Ciudad de México. Integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) condenaron el asesinato de un estudiante de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, en un hecho con policías estatales, en el que también resultó herido otros alumno.
Profesores disidentes e investigadores del normalismo rural, demandaron que “antes de condenar a los jóvenes normalistas rurales como delincuentes y vándalos, se debe investigar y esclarecer cómo ocurrieron los hechos”.
Pedro Hernández Morales, dirigente del magisterio disidente en Ciudad de México y miembro de la dirección nacional de la CNTE, señaló que “no solo es lamentable, sino condenable este ataque a los jóvenes normalistas rurales. Exigimos una investigación clara y transparente que lleve al castigo de los culpables, no solo materiales, sino a quién dio la orden para que se actuara de esa forma”
Los alumnos de la normal rural de Ayotzinapa “han sido muy castigados. Lamentablemente, no es el primer hecho en el que sus alumnos pierden la vida. En diciembre de 2011, los estudiantes Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús, murieron al ser impactados por disparos de policías federales y estatales”, recordó el profesor, tras destacar que “fueron el antecedente a la desaparición de los 43 jóvenes normalistas en septiembre de 2014”.
En entrevista por separado, Hallier Arnulfo Morales, profesor-investigador de la Escuela Normal Rural de San Marcos, Zacatecas, y subdirector académico de esa casa de estudios, destacó que en México prevalece una “narrativa de naturalización dela violencia contra los estudiantes normalistas rurales. Y en el caso de los alumnos de Ayotzinapa, la represión, la violencia, el desprestigio, incluso, la calumnia, es justificada socialmente, porque son ellos».
Historiador y expertos en el normalismo rural, destacó que la leyenda negra sobre el normalismo rural, “no es nueva, lo trágico es que sigue vigente, y que ha sido especialmente dirigida contra los alumnos de la normal rural de Ayotzinapa, quienes desde 2014 enfrentan estos estereotipos contra ellos”.
No podemos aceptar como sociedad, indicó, que lo primero que se difunde en los medios masivos de comunicación es la “justificación del asesinato de un joven normalista rural, y no la demanda de conocer cómo sucedieron los hechos. No es justificar primero, antes de informar, y no podemos olvidar el contexto en el que se da esta tragedia, que es esta narrativa hostil que acompaña a las normales rurales desde hace décadas, sigue ahí”.