NIDIA MARIN
Seguramente con una copita de “Pox” al frente, es decir de aguardiente, fotos de su familia, velas, incensarios y veladoras, un plato con sal y tortillas recordarán el primero y el dos de noviembre próximos en las celebraciones del Día de Muertos al sacerdote tzotzil asesinado el domingo pasado en Chiapas.
Irónicamente el padre Marcelo Pérez Pérez que luchaba contra el armamentismo fue asesinado en el barrio Cuxtitali de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas con balas de rifles de asalto por “Los Motonetos”, el brazo armado del grupo criminal “Sentimientos de la Nación”, emanado del Cártel Jalisco Nueva Generación, hoy con gente de ambos lados.
Este hombre dedicado a hacer el bien es el primer sacerdote asesinado en el actual sexenio, en este caso en San Cristóbal Las Casas, Chiapas, entidad ensangrentada y asolada por la delincuencia organizada.
Como parte de su historia, los estudios de la institución investigadora InSight Crime señalan que “…los Motonetos son un tipo de grupo criminal único en México, que presuntamente recluta, en gran medida, a las comunidades indígenas locales, se beneficia de economías criminales locales únicas y también actúa como enlace con actores criminales más grandes”.
Además, precisa:
“Los Motonetos también se llaman así porque sus integrantes se desplazan en motocicletas y motonetas, de a dos, es decir, un conductor y un pasajero en el asiento de atrás, quien va armado”.
“Desde sus motocicletas -asegura-, la organización realiza todo tipo de delitos, incluyendo secuestros y homicidios entre otros. En septiembre de 2021 fueron acusados de la muerte de una niña de seis años, y en diciembre atacaron la comandancia de la policía de San Cristóbal las Casas”.
Ellos, “Los Motonetos” surgieron como verdugos a raíz de la explotación de una mina de barita y las confrontaciones derivadas por las ganancias de la misma entre el CJNG y CS.
Hoy, los chiapanecos los están padeciendo… aunque según las pésimas autoridades no pasa nada…
Ellos pues, asesinaron al sacerdote tzotzil el pasado domingo.
Como diríamos los católicos “pareciera que es nuestra cruz” ya que los asesinos de sacerdotes, tanto ayer como hoy, siguen en libertad y delinquiendo.
En el pasado sexenio fueron asesinados siete sacerdotes en los estados de Tamaulipas, Morelos, Guanajuato, Durango, Baja California y Chihuahua, ya que en México la ley no existe… ni siquiera para “taparle el ojo al macho”, como dicen en los pueblos.
El asesinato, como venganza, revancha, cobro de favores y a pedido, sigue enlutando los hogares, sin que a nadie le importe sobre todo en las tierras sin ley como es Chiapas en la actualidad.
En los seis años de gobierno que apenas concluyeron fueron asesinados, fundamentalmente a balazos, por ejemplo: en 2019 la suma alcanzó 35,506; en 2020 llegó a 43,265; en 2021 fue de 43,964; en 2022, sumó 42,888; en 2023 fue de 42.013 y en 2024 hasta septiembre era de 20,237… más lo que se acumule.
La situación que vivimos es una ironía, peor con la muerte del sacerdote tzotzil porque estamos en la Semana del Desarme en el mundo y México sigue dando qué decir, haciendo el ridículo, aunque… peor que antes.
Sobre el armamentismo advierte la Organización de las Naciones Unidas:
“La acumulación excesiva y el comercio ilícito de armas convencionales arriesgan la paz y la seguridad internacionales además del desarrollo sostenible, mientras que el uso de armas convencionales pesadas en zonas pobladas pone en grave peligro a los civiles. Las tecnologías nuevas y emergentes aplicadas a las armas, como la autonomía, arriesgan la seguridad mundial y han sido objeto de una mayor atención por parte de la comunidad internacional en los últimos años”.
En México se han estado llevando a cabo programas en contra de ciertas armas de fuego, pero todo indica que no ha sido suficiente, sobre todo porque evidentemente no son desarmados ni siquiera combatidos los numerosos grupos criminales existentes en toda la República Mexicana.
¿Cuántos más?, preguntamos los católicos.
El silencio o la tontería serán la respuesta.