Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cuando la verdad es verdadera, hay que reconocerla y festejarla.
Ahora no hay forma de desmentir que el ciudadano huésped temporal de Palacio Nacional es el ¡más popular del mundo! Ya superó a Narendra Modi, primer ministro de India quien siempre estaba en primer lugar y después, ya en segundo o tercero, el mexicano.
Con más 170 millones de mensajes en las redes sociales en los que se le menciona como #AMLOnarcopresidente, el señor López ha rebasado todos los récords de popularidad.
¡Es innegable!
Granjas de bots o trolls, al final de la jornada las menciones están ahí, además aderezadas con otros elementos como el de liberar a Ovidio -Guzmán, El Ratón- y saludar de mano a la mamá de El Chapo -señor Guzmán, le llama- y, por supuesto, los señalamientos de congresistas estadounidenses en el sentido de que los cárteles criminales de México son una amenaza para la seguridad del país de las barras y las estrellas, entre otros “recuerdos” de los cibernautas.
Por supuesto que habrá por ahí un #hastag que tenga alguna suma similar o superior, pero ninguna de ellos dirigida a un presidente. Por lo menos no se sabe o no se ha hecho público.
Los especialistas en analizar mensajes de las redes sociales, han dado una explicación sensata: no son 170 millones de personas las que han participado, sino que las granjas de bots de la Presidencia de la República y de sus aliados, ha incrementado el número al referirse al tema. Es decir, la estrategia seguida por los “expertos presidenciales” es la ¡equivocada!
Y el resultado es que la bilis del mencionado en el #hastag ya se derramó.
A grado tal es el enojo que él mismo hizo mención de los 170 millones de menciones y, como respuesta, expresó: “No, no lo voy a dejar… el tema merece ser aclarado… el pueblo debe saber la verdad”.
Es algo que no entiende el residente del virreinal edificio. Negar lo que se ha señalado en los últimos cuatro años y que ha sido mencionado por personajes como el fallecido Porfirio Muñoz Ledo, no ha tenido el efecto deseado.
Se buscaba desacreditar a las “malditas redes sociales” y sus usuarios porque, a decir del popular, se trata de mentiras.
Es el uso de las palabras comunes. Si algo le sale bien, hay que festejarlo. De lo contrario, hay que desmentirlo.
No es novedad. Desde el púlpito guinda ubicado en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, se teje todo tipo de patraña que es calificada de “politiquería” o bien atribuida a “los conservadores que quieren regresar al poder (y tocó madera)”.
En parte tiene razón al apuntar que son tiempos electorales y es el momento en que afloran todas las cosas que se ocultaron durante años, meses, semanas. Sin embargo, la respuesta en tiempos electorales es, justamente, descalificar a los adversarios, mantener la narrativa de que los malosos no son los criminales, porque sostiene son humanos porque él no es un dictador, sino todos aquellos que buscan dañar “mi gobierno… y no, no me voy a dejar”.
Habría que decir que haga lo que hiciere, la popularidad no se pierde de la noche a la mañana. Tarda, aunque se intente cambiar la historia. A lo mejor días, semanas, meses o años y, en ocasiones, prevalece la fama, buena o mal, fama al fin.
Y eso le gusta al inquilino de Palacio Nacional.
Entones, no debe quejarse.
Al contrario, debe estar feliz, feliz, feliz por ser el presidente más popular del mundo.
¡Esos son hechos, no palabras!
Nadie tiene derecho a arrebatarlo que con tanto esfuerzo consiguió. Tiene que defender su primer lugar. Sí, señor.
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