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Miguel Tirado Rasso
Eso sí, aclarando que, como dijo
el dirigente del partido oficial,
Mario Delgado, lo que más le gustó
es que dijeran que no venían por cargos.
Época de elecciones, tiempos de reacomodos y, si se trata de la presidencial, de arrepentidos, oportunistas con iniciativa, corta memoria y poca vergüenza. La nota en los diarios, apuntalada con una foto para el recuerdo de un pequeño grupo de ex priistas felices y sonrientes, hace referencia al anuncio de la creación de la Alianza Progresista por México, que un grupo de arrepentidos priistas, conformaron para sumarse a la campaña de la precandidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum.
Para justificar su decisión, algunos hablaron, como el ex gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, de encontrar “simpatía por la propuesta que tiene proyecto y plan y que propone la transformación de México, de la doctora Sheinbaum.” Otros dijeron identificarse con la ex jefa de Gobierno de la CDMX, como fue el caso del ex gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila. Adrián Rubalcava, alcalde con licencia de Cuajimalpa, se declaró “soldado” a las órdenes de la precandidata.
Forman, también, parte de esta alianza, los senadores Nuvia Mayorga y Jorge Carlos Ramírez Marín, ahora militantes del PVEM, además de una veintena de representantes populares y dirigentes locales que decidieron abandonar al tricolor, aquí sí, por mejor convenir a sus intereses políticos, aunque no lo quieran reconocer.
Varios de estos personajes, si no es que la mayoría, hasta hace pocos meses, eran activos militantes del partidazo, y en esa calidad aspiraban a obtener la candidatura para un cargo de representación popular. Desde competir por la presidencia de la República, caso de Alejandro Murat; por una gubernatura, como Jorge Carlos Ramírez Marín o la jefatura de gobierno de la capital del país, en el caso de Adrián Rubalcava, hasta alguna presidencia municipal o un lugar en el Legislativo.
Y, aunque en su conferencia de prensa, los disidentes priistas fueron insistentes en dejar claro que su motivación no tenía nada que ver con la búsqueda de un cargo, ni los movían intereses personales, a decir de la senadora Mayorga, resulta curioso que hasta que su proyecto político se frustró, porque el partido de su vida no los respaldó con una candidatura, se dieron cuenta de que la candidata presidencial morenista era la mejor opción; su propuesta de programa de gobierno, el más conveniente, y la transformación, el modelo ideal para el futuro del país.
Para Morena resulta útil la deserción pública de estos ex priistas, y les da la bienvenida. Eso sí, aclarando que, como dijo el dirigente del partido oficial, Mario Delgado, lo que más le gustó es que dijeran que no venían por cargos. Por su parte, la doctora Sheinbaum, descartó que estos personajes tengan asegurados puestos o nombramientos y que, en su momento, se analizará si hay posibilidad de incluirlos en algunas labores. Esto lo sabe bien el senador Ramírez Marín, quien abandonó el PRI al no ser designado candidato a la gubernatura de Yucatán, pensando que en el PVEM apoyarían su proyecto, lo que no sucedió.
A estos ex priistas, se les olvidó que parte de la transformación consiste, precisamente, en la destrucción de instituciones y desaparición de organismos y programas creados por el PRI, a lo largo de su historia en el gobierno, y que ellos promovieron y respaldaron cuando ocupaban altos cargos, apoyados por el tricolor.
Afirmar que simpatizan con la propuesta de la candidata de Morena, porque “tiene proyecto y plan”, quiere decir que están de acuerdo con las medidas draconianas que en Palacio Nacional llevan a cabo afectando nuestro sistema democrático y nuestro régimen de división de poderes, porque la propia candidata afirma, en su discurso de campaña, que su proyecto es construir el segundo piso de la 4T. Esto es, más de lo mismo.
Quizás lo único que puedan conseguir estos migrantes políticos sea un manto protector sobre su pasado.
Diciembre de 2024