Tristemente, el político mexicano ambiciona todo el poder ignorando si el mañana existirá para él: Isabel Ortega

-Las Guerreras del Periodismo VI-

Por Edmundo Cázarez C

-Segunda de tres partes-

Foto Adrián Ponce

Al continuar con la VI entrega de la Saga “Las Guerreras del Periodismo”, un merecido reconocimiento a las intrépidas y aguerridas mujeres mexicanas que se han entregado en cuerpo y alma al ejercicio periodístico, conversar con la comunicadora y locutora Isabel Ortega Morales. Ocupada y preocupada por el acontecer nacional, en esta segunda parte de la entrevista con MISIÓN POLÍTICA, afirma: “Tristemente, el político mexicano ambiciona tener todo el poder, pero ignora si el mañana existirá para él”

A lo Mero Macho, Isabel Ortega es una mujer que se caracteriza y distingue por una intensa y brillante actividad dentro de los medios de comunicación, destacando su paso como editorialista del suplemento “Mujeres del Sur”, del periódico El Sol de Acapulco. Con una impresionante trayectoria profesional, ha participado en la producción y conducción de programas de televisión guerrerense, tales como “Todas las Voces”; “Mujeres, Historia y Presente”, “Vital, Hablemos de Salud”, “Hablando de Usted” y “El Médico en Casa”, entre otros muchos más.

Asimismo, se ha desempeñado como coordinadora de la Red Nacional de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales, A.C. Tuvo a su cargo las transmisiones a nivel internacional del Primer Congreso Anáhuac (1998), así como los festejos del sesquicentenario de la erección del Estado de Guerrero.

Como justo reconocimiento a su entrega y profesionalismo, en 1996 y 1997, recibió el premio estatal al mejor noticiero radiofónico dentro del Certamen de Periodismo Ignacio Manuel Altamirano. En la administración pública del estado de Guerrero, ha ocupado diversos cargos relacionados con su actividad periodística en las secretarías de la Mujer, Programación y Presupuesto; así como en el Ayuntamiento Municipal de Chilpancingo. En el INEA, Colegio de Bachilleres, Comunicación Social del Gobierno del Estado. Directora general del Sistema de Radio y Televisión de Guerrero y directora de prensa y relaciones públicas de la Universidad Autónoma de Guerrero.

Una distinguida e inteligente guerrerense. Amable en su trato, educada, dueña de una memoria privilegiada. Se muestra un tanto renuente a ser entrevistada, pues argumenta que, es ella, quien formula las preguntas y se siente completamente “rara”, estar del otro lado de la grabadora.

Sencilla en el vestir, luce un traje sastre color azul marino, una blusa de seda color blanca.  Instalada dentro de la cabina de radio de la estación Suriana Radio, de la que es directora general y que transmite en la frecuencia del 107.9 de FM desde Tlapa, Guerrero. Enfatiza que llorar resulta un magnífico bálsamo para la vida porque todo remedia… ¡menos la muerte!!

– ¿Isabel Ortega, era una niña… viva, viva… pero muy viva?

-Yo diría que impresionantemente inquieta, tanto era así, que no sé cómo supieron que tenía buena ortografía, además, sabia redactar muy bien. A mis 12 años de edad, varias escuelas empezaron a llamar y me contrataban para que me encargara de “picar” los mimeógrafos…

– ¿Saltabas a la fama por tu inteligencia?

-Te agradezco el concepto, pero no me creía tal, basta decirte que hasta grupos sociales considerados como “subversivos”, también habían logrado contactarme para realizar la misma tarea.

– ¿No te daba miedo?

-Lo más curioso, es que dichos grupos “subversivos” llegaban hasta mi casa y entrada la noche, con eso que mi papá también era algo “rebeldón”, pues le caían como “anillo al dedo”, sin ningún problema, les permitía el acceso a mi casa, así es que, delante de él, me explicaban lo que tenía que elaborar.

– ¿A lo mero macho no les daba miedo atender a ese tipo de gente?

-Es que ya estábamos acostumbrados. No había noche que no fuera alguien a mi casa, ya sea para solicitar los servicios médicos de mi papá o pedirle que fuera a ver un enfermo de suma urgencia. Vaya, hasta mis hermanas y yo, nos habíamos convertido en una especie de sus “enfermeras” particulares.

– ¿No te daban ganas de vomitar cuando veías sangre con heridos de bala o atropellados?

-No, fíjate que no.  Aprendí a sentir un respeto cuando veía la sangre que salía de los cuerpos de heridos y enfermos.

– ¿Te resultaba “normal”, ver el dolor ajeno?

– ¡Uff!!, vaya pregunta. Debo decirte que, en esas circunstancias es cuando aprendes a valorar el dolor ajeno. Estar muy atenta en lo que pudiera ayudar. Nos quedábamos en “guardia”, vigilando que el suero que se les aplicaba a los enfermos fluyera bien, que no tuvieran ni una sola burbuja de aire porque les podría provocar la muerte, que el paciente estuviera respirando correctamente, pero, además, teníamos que mostrarle una sonrisa al paciente para contagiarles un poco de tranquilidad…

– ¿Sonreír, no obstante que el dolor por dentro te estuviera partiendo el alma?

– ¡Exacto!!, que el enfermo, al abrir los ojos, tenía que ver una sonrisa en tu rostro para transmitirles alientos y pudieran salir adelante.

– ¿A lo mero macho, aprendiste a inyectar y dar primero auxilios a tan corta edad?

-Contaba tan solo nueve años de edad cuando aprendí a inyectar, luego, aprendí a poner intravenosas a los once años. Pero, a decir verdad, mi hermana Lulú era buenísima para poner sueros y una enorme facilidad para encontrar las venas de los enfermos de manera rapidísima…

– ¿Lulú, sí pudo dedicarse a la medicina?

-No, tampoco, a la fecha, ella es una muy destacada contadora pública. También, me acuerdo que Lulú escuchaba a la perfección los latidos del corazón, de personas con problemas de alta o baja presión arterial…

– ¿Qué sentías cuando escuchabas los latidos del corazón de esas personas?

-Créeme, era algo fantástico…

– ¿Y cuando te enfrentabas al dolor de las personas, cuando uno de esos pacientes fallecía?

-¡Edmundooo!!, qué preguntas me haces. Enfrentarte al dolor de los familiares que perdían un ser querido… ¡era terrible!!

– ¿Ese dolor lo hacías tuyo?

-Es algo que no puedes evitar. Recuerdo que aprendí a observar cada uno de los gestos del rostro de mi papá, sobre todo, cuando estaba frente a un enfermo que acabada de fallecer o una persona que había muerto de manera trágica.

– ¿Aprendiste algo de Tanatología?

-En efecto, es ayudar a bien morir a las personas, dejarlos en absoluta paz total, así como a sus familiares

– ¿Una lucha extenuante frente a la enfermedad y la vida misma?

– ¡Qué delicia es conversar contigo!!, vas marcando increíblemente la ruta de la charla…

– ¡Déjate de cosas, mejor sígueme platicando…

-Mi papá decía que la vida de los enfermos estaba en las manos de Dios…

-No me digas que no se te doblaban las piernas, ni el ánimo cuando te enfrentabas a esa parte del dolor por la muerte de una persona…

-Lo único que te quedaba hacer, era acercarte a los familiares y transmitirles mucho amor, tomarles de la mano…

– ¿Aprendiste también, que nada es para siempre?

-Sí, aprendes que todo, pero todo, es temporal. Además, algo que repetidamente me lo digo a mí misma y sin entenderlo…

– ¿Entonces, por qué lo haces?

-Pues para comprenderlo a la perfección… ¡Que todo pasa para bien!!

– ¿Hasta la muerte?

-Es que el ser humano se aferra al creer que todos somos inmortales y no logra entender el por qué pasan las cosas…

-Vamos, en la vida, ¿todo tiene solución menos la muerte?

-Eso mismo decía mi papá, que mientras tuviéramos vida, todo tenía solución, menos la muerte. -Intempestivamente, a mi entrevistada se le quiebra la voz, sus ojos negros se llenan de lágrimas y entre balbuceos me dice-: “Mi papá, le compuso un hermoso poema a mi abuelo -su papá- en un momento de desesperación y que dice así: “Lejos el llanto de tus ojos de hombre y de tus labios lejos el lamento. Llora la brisa, pero no te asombre que tan solo ruge huracanado el viento…”

– ¿Quieres que hagamos una pausa en lo que te tranquilizas?

-No, mi querido Edmundo, me tienes impresionada porque en esta entrevista, te metiste hasta lo más profundo de mis sentimientos. Ese poema se llama “Aún vencido” y lo recuerdo a la perfección cada vez que me siento triste y deprimida.

– ¿Llorar es un bálsamo a la vida?

– ¡Wooow, Edmundo!!, me tienes en tus manos. Mi papá me decía: Hija querida, llora a solas porque alguien que esté del otro lado, deberá contar con una total fortaleza. Ignoras por completo como está esa persona y qué es lo que necesita, así es que tu deber, es dar siempre fortaleza a los demás.

– A lo Mero Macho, ¿la vida depende de un hilo?

-Da mucho miedo reconocer y aceptar eso. Al ser humano le cuesta muchísimo trabajo comprender que es completamente frágil y no es tan sencillo…

– ¿En un abrir y cerrar de ojos, la vida se acaba?

– ¡Así de fácil!! Todo cambia en cuestión de segundos y la vida es una despedida permanente. El ser humano, y en especial, nosotros los mexicanos, aprendemos a soñar, pero ignora si el mañana existe para él.

– ¿Es lo que nos está pasando a los mexicanos?

– ¡En efecto!!, tristemente, nos la pasamos peleando y soñamos en alcanzar una grandeza material y tener todo el poder, pero ignora si el mañana existe para él.

– ¿No sería más fácil, soñar el mañana, pero vivir a plenitud el presente?

– ¡Exacto!! Es que ese mañana, en realidad… ¡es hoy!!

– ¿Hay que vivir el presente, como si fuera el último día de vida?

-Así es mi querido Edmundo, hay que vivir con toda intensidad el presente.

-Tú tienes un poema muy bello, que habla acerca de ese tema…

-Así es. -Totalmente motivada, mi entrevistada declama un fragmento de su poema- “Hay que vivir intensamente, minuto a minuto el presente. Porque ese presente, puede ser el último instante de tu vida”

– ¿Qué te motivó escribir algo tan lleno de filosofía pura?

-Lo aprendí, acorde con todo lo que viví al lado de mi papá. De lo que aprendí sobre la medicina, de todo lo que me contaban los pacientes y de todo lo que veía entre la vida y la muerte, todo eso, te lo vas encontrando en el caminar de todos los días, peor te das cuentas que, cuando escribes…

– ¿Aprendes a sanar a los demás con las palabras?

– ¡Eso mismo me decía mi papá!!…

-…Disculpa que te interrumpa, pero dime ¿qué sucede con la persona que está leyendo lo que escribiste?

-Créeme que le resulta mucho muy alentador…

– ¿De ese tamaño?

-Es que aprendes a sanar con la palabra, es decir, puedes llegar a inyectarle esperanza o también, buscar la muerte con lo que escribiste.

-Jamás he leído un texto que conlleve a la muerte…

-Por eso, es tan importante escribir, siempre, cosas totalmente alentadoras y llenas de positivismo.

-Con el respeto que me mereces ¿Con lo que escribes, crees que tienes la verdad absoluta?

-Déjame contarte algo que sucedió aquí en Tlapa. Me tocó vivir una experiencia sumamente fuerte y llegó un momento que me hizo reflexionar, en que uno no tiene la verdad absoluta y hasta te confunde…

– ¿Qué sucedió?

-Resulta que secuestraron…

-Órale…

-Bueno, secuestraron a tres empleados de una escuela de bachilleres de la montaña, quienes habían viajado hacia Chilpancingo porque les iban a entregar su base, y por eso, tuvieron que llevar todos sus documentos, pero cuando regresaban para Tlapa, desaparecieron y nunca llegaron.

– ¿Los mataron?

-Como periodistas, tenemos a nuestro alcance varias fuentes, y una de esas fuentes confiables, me decía que estaban muertos…

– ¿Era una fuente oficial, digna de credibilidad?

-No, no era una fuente oficial…

– ¿…Y entonces…?

-Mantuve “al aire”, la información de la búsqueda que emprendieron autoridades y familiares de esas tres personas. Al cierre de cada emisión del noticiero, distintas personas me llamaban asegurándome que ya estaban muertos…

– ¿Y qué les decías?

-Que yo no tenía ningún derecho en matar la ilusión de los familiares y autoridades que seguían buscándolos para encontrarlos con vida…

– ¿Te culpaban de ejercer un “amarillismo” en tu noticiero de radio?

-Sí, me recriminaban que yo tenía que decir “al aire” que ya estaban muertos. Cosa que me negaba rotundamente, porque no era lícito que yo expresara tal cosa, sin contar con un comunicado oficial expedido por autoridades correspondientes y totalmente comprobada…

– ¿Y qué sucedió?

-Entonces, ocurrió que vi una película que se llama “La sociedad en la nieve…”

– ¿…Y…?

-Cuando comenzaba a verla, había dos momentos que me daban la respuesta acertada. Si yo les decía que ya estaban muertos, yo misma iba a matar a sus familiares al decirles una noticia totalmente alejada de la realidad.

-Indudablemente, sería un tremendo golpe para cada una de esas personas…

– ¡Claro!!, yo no sabía cómo estaba el corazón de cada una de ellas, una noticia de tal magnitud, les provocaría un infarto o algo así. Cuando podían estar vivas esas tres personas que había desaparecido…

– ¿A lo Mero Macho, te dolía o te afectaba esa presión que recibías y te preguntabas si estabas haciendo mal?

-Sí, para que te digo que no, sí, sí.

– ¿La desesperanza es la madre de la desilusión?

-Creo que me “cayó el veinte”, y acerté que estaba en lo correcto con el tipo de periodismo que estaba ejerciendo con respecto a ese caso de los tres desaparecidos, porque mantenía viva la esperanza de encontrarlos con vida hasta el final…

– ¿Y qué sucedió?

-Afortunadamente, fueron encontrados con vida.

– ¿Ha valida la pena el periodismo que realizas?

– ¡Uff!!, cuando te quedas sin un peso en la bolsa, creo que reniegas de ello… Ja, ja, ja. Más aún, cuando se te vienen encima todo tipo de compromisos económicos.

– ¿Sientes envidia de destacados comunicadores que poseen fortunas y fama?

-No, fíjate que no, al contrario, hasta me da gusto que la vida les sonría de manera tan placentera.

– ¿Duermes tranquila?

-Sí, fíjate que sí

– ¿Quién ejerce el periodismo… es un tanto masoquista?

– ¡Vaya pregunta!! Sé que, en esta bendita actividad del periodismo, existen ciertas restricciones de tipo económico y material, inclusive, de igual manera, estoy completamente consciente que corro muchos riesgos como periodista por todo lo que hago, sigo escribiendo editoriales que considero muy fuertes…

– ¿Has pensado en “tirar la toalla”?

-No, al contario, me mantengo firme, con el orgullo y la satisfacción de que no he vendido mi conciencia…

– ¿Qué sucede después que escribes un artículo o un editorial, que sabes perfectamente despertará la ira de quien va dirigido?

– ¡Uff!!, Edmundo… Me preguntas ¿Qué sucede después? Uno escribe y saca lo que lleva dentro…

– ¿Se vale escribir con las vísceras?

-No, no se trata de eso, sino que, simplemente, viertes tu opinión y te das cuenta que hay una reacción a lo que expresaste.

– ¿En dónde comienza y en dónde termina una noticia?

-Yo creo que la noticia comienza desde el momento que se genera, pero no como un hecho consumado, sino que es la primera información, a partir de ahí, se derivan más y más…

– ¿Y en dónde termina?

-Es que no te puedes quedar solamente con una parte de esa información que se va generando, por lo tanto, no termina…

-Vamos, ¿Debo entender que solamente es una punta de la madeja?

-Digamos que la noticia es como un simple hilo y no tienes la madeja completa, además, mucho menos, tienes el color de ese hilo sino hasta que tengas la certeza de lo que es…

– ¿Las noticias encierran “secrecía” de la información?

-Uno de esos asuntos que resultan un tanto inexplicables, por ejemplo, es el hecho de estar en algunos lugares que te exijan cierta “secrecía” de la información y te lo recalcan: “Te lo digo como mi amiga que eres y no a la periodista…”

– ¿Dejas que se te escape la información por esa lealtad a la amistad?

-Es que resulta sumamente complicado y hasta les hago ver que me están dando una “exclusiva” de carácter nacional que hasta podría tener un impacto de nivel internacional…

– ¿Y Cuál es su posición?

-Es que se aferran en decirme que se lo confían a la amiga…

– ¿Te sientes entre la espada y la pared?

-Es que la vida da muchas vueltas. Total, pasa algún tiempo y te das cuenta que esa noticia trasciende por otros canales…

– ¿Algo así como la reciente reunión que sostuvieron los obispos de Guerrero con miembros del crimen organizado?

-Eso, era algo que ya sabíamos con mucha anticipación…

– ¿No lo difundiste por temor a que tu vida estaba en peligro?

-Pues sí, es algo que no podías decir, sabes perfectamente que tu vida está en peligro.

– ¿Las noticias se pueden predecir?

-No, yo creo que no. La noticia es noticia, vamos es un género que genera un impacto

-Entonces, dentro del periodismo ¿Qué es lo que sí se puede predecir?

– ¡Puff!!, vaya, vaya…

– ¿Te sientes en el banquillo de los acusados?

-No, no es así…

– ¿Entonces…?

-Lo que me sorprende, es esa astucia que me demuestras en cada una de tus preguntas. En ningún momento he visto que consultes un solo papel ni nada, sino que todo sale de tu mente y de tu ronco pecho…

-No es mi intención incomodarte, además, entre gitanos no se leen las cartas…

-A lo que me refiero, es que, dentro del periodismo, lo que se puede predecir es una crónica y empiezas a relatar lo que, tú, creíste lo que podía suceder y terminas por enfrentarte a algo que no era así…

– ¿El periodista se somete a una “autocrítica”

-Sí, la verdad es que sí. Te haces una crítica conforme a lo que escuchas, de lo que ves o hasta de lo que te imaginas, vamos, inclusive, a partir de cierta declaración que hizo tal o cual personaje, y cuando llegas a un hecho, te das cuenta que ni tan siquiera se realizó ese evento y te pones a escribir algo de la nada.

– ¿Una periodista de tu talla y experiencia, se queda pasmada ante la importancia de tal suceso o noticia?

-Debo confesarte que, en algunas ocasiones, me he sentido un tanto impactada porque ha habido ocasiones en que te enfrentas a algo desconocido y no sabes lo que vaya a suceder, mucho menos, si puedas abrazar a la persona que está llorando y que está involucrada en determinada noticia, al resultar una simple observadora pasiva o simplemente, te conformes con brindarle un poco de consuelo a esa persona.

-A lo Mero Macho, ¿puedes consolar a un niño que llora por la muerte de sus padres en un accidente o bien, como simple periodista te dedicas a registrar el hecho?

– ¡Qué preguntas tan complicadas me haces… ¡Somos colegas!!…

– ¿Una noticia es el peso de la palabra impreso en un papel o la fuerza de un sonido y de una imagen?

– ¡Que entrevista!!, me haces sentir dentro de un duelo de esgrima….

-No inventes, además… ¡yo no tiro a matar!!

-Es que, a veces, hasta los silencios hablan. A veces, hasta guardar silencio en algo así, es más, hasta tres simples puntos suspensivos pueden tener más peso…

– ¿Debo entender que las noticias se pueden pausar?

-No, claro que no. Las noticias se tienen que dejar correr…

– ¿A qué es lo que sí, se le puede poner una pausa?

-Quizás, al auditorio para que respire y tome aire y la pueda asumir como tal…

– ¿Qué la pueda asimilar y hasta reflexione ante el impacto que le pueda causar?

-Tienes toda la razón. Insisto, son esos tres puntos suspensivos dentro de un texto, quizás, sea también una palabra “al aire” en donde puedas expresar que no tienes palabras para describir tal o cual hecho y guardas silencio…

– ¿Un simple “mutis”?

-En la radio, recurres a un sensibilizador como lo es la música, pero si el conductor no tuvo la palabra adecuada para definir tal hecho y deja que sea el propio auditorio reflexione acerca de la noticia que acaba dar a conocer…

– ¿Debo entender que las noticias sí se pueden “maquillar”?

-Lo mismo sucede cuando presentas una imagen dentro de la televisión y solamente la dejas congelada, dando la oportunidad a la gente para que reflexione…

– ¿Una imagen vale más que mil palabras?

– ¡Órale!!, cuando menos, una imagen puede generar las palabras que no se han podido expresar…

– ¿Un comunicador se ve imposibilitado en decir lo que quería expresar?

– ¡No!!, más bien, creo que lo hace un tanto deliberadamente. Yo creo que se aprende a que el auditorio no se quede “frio” sino que se involucre como simple ciudadano

– ¿Qué pasa cuando al auditorio no le das lo que te pide?

-Al auditorio hay que darle lo que quiere y lo que necesita saber…

– ¿Complacerle en términos medios?

– ¡Uff!!… ¿Qué te digo…?

– ¿Qué es lo que más te pide?

-A veces, pide una canción que puede estar relacionada con esa violencia…

– ¿Y qué haces…?

-Pues presentarle la canción que quiere porque tienes que respetar su derecho de petición, pero también, es tu obligación ofrecerle otras alternativas

– ¿Una simple estira y afloja? ¿Quién pesa más, el auditorio o el emisor radiofónico?

-Siempre, pero siempre, quien pesa más es el auditorio…

– ¿Por qué?

-Pues porque tiene todo el derecho a saber. Mira mi querido amigo Edmundo, aquí, te enfrentas a dos artículos: El primero de ellos, es el Artículo Sexto Constitucional y se refiere al derecho a saber. Luego, el Artículo Séptimo, que se refiere al Derecho a Informar…

– ¿Qué sucede dentro de la cabeza de Isabel Ortega, cuando se encuentra en medio de ese dilema?

-No pierdo la noción que en primer lugar se encuentra el Artículo Sexto, el derecho a saber…

– ¿La periodista Isabel Ortega tiene el derecho a informar, pero no de juzgar?

-Un tanto sorprendida por la pregunta, se queda callada, medita durante algunos segundos, aprovecha para beber un poco de agua y me dice: “No, fíjate que puedo hacerlo utilizando los géneros periodísticos, porque soy yo quien emite un juicio.

-Con el respeto que me mereces ¿Una periodista como tú, busca el aplauso?

-No Edmundo, la verdad es que no. El periodista es simplemente eso, un periodista emite y realiza su trabajo y no tiene por qué buscar el aplauso, pero debido a ese trabajo, habrá a quienes les agrade, y también, a quienes les desagrade.

– ¿Te sientes orgullosa de ser periodista?

– ¡Claro que sí!!

– ¿Por qué?

-Porque cumplo cabalmente con la responsabilidad que yo misma me tracé, que es la de informar y la decisión que tomen el auditorio, simplemente, ya no me compete.

– ¿Cumples con una exigencia social?

-Digamos que cumplo con una responsabilidad social…

– ¿Una comunicadora esclava de esa exigencia social?

-Con el rostro notablemente sonrojado me dice: Digamos que me siento parte de esa exigencia, pero no esclava…

– ¿Por qué te pones toda roja?

-Es el impacto de la ráfaga de preguntas que me lanzas…

– ¿Te molesta?

-No es que me cauce molestias, sino que haces preguntas mucho muy difíciles de responder, así, de bote pronto…

Continuará

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