A casi tres décadas del ‘error de diciembre’: así se vivió en México la devaluación de su peso

Deudas impagables, millones de empleos perdidos y un México convulso política y económicamente hablando. Sputnik rescata la mirada de los ciudadanos de a pie que se vieron afectados por lo que las mismas autoridades llamaron «el error de diciembre» de 1994, además de analizar sus causas y consecuencias.
«De un día a otro, la vida cambió», dice Cinthia Barraza, quien en diciembre de 1994 tenía apenas 12 años, pero cuya vida se vio trastocada por la crisis económica que llevó al peso mexicano a una devaluación histórica con secuelas que se siguen viviendo hasta hoy en día.
Si bien el 20 de diciembre es recordado como el día «N» de la crisis económica más profunda que México haya vivido en su historia moderna —debido a que fue ese día el entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Jaime Serra Puche, devaluó la moneda de 3,50 a 6,50 pesos por dólar—, la crisis en el país no comenzó aquel día.

1994, un año que marcó al país

Mientras que la cúpula política festejaba en la capital mexicana la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el sur, en el estado más pobre del país, se levantaba en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyos integrantes le declararon la guerra al Gobierno federal y alzaron la voz en contra de la implementación de un modelo económico neoliberal que dejaba de lado a los más vulnerables.
«Somos producto de 500 años de luchas: primero contra la esclavitud, en la guerra de independencia contra España encabezada por los insurgentes, después por evitar ser absorbidos por el expansionismo norteamericano», comenzaba la Primera Declaración de la Selva Lacandona, con la que el EZLN hizo su aparición pública. Fue el primer golpe de aquel año, lejos de ser el último.
El segundo llegó el 23 de marzo de ese mismo año, cuando el entonces candidato a la presidencia de México por el entonces hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue asesinado de un tiro en la cabeza durante un mitin en Tijuana.
Tan solo un par de meses después, el 24 de mayo, también fue ejecutado el entonces cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara, Jalisco; y el 28 de septiembre de ese mismo año sucedió lo mismo con Juan Francisco Ruiz Massieu, quien por aquellos días fungía como secretario general del partido en el poder, el PRI.

«Todo esto metió demasiada incertidumbre al mercado»

«1994 acumuló una serie de eventos políticos que, en lugar de darle estabilidad al país, pues le metieron las incertidumbre y más riesgo en lo que se estaba emitiendo como deuda e instrumentos financieros», asegura la académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). «Todo eso metió demasiada incertidumbre al mercado».
Y es que tal convulsión política, añade Valdez, comenzó a hacer merma dentro de los inversionistas que, aprovechando el tipo de cambio de aquellos días, optaron por adquirir deuda bajo un esquema bastante atractivo.
«Entonces en este sentido llegamos a una estructura en donde primero tenías que pagar los compromisos y no teníamos dinero; dos, teníamos en puerta el cambio de poder, con un presidente que no daba mucha certeza de mantener las condiciones en la misma estructura que se había operado, y tres, las tasas de interés en Estados Unidos empezaron a moverse», añade.
Todo esto generó que para diciembre de aquel año no se pudiera mantener el tipo de cambio como se venía manejando, lo que generó una libre flotación, además de que el Gobierno mexicano no fue claro sobre la verdadera cantidad de reservas internacionales del país.

Adiós a la bonanza

Si bien los primeros años de la década de 1990 fueron de opulencia para ciertos sectores de México, país que por aquellos años registró uno de sus niveles más bajos de pobreza, tras el llamado error de diciembre, como se llamó a la evaluación de ese mes, millones de personas perdieron sus empleos y sus patrimonios, pues las deudas prácticamente se triplicaron.
«La hipoteca de mi departamento y la mensualidad de mi carro se fueron al cielo», narra en entrevista con Sputnik Maricela González, quien en aquel fatídico año era servidora pública, lo que le permitió sostener por algún tiempo sus cuentas.
Pero no todos corrieron con la misma suerte. A sus 12 años, Cinthia Barraza vivía en el seno de una familia de posición acomodada. Sus dos padres trabajaban como recepcionistas en un hotel y sus ingresos les dieron la oportunidad de adquirir un departamento nuevo a principios de 1994.
«No había lujos, pero vivíamos bastante bien», recuerda en charla con este medio. Sin embargo, ese estilo de vida cambió completamente tras el anuncio de la devaluación del peso, pues sus dos padres perdieron su empleo y, a pesar de que intentaron salvar su patrimonio, les resultó imposible.
Andrea Lezama comparte con Sputnik que en 1994 sus padres, quienes habían adquirido una casa en el estado norteño de Chihuahua, se vieron en la necesidad de traspasar su inmueble debido a que la deuda se volvió completamente impagable.
«Trataron de salvar la casa, pero, por ejemplo, un día que estaba viendo la tele llegó mi papá y dijo: ‘no hay para la luz’, entonces se la llevó para venderla, y así con todas las cosas que teníamos. Y ya cuando no teníamos ni para los servicios, pues traspasaron la casa y literalmente nos quedamos en la calle», recuerda.
La familia se tuvo que mudar a un cuarto que les prestaron. El lugar no tenía separaciones, cocina, ni calentador de agua. «De verdad mis papás nunca se recuperaron de eso porque se volvió muy complicado para mi papá tener trabajos estables (…) Fue un chingadazo en ese momento y también varios años después».
Para 1992, en el país había alrededor de 18,6 millones de personas en situación de pobreza alimentaria, que es la insuficiencia del ingreso para adquirir la canasta básica, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar exclusivamente para la adquisición de estos bienes; para 1994, la cifra fue de 19 millones y en 1996 se elevó a 34,7 millones.
En cuanto a pobreza de patrimonio, que se entiende como la insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios, la cifra en 1992 fue de 46,1 millones de mexicanos en esta situación.
En 1994 fue de 47 millones y en 1996 se elevó a 64 millones. Con base en cifras del Coneval, al país le llevó más de una década volver a tener menos del 50% de su población en situación de pobreza patrimonial.(Sputnik)
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