Guerra Delincuencial en México Marca el Final del Sexenio

A la Vuelta de la Esquina

IVÁN RUIZ FLORES

Terminó el sexenio de AMLO en medio de una guerra que ha disparado la cifra sexenal de muertos hasta alcanzar más de 200,000 cadáveres en los 6 años del mandato. Una cantidad importante del total ha ocurrido en los primeros nueve meses de 2024.

Concluye un mandato marcado por la intensificación de la narco-delincuencia y la magnitud de las confrontaciones en la mayoría de las entidades de la República, pero fundamentalmente en 20 estados, sobresalientes en el año en curso: las entidades de Sinaloa, Chiapas, Guerrero y Michoacán.

Claudia Sheinbaum, como presidenta de México, recibe un país incendiado por la violencia y, como consecuencia, más de 200,000 cadáveres en lo que va de 2024, es decir en 5 años 10 meses. ¿Cuántos más Habrá para cerrar el año?

Hoy, México padece todos los tipos de violencia, dividida en tres categorías por la Organización Mundial de la Salud: “la violencia autoinfligida (comportamiento suicida y autolesiones); la violencia interpersonal (violencia familiar que incluye menores, pareja y ancianos, así como violencia entre personas sin parentesco), y la violencia colectiva (social, política y económica)”.

En nuestro país, dicen los especialistas, las agresiones con armas de fuego provocan más o menos el 50% de los homicidios de jóvenes y en el sexenio que llegó a su fin, las tasas permanecieron altas, incluida la violencia juvenil, ya que jóvenes, adolescentes y hasta niños, en estos años de “abrazos no balazos” fueron cooptados por los narcotraficantes, quienes los convirtieron en delincuentes al transformarlos en vendedores de drogas, sicarios y chivatos.

Los expertos consideran que “la proyección para el año 2030 es que todas las regiones del mundo, excepto nuestro continente, tendrán tasas promedio de homicidios por debajo de los cinco por cada cien mil habitantes. En cambio, en las Américas estaremos sufriendo tasas promedio de homicidios superiores a los treinta homicidios por cada cien mil habitantes”.

México es el mejor ejemplo de tal pronóstico. Hasta ahora no hay nada que indique una mejoría en la materia. Por el contrario, el uso por parte de los delincuentes de armas propias de los ejércitos ha sido evidente. Granadas, Drones y otros artefactos de guerra han estado siendo utilizados en Michoacán, Zacatecas, Sinaloa, Chiapas y Guerrero.

Antes de la crisis de los narcotraficantes en Sinaloa, iniciada a finales de julio de este año y acrecentada en agosto y septiembre, con la detención en Estados Unidos de “El Mayo” Zambada, la organización Seguridad, Justicia y Paz, ya advertía: “…en 2018, de las cincuenta ciudades más violentas del mundo, cuarenta y siete se ubican en el continente americano y cuarenta y dos en América Latina. Entre ellas, se encuentran quince en México, catorce en Brasil, seis en Venezuela, cuatro en Estados Unidos, dos en Colombia, dos en Honduras; y una en Guatemala, El Salvador, Puerto Rico y Jamaica, respectivamente”.

Asimismo, precisaba: “Dentro de las ciudades más violentas del mundo, Tijuana, México, ocupó el primer lugar en 2018, con una tasa de 138.5 % por cada 100,000 habitantes; y el estado de New Orleans, Estados Unidos, ocupó el lugar número 50, con el 36.8 % por cada 100,000 habitantes.

Hoy, desgraciadamente, México lidera el ranking de tener las ciudades más violentas del mundo, pero con Sinaloa en la cúspide, opinan los expertos de nuestra nación. 

¿Nuestro país celebrará mañana 2 de octubre el Día Internacional de la No Violencia?

No. Y no solamente porque esa fecha es fatal para los mexicanos, al recordar la matanza del 2 de Octubre en Tlatelolco, en 1968 (ya son 26 años de aquellos hechos sangrientos), sino también porque está inmerso en una violencia que no se veía en el país desde los tiempos de la Revolución Mexicana y, mucho menos en fin de sexenio y principios del siguiente.

A lo largo y ancho de la nación la sangre escurre. Ello de acuerdo a Seguridad, Justicia y Paz es una situación similar en México, Haití y Ecuador que “…sugiere una problemática común: la amenaza de convertirse en estados fallidos, donde el gobierno pierde el control efectivo sobre su territorio y la capacidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos. 

“Esta condición -agrega- facilita el auge de grupos criminales que ejercen un poder paralelo, socavando el estado de derecho y perpetuando ciclos de violencia y corrupción. Desafíos y perspectivas. Frente a este panorama, la necesidad de reformas profundas y estrategias integrales de seguridad es evidente. 

“La experiencia de países como Guatemala, El Salvador y Honduras, que han logrado reducciones significativas en los niveles de violencia mediante políticas de mano dura contra el crimen organizado, sugiere que es posible revertir estas tendencias. Sin embargo, estas estrategias requieren de un enfoque multifacético que incluya no solo la acción policial y militar, sino también el fortalecimiento institucional, la promoción de la justicia social, el respeto de los derechos humanos y el desarrollo económico”.

Entonces ¿en México estamos fritos?

Lo veremos, el sexenio apenas inició. 

 

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