano: México está decidido a no ser el foco de los comicios.
A partir de fines de noviembre del año pasado, EU vivió un aumento en las detenciones fronterizas, luego de que el gobierno mexicano suspendiera el transporte de migrantes en autobús y avión, citando una escasez de fondos.
En respuesta, la administración Biden cerró varios puertos fronterizos comerciales, incluidos los concurridos puentes ferroviarios de Texas en El Paso y Eagle Pass el 18 de diciembre, citando la necesidad de redirigir al personal para procesar a los migrantes.
Un exfuncionario de alto rango de Aduanas y Protección Fronteriza de EU que trabajó bajo el gobierno de Trump dijo que no hubo cierres tan prolongados durante el mandato del expresidente, a pesar de sus amenazas de cerrar la frontera por cuestiones de inmigración.
El costo para las empresas mexicanas, unos 100 millones de dólares por día en pérdidas comerciales según el grupo empresarial Coparmex, eclipsa los 158 millones de dólares que documentos internos del gobierno muestran que México destinó al transporte interno en autobús y avión de migrantes durante los cuatro años anteriores.
