Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
“Descubrir” que Morena se parece al PRI de los ochentas, no pasa la prueba del ácido.
No se parece, es igual…
Las mismas mañanas, la cooptación del votante, patrocinar partidos satélites, ofrecer el oro y el moro y entregar el moro…
Es el control político completo.
Desde el momento en que se inició la construcción del Movimiento de Regeneración Nacional, se pensó en cómo llegarle al alma a los mexicanos.
Su acróstico: Morena se vincula a la Virgen de Guadalupe. El ingenio del señor López y sus asesores, no está en tela de duda.
¿Qué hizo el PRI?
¡Apropiarse de la sacrosanta revolución mexicana!
Luego, entonces, no se entiende que después de casi 6 años de gobierno, Morena se haya convertido en una aplanadora electoral. El dinero lo puede todo. No, no es la ideología ni el humanismo pregonado todas las mañanas. Es, en efecto, la matinal un poderoso medio de comunicación que se difunde en YouTube y en las televisoras comerciales, como en radiodifusoras y prensa escrita. Es donde surgía la nota. Nutría a los medios de información no verificada pero expresada por el presidente, se tomaba en serio.
El inicio del proyecto, tuvo una visión a largo plazo. Primero el entonces Distrito Federal, en donde con el PRD a la cabeza cooptó a los ambulantes, organizaciones de “defensores” de la vivienda como Dolores Padierna y René Bejarano; impulsó la toma de vivienda abandonada y protegió la estancia de los “inquilinos”; promovió invasiones de terrenos en presunto abandono. Amplió el poder del sindicato de la Ruta-100 y limitó los contratos de obra a las empresas afines y que no dudaban en otorgar el diezmo.
Y comenzó con los programas sociales que hoy son objeto de agradecimiento por parte de millones de beneficiarios y la prueba irrefutable es el resultado de las elecciones.
Durante seis décadas y un lustro, el PRI gobernó la totalidad de las entidades, controló el Poder Legislativo y desde la Presidencia propuso ministros que eran afines.
Sin hacer públicas las “órdenes” todos sabíamos que el Presidente en turno pedía a sus operadores que en el Congreso se aprobara tal o cual iniciativa y permitía que le cambiaran las comas y los puntos para darles el toque democrático. En cada conmemoración de fechas significativas, estaban los presidentes de la Corte y del Congreso. (Hay que recordar que el presidente del Congreso es el diputado o diputada que preside la Mesa Directiva y anualmente hay uno nuevo).
¿Qué sorprende que el huésped temporal de Palacio Nacional tenga el control de los tres poderes?
¡El temor de que termine su obra destructiva!
Con los del PRI no había riesgo de desaparecer instituciones. Los presidentes y los ministros(tas) y los legisladores, entendieron la necesidad de soltar parte de las riendas y por ello escucharon las voces que pedían a gritos democracia. Y surgió el IFE. Después el INE y más tarde los órganos autónomos de competencia, de hidrocarburos, de evaluación de programas sociales.
El PRI concedió la autonomía de la UNAM, construyó la UAM, el IMSS, el ISSSTE, desarrolló Pemex, creó la CFE, construyó miles de escuelas, entre otras acciones positivas que hoy están en peligro por las arbitrarias decisiones del gobierno actual y si bien algunos de sus presidentes de la República ordenaron o permitieron actos de represión, no fue nunca la regla general.
No, Morena no es igual al PRI de los ochenta… es ¡peor!
