Los Dados de Dios
NIDIA MARIN
Las elecciones libres en América Latina pareciera que serán una eterna aspiración, ante los pocos años de ejercicio y el conflicto que enfrentan en el siglo XXI.
Hoy lo que rifa son los remedos de dictaduras, presuntamente de izquierda, por lo que se augura gran derramamiento de sangre fundamentalmente de aquellos latinoamericanos que se opongan en las diversas naciones a la permanencia en el poder de la misma persona y fuerza política.
Hubo quienes pusieron el mal ejemplo a lo largo del siglo XX: en lo general las dictaduras de derecha, hasta que llegó Cuba con la familia Castro y hoy con sus allegados.
En el siglo pasado las autocracias rigieron en Cuba (primero de derecha y después de “izquierda”, también el actual XXI), Bolivia, Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, República Dominicana Haití, Dominicana, El Salvador, Perú, Ecuador, Colombia, Nicaragua, Brasil y Venezuela (en México como dictadura de partido que, con otro nombre en la actualidad pretende continuar).
Hoy, el totalitarismo permanece lo mismo en América Latina que en el Caribe, fundamentalmente en: Venezuela, mediante la herencia de Hugo Chávez a Nicolás Maduro, quien ya suma 13 años en el poder; Cuba, con Miguel Díaz-Canel quien llegó como presidente el 19 de octubre de 2019 y se reeligió en 2023; Nicaragua, Daniel Ortega, presidente desde 2007 con tres reelecciones, una en 2012, otra en 2017, una más en 2022 y…lo que se acumule.
HAY NUEVO INGRESO A LA
CAMADA DE REELECTOS
Apenas ingresó a la camada el presidente de El Salvador, Nagib Bukele quien, tras cinco años en el poder presidencial, apenas fue reelecto la semana pasada, presuntamente de acuerdo con lo dispuesto en la Constitución salvadoreña en su artículo 152.
Hay que hacer notar en este caso lo muy particular que reviste, porque Bukele logró tácitamente desmantelar (o por lo menos vulnerar y encarcelar), a una de las más peligrosas bandas delictivas internacionales: la Mara Salvatrucha, la cual tenía (¿tiene?) conexiones en México y en general en América Latina, pero también en Europa.
Por cierto, uno de los dirigentes del MS-13, lmer Canales Rivera, alias “El Crook de Hollywood”, fue detenido el año pasado, en noviembre en México.
Y LLEGÓ EL
HARTAZGO
Ciertamente a finales del siglo pasado se rechazaba la reelección en el continente y también en el caribe, pero como explica José Ángel Aquino R. en su trabajo “Reelección presidencial y equidad en las campañas electorales” dado a conocer por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos:
“Este principio se consolidó de manera permanente en muchos países latinoamericanos hasta el punto que a finales de la década del 90, apenas cinco países preveían la reelección presidencial. El rechazo a la reelección era un sentimiento muy popular en los líderes políticos de la región y en la propia ciudadanía. Por ejemplo, en el año 1998, Panamá sometió a referéndum la inclusión de la reelección presidencial en su sistema político. El 63.72% de los ciudadanos votó rechazando esta propuesta y la Constitución panameña permaneció preservando el principio de la no reelección presidencial. Antes, en la reforma constitucional de 1994, República Dominicana, que había sido uno de los pocos países donde la reelección no tenía límites legales, terminó con esta tradición prohibiendo la reelección presidencial consecutiva.
“A partir de 1999, sin embargo, la reforma constitucional en América Latina tomaría otros derroteros. En Brasil, el presidente Fernando Henrique Cardoso, electo para el período 1995-1999, promovió la reforma a la Constitución Política para poder postularse a un nuevo mandato, logrando producir este cambio y alcanzando un nuevo triunfo electoral que le mantendría en el poder hasta el 2003. En el 2002, el presidente dominicano Hipólito Mejía, promovió una reforma constitucional con el propósito principal de restablecer la reelección presidencial consecutiva, alcanzando este propósito, con el apoyo de legisladores disidentes de la oposición, que fueron acusados de ser sobornados. El presidente Mejía, sin embargo, a pesar de que fue postulado para la reelección no lograría ser electo para un nuevo mandato, siendo vencido por otro ex presidente, Leonel Fernández”.
El asunto es que la reelección está de vuelta o tratando de que sea aceptada por los pobladores (como en el caso de México) vía las reformas constitucionales.
Tiempo atrás, el presidente que trató de reelegirse fue Porfirio Díaz. No pudo, pero continuó como mandatario con el cuento del fraude político, además de tener como su guardaespaldas y ayudante al Ejército Mexicano. ¿Hoy el actual mandatario trata de hacer lo mismo?).
Como fuere, en México deberíamos tomar providencias, similar a Guatemala, donde (explica Aquino) “…además de la prohibición de reelección presidencial, la Constitución prohíbe igualmente que sean candidatos una serie de personas relacionadas con el presidente, incluyendo su esposa. En ese sentido el Artículo 186 inciso c) de la Constitución guatemalteca establece que “(…) No podrán optar al cargo de Presidente o Vicepresidente de la República: (…) c) Los parientes dentro de cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad del Presidente o Vicepresidente de la República, cuando este último se encuentre ejerciendo la Presidencia, y los de las personas a que se refiere el inciso primero de este artículo (…)”. Frente a estas circunstancias, el entonces presidente Álvaro Colón optó por divorciarse de su esposa, Sandra Torres, el 8 de abril del 2011 y proponerla como presidenta de la República, buscando así lo que algunos han calificado una especie de reelección conyugal. La candidatura de Sandra Torres no pudo prosperar ya que se rechazó su inscripción y los sucesivos recursos de amparo que ella elevó ante distintas instancias administrativas y judiciales, incluyendo el Tribunal Superior Electoral, la Suprema Corte de Justicia y la Corte de Constitucionalidad”.
Apenas se vivió el conflicto por la presidencia del vecino país y el ganador logró ser presidente, con muchas dificultades, pero ahí está.
¿Eso nos espera en México?
