La Confrontación del día en la Exhibición  Palaciega… sí en “¡la Majadera!”

 

NIDIA MARIN

Si usted cree que el golpeador de Palacio y sus congéneres van a pacificar México en los próximos siete meses que le restan a este castigo sexenal, está equivocado, pero… no se atreva a decirlo, porque…

Sí, porque diariamente el pleito verbal es el punto toral de las conferencias “las mañaneras” que se deberían de llamar “las majaderas”, en las cuales “la nota” tiene que ver con los insultos, tirrias y fobias, de quien se dice dueño de la República Mexicana.

Porque en este país, día con día, un máximum ego se exhibe. Y nadie, así sea el ser más reconocido y brillante de nuestro universo, tiene derecho a criticar al presunto elegido de los dioses, aunque hoy la realidad consecuente de las pésimas políticas adoptadas en el sexenio le carcoma la lengua: se teme que el cierre en octubre sea con la cifra de 190.000 homicidios, si no es que alcanza 100,000.

Pero esa sangre derramada no se toma en cuenta en el zócalo. Por el contrario, por allá no se entiende cómo puede haber gente tan malvada que critique el trabajo que lleva a cabo el ser más brillante del universo, hoy radicado en un palacio mexicano.

¿Cómo se le ocurrió a la legisladora española Cayetana Álvarez de Toledo, criticar a la única persona del orbe con el derecho a despedazar a los demás?

¿Por qué la madrileña tuvo la osadía de reprobar la frase “abrazos no balazos”, subterfugio presidencial para evitar atacar a sus “amigos” los narcos?

Como lo dijera la diputada:

“Cuando un gobierno no aprecia o menosprecia la ley, cuando decide acunar amablemente la delincuencia, cuando traslada la falacia de que las cárceles son bastiones de una cultura autoritaria y represiva, cuando permite a los criminales dejarlos libres y en algunos casos pacta con ellos, el crimen avanza, prospera, se adueña de las elecciones y se convierte en un atajo a los jóvenes extraviados, en un atajo hacia el abismo. Llaman política al abrazo a lo que no es más que una mezcla letal de incapacidad y además dicen que no hay alternativa”.

Con tales verdades, evidentemente caló en lo más profundo del ego presidencial, porque nadie en el orbe, ¡absolutamente nadie! debe responderle. ¡Eso resultó una villanía para el elegido de los dioses!

Para nosotros los pobres mortales mexicanos ya falta menos para que el máximo narcisista del país, el ególatra por excelencia, diga adiós a la Presidencia de la República… ¿para siempre? ¡Ojalá!

De no ser reelegido mediante artimañas (sobre lo cual trabaja con subterfugios denodadamente el actual “castigo” para los mexicanos), quien llegue, esperamos, alejará el mal ejemplo representado por el buscapleitos de mayor jerarquía gubernamental en México.

A los retobados y deslenguados, la Biblia los define como “desvergonzados y desbocados”. Tal vez este majadero, que para México ha sido un castigo y jamás una solución, pudiera ser clasificado por los especialistas por su conducta neurótica la cual, de acuerdo al Diccionario Psicológico, no es otra cosa que:

“Comportamiento inadaptado carente de flexibilidad, que aparece asociado con uno o más de los siguientes atributos: angustia excesiva, conflictos emocionales, temores irracionales, afecciones somáticas que carecen de base orgánica y tendencia a evitar ciertas situaciones provocadas de tensión, en vez de hacerles frente de manera eficaz”.

Ni como negarlo, tenemos un enfermo del cerebro encabezando el poder en la República Mexicana… para nuestra desgracia y con mucha suerte ¡ya se va!

Diariamente exhibe de que pata cojea, porque la agresividad está definida por los psicólogos como: “Estado emocional que consiste en sentimientos de odio y deseos de dañar a otra persona, animal u objeto”.

¡Ya falta menos! Sólo unos cuantos meses de verborrea para un personaje que pretende, como sí lo logró el dictador Fulgencio Batista, abolir la constitución, no vaya a ser que cuando fallezca, como ocurrió en Haití con otro dictador, Papa Doc, lo desentierren y sus restos sean apaleados.

¡Ya falta menos!

Y que no se le ocurra actuar como Nicolás Maduro, que hoy pretende reelegirse, porque… ¡ya sabe! ¡ya sabe!

Mucho menos como el ex sandinista de Nicaragua, Ortega, hoy convertido en la antítesis de la revolución y exhibido en el mundo como uno de los peores dictadorzuelos… hasta que la muerte lo separe.

Ciertamente, ya falta menos…

¡Uff!

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