Juntas Inútiles

Yo Campesino

 

  •      Presume Ganso Reuniones de Seguridad en Mañanera, Pero Delincuencia Sigue Impune

 

MIGUEL A. ROCHA VALENCIA

 

Miente el ganso una vez más cuando afirma que la matazón en Texcaltitlán es la excepción y no estaba enterado de que ahí el crimen organizado tenía sometidos a los agricultores, el propio Luis Cresencio Sandoval se lo informó hace tres años y lo peor, sabe el inútil de Palacio que es una práctica recurrente en la mayor parte de territorio nacional y es uno de los principales generadores de violencia.

Y como le dijo en su cara una reportera, de qué sirven sus reuniones de seguridad de todos los días si con ello no se resuelven los problemas de inseguridad que ya cobraron 175 mil asesinatos y los desaparecidos superan los 47 mil en lo que va del sexenio y obligan a millones de mexicanos a vivir en el miedo y hasta pedir permiso a criminales para trabajar, transitar o buscar a sus muertos.

La esperanza fallida en el pavorreal tabasqueño quien presume su popularidad y “logros” se resume en el fracaso más estrepitoso y trágico ya que a pesar de contar con los elementos a la mano para solucionar el grave problema de inseguridad en el país que lo superó o acaso él mismo forma parte de él por incapacidad o complicidad, no pudo o no quiso hacerlo.

Porque el crimen organizado no se reduce a la producción, importación, tráfico y venta de drogas sino al control por las armas de actividades productivas, sociales, económicas y hasta políticas-electorales.

El poder del crimen no tiene medida, es tan grande que supera a una autoridad torpe, reactiva y cómplice como sucede en las entidades: Estado de México, Michoacán, Guerrero, Sonora, Chiapas, Zacatecas, Colima, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Baja California, Tamaulipas, Oaxaca, Quintana Roo y la propia Ciudad de México entre otros Estados donde el “renteo” a empresarios, agricultores, ganaderos, comerciantes, profesionales, taxistas, turisteros, lancheros, restauranteros, bodegueros, antreros, transportistas y toda actividad, están bajo asedio criminal.

Ni qué decir de políticos donde hay distinguidos gobernadores, senadores, diputados, presidentes municipales y demás que pagan su cuota en especie, posiciones, empleos o concesiones, de lo que no escapan quienes participan en comicios electorales donde hay secuestros, amenazas, imposiciones, robo de urnas o inducción al voto bajo la amenaza de  las armas.

Eso ya existía, los comerciantes del Centro Histórico de la misma Ciudad de México podrían decirlo y lo mismo que los prestadores de servicios y vendedores de Taxco, Acapulco, Vallarta, Cancún, Guasave, San Cristóbal de las Casas, Tequesquitengo, Acapulco, Morelia o cualquier otra ciudad del país donde el pago de piso se hace en especie o efectivo y se cobra peor que el SAT porque acá la violencia se vuelve expedita.

Todo eso lo sabe el mesías tropical como supo en su momento lo que ocurre en la zona sur del Estado de México y sus colindancias con Guerrero y Michoacán donde no se registra la primera matanza que ocurre. Ahí es un foco de desapariciones forzadas y donde como en el Norte, las fosas clandestinas son lo cotidiano. Si no hay cadáver, no hay queja, no hay averiguación. Simplemente se desaparece.

El crimen organizado no es, como da a entender el ganso, que con el consumo de drogas va a desaparecer. Sus empresas se diversificaron gracias a la impunidad de que gozan, por eso el cobro de piso y los impuestos a las producciones, al comercio y el “secuestro” de obra de muchos municipios del país.

También eso lo saben en la secretaría de la Defensa Nacional, se lo exponen al tlatoani todos los días, pero de nada sirve pues en vez de actuar contra esa delincuencia que ahoga a millones de mexicanos, prefieren armar el guion de la mañanera para el lucimiento de la chachalaca incluyendo a los “reporteros” que van a saltar en auxilio del patrón cuando un periodista real lo acorrala con datos que obviamente no son los oficiales.

Esto último es más importante que el país, tiene mayor relevancia porque permite al profeta cuatrotero mantener su popularidad, verse como el centro de la agenda nacional mientras el país se desangra y se entrega a la criminalidad que todos los días y no sólo unas cuantas horas como las mañaneras, golpea a los mexicanos en las calles, en sus casas, el campo, empresa, changarro, oficina o carretera.

Los “otros” intentaron frenarlo, se dijo que, si no se hacía, tendríamos un estado narco. El machuchón de hoy, ni siquiera lo intentó.

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