Sin retorno

Yo Campesino

•Elección de Estado, pero la mayoría votó por 4T. Vienen tiempos muy difíciles
Miguel A. Rocha Valencia
Si no fuera tan serio lo que viene, la posición de los dirigentes de los partidos PAN y PRI daría risa y su “santa indignación”, sería digna de contagiarse, pero la verdad es que se irán al basurero de la política con el estigma no de asumir sus responsabilidades ni contar con la estatura para defender sus colores más allá de sus conveniencias personales y grupales.
Lo cierto es que ahora descubren después de meses y años de campaña desde Palacio Nacional, que enfrentaron unos comicios de Estado donde no sólo se compró el agradecimiento del pueblo bueno con más de 2.5 billones de pesos o que se aplicó el chantaje y el “plomo y plata” a empresarios y políticos para que cooperaran con la 4T, ni que desde la presidencia se hizo el cínico destape de una corcholata sin atender ni una sola línea de la ley electoral.
Pareciera que tampoco se dieron cuenta del “pastoreo” que llevó a muchos cuadros políticos a chaquetear “convencidos” de que la 4T era lo mejor para el país, aunque no supieran de qué se trataba. Muchos de ellos jugaron el doble juego desde una falsa oposición que negoció su impunidad o inclusión en el proyecto propiedad del ganso.
En esa estrategia donde se valió de todo cayeron lo mismo aspirantes a la “grande” que gobernadores que después se volvieron embajadores y unos más en “aliados” electorales de los morenos, se fueron diputados federales y estatales, senadores y todos aquellos propensos al chaqueteo.
A pesar de ello, los hoy indignados dirigentes no hicieron tanto escándalo, mucho menos cuando inició la colonización cuatrotera al poder Judicial y el ganso designó a “licenciadas” muy cuestionada como ministras o cuando maniobró para colocar a su garbancera Guadalupe Taddei Zavala al frente del Instituto Nacional Electoral donde la resistencia que personificaba Lorenzo Córdoba Vianello se acabó a tal grado que hoy hace innecesaria una reforma para someterlo al poder Ejecutivo.
Empero, las reformas van, y más hoy que 35 millones de mexicanos decidieron dar mayoría abrumadora al caudillo de Macuspana; dejar pasar la oportunidad para consolidarse en el poder e incluso dejar una dinastía tabasqueña no la van a dejar pasar; ahí están los hijos del prócer que merecen heredar sin esfuerzo.
Los hechos son irrefutables, ganó el partido en el poder junto con sus rémoras convertidos en una gavilla unificada que no va a compartir el poder. La oposición será reducida a su mínima expresión, lo que queda de los partidos opositores serán sólo una franquicia para negociantes de la política si no se refundan en el caso del PAN.
El PRI la tendrá más difícil ya que además de cargar con el estigma histórico de la corrupción y el abuso del poder, ya exportó a sus más destacados miembros a la 4T y se quedó con la “morralla” donde ya escasea la falta de talento político y en un descuido se pueden ir a la tumba.
Así que todos sabíamos desde meses o años antes que lo de este año sería una elección de Estado para eso trabajó el mesías tropical, no gobernó ni se asumió como presidente de todos los mexicanos sino como el jefe de la gavilla presidencial y desde palacio nacional continuó con su campaña en base a las acusaciones de corrupción a los de enfrente y le funcionó.
Aprovechó los programas sociales que antes condenó porque según decía, eran utilizados para comprar votos y los hizo suyos pero remasterizados dedicando a ello cientos de miles de millones de pesos.
Por eso las expresiones de “este arroz ya se coció” o ya sólo hay que pasar el trámite de la elección. Los dados estaban cargados, los opositores lo sabían y algunos medios con contados periodistas lo restregaban todos los días a los dueños de los membretes opositores advirtiéndoles su poco impacto en la sociedad.
Esos medios que hoy ya “aflojaron” y esos periodistas, no se convirtieron en la real oposición, sino en la resistencia contra la oposición, porque los políticos sólo se dedicaron a asegurar su futuro inmediato, aunque más tarde decidan que ya entendieron qué es la cuarta transformación y de plano se arrodillen ante la nueva ama, la entrante machuchona de Palacio Nacional.
Ya no hay vuelta atrás, aunque el peso se devalúe, se caiga la inversión o la inflación se valla para arriba. La bronca fuerte será cuando ya no alcance para cubrir los programas sociales y hasta se dé reversa a algunos de ellos, eso sí, constitucionalmente porque para eso tendrán la mayoría calificada.

Y es que tarde o temprano no habrá dinero para mantener a una creciente población de adultos mayores ni la improductividad generalizada del país. Lo hecho, hecho está.

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