Un Presidente Pequeñito

 ALBERTO F. MENA MALLEN

Conforme avanza la actual administración del dirigente morenista YSQ, nos hemos percatado de que elegimos a un presidente de México pequeñito, muy pequeñito, que nunca se dio cuenta de que el cargo es para gobernar a todos, no solo a sus compinches y seguidores y menos se percató de que, con el avance de los meses y años, muchos nos daríamos cuenta de que esto es una realidad. Tenemos a un candidato electo en el 2018 que nos mintió en el tamaño de su capacidad y de su encargo.

El tabasqueño, quiso encauzar a nuestro país a uno que se imaginó ideal para sus pretensiones, pero no para todos los mexicanos que confiamos, cuando emitimos nuestro voto, en sus promesas de que habría un cambio, pero nunca nos dimos cuenta de que ese dichoso cambio iba a ser solo para quienes lo idolatran y para tener a una cauda de borregos que le aplauden todo lo que dice y hace.

Nos ocultó sus miedos, sus engaños, sus odios, sus rencores, sus debilidades, las cuales se reflejan en sus decisiones y sus deseos de grandeza que lo achican ante la realidad y lo vemos oculto en Palacio Nacional, enrejado para evitar el contacto con los problemas de los mexicanos, como con los niños con cáncer, las mujeres, las madres buscadoras de los desparecidos, los maestros, con los grupos organizados que reclaman atención como sucede con los damnificados de Acapulco.

Su pequeñez se muestra en no atender a los reclamos de los necesitados, a quienes no ha volteado a ver, aunque presuma a diario que “primero los pobres”, que hasta la fecha se las ven negras con los gastos de la casa, ante una inflación que disminuyó, pero no lo suficiente para poder vivir en mejores condiciones. Sus apoyos económicos se diluyen ante estos hechos o ante los gastos para atender su salud.

En su imaginación cree que sus ideas son de primer nivel, de estadista, pero solo muestran la improvisación, la falta de moral por los proyectos que no se dan a conocer, que se esconden parta evitar que se conozcan sus “movidas” y la corrupción con impunidad, así como el gasto que se derrocha en obras que nunca serán las mejores y sobre las cuales solo busca que queden en el imaginario de la población como “fueron hechas por el mejor presidente de México”.

Recuerdo pláticas con políticos quienes afirmaban que si no hubiera gobierno en México, no pasaría nada, los mexicanos se encargarían de sacar adelante al país y todos viviríamos más felices y contentos que ahora, donde se presume que “todos estamos muy felices”, pero por palabras que se repiten constantemente sin volver atrás para ver el tamaño de la inseguridad que existe en el territorio nacional.

Su prisa por concluir sus obras faraónicas en su sexenio, demuestra su debilidad de carácter porque, primero, los protegió de los curiosos que desean información para conocer qué es lo que hace con el dinero público y decretó que eran de seguridad nacional lo que esconde la verdad de que no cuidó las formas al no conocerse los proyectos ejecutivos, los de medio ambiente, la viabilidad de las mismas y los sobrecostos, entre otras cosas.

Este tipo de obras se realizan con mayores tiempos de construcción, como sucedería con el aeropuerto de Texcoco que tenía un treinta por ciento de avance y que, al suspender las obras, se deben pagar enormes cantidades por los recursos que ya estaban comprometidos y que resultó un asunto mayor al Fobaproa.

Hay una frase que señala para no hacer las cosas apresuradamente, “no son enchiladas” y por ello, las actuales obras más parecen a un elefante reumático que prometió cambiar el obradorista, pero que hasta la fecha solo consume recursos públicos sin tener un costo beneficio para los mexicanos.

Su ego ha provocado que inaugure sus obras sin terminar, como ha sucedido con el Tren Maya, con la refinería Dos Bocas y ahora con su ocurrencia cumbre la “farmaciototota” que según él vendrá a acabar con la escasez de medicamentos en el sistema de salud pública, cuando las experiencias que se tienen en este sentido son de que no hay que poner los huevos en una sola canasta. La experiencia lo señala.

Poco a poco los mexicanos nos hemos dado cuenta de las barbaridades que se presentan en el país, lo que ha provocado el enojo de miles de ciudadanos que ya no ven con buenos ojos a YSQ y ejemplos sobran, como el hecho de que anteriormente sus viajes los realizaba en avión particular para presumir que estaba cerca del pueblo pero que, con el tiempo, estas ocurrencias no le dieron el resultado que quería porque los mismos pasajeros lo comenzaron a maltratar, a insultar.

Por ello, ahora prefiere viajar en aviones de lujo que tiene la Secretaría de la Defensa Nacional y también dejó atrás el Tsuru que cambió por camionetotas blindadas, de las que en pocas ocasiones se baja y menos los cristales para evitar que lo maldigan o le reclamen su nula acción a las atenciones de población afectada por muchas situaciones, como Acapulco, donde hasta los votos perderá Morena.

Hace muchos meses prometió que canalizaría recursos para evitar que a las vialidades de muchísimas ciudades del país se les hicieran más cráteres como sucede hasta ahora, donde, para transitar hay que bajar la velocidad y evitar desperfectos vehiculares que no paga el gobierno, sino los particulares. Dicha promesa quedó en el olvido.

Su actuación ha permitido que las criticas que se le realizan sean crueles y ofensivas, mismas que se explayan en las redes sociales con frases difíciles de digerir para su carácter que lo ha obligado a ser más radical en su actuación, principalmente frente a sus detractores, opositores y a muchos de quienes votaron por él el 2018, porque las mentiras que se contrastan con la realidad que vivimos, provocan este comportamiento ciudadano.

Por ello, hay que buscar a través de nuestro voto y participación echarlo de la presidencia para evitar que siga destruyendo a México un gobierno que se dice de izquierda, pero que cobra con la mano derecha y en “cash”.

fermallen@gmail.com

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