David Martínez
Tras dos elecciones (las primarias de los partidos y una elección constitucional), la contienda presidencial argentina se dirige ahora a la segunda vuelta, en la que los dos candidatos más votados (el peronista Sergio Massa y ultra liberal Javier Milei) competirán por liderar un país que se ha abierto en dos extremos.
- ¿Ese es el cambio que se quiere? No se sabe. Milei partía como claro favorito, y algunos integrantes de su campaña predijeron que podría ganar las elecciones desde la primera vuelta. Sin embargo, obtuvo casi exactamente el mismo porcentaje de votos que en las elecciones primarias. Transformar de manera radical y, parece, rápida un país tan grande no ha sido bien visto. En términos del discurso político de Milei, habría que decir que a esa oferta le hace falta una fuerte demanda. El propio candidato pareció reconocerlo cuando en su discurso post-electoral habló sobre buscar acuerdos con el espacio de Mauricio Macri. ¿Lo logrará? Está por verse, pero la sensación es de que ha tocado techo y de que mucho de sus dichos fueron producto de la fanfarronería.
- No está muerta la política tradicional. El peronismo ha ganado nueve de las últimas 12 elecciones presidenciales libres: tiene una poderosa maquinaria política, ñoquis como le llaman los antis. Ante el miedo que sintieron, ese tercer lugar en las primarias, sacaron músculo. Un dato importante: la participación general aumentó desde agosto en ocho puntos porcentuales. No está claro si esa distancia hubiese sido mayor si Sergio Massa no hubiese compartido el tiempo de campaña con el cargo de Ministro de Economía. ¿Qué tanta imaginación puede tener un candidato al estar encadenado todavía a la burocracia?
- Las paradojas de la economía impactan en la política. La pobreza aumenta en el país del profesor Sarmiento, ese que alguna vez fue el granero del mundo. La inflación se acerca al 140 por ciento y el valor del peso argentino se desploma. Este caos económico le ha dado a Milei una posibilidad real a la presidencia, a pesar de su inexperiencia, pero algunos economistas temen que sus propuestas de políticas, (dolarizar un país sin dólares y sin chance de obtenerlos) perjudiquen aún más a una economía ya en la sala de urgencias. Ahora bien, Massa lleva más de un año al frente de la economía argentina y sus propuestas son más o menos similares a las que han dejado al país al borde del precipicio. Aparece aquí la paradoja: el encargado de salvar la democracia es uno de los responsables de hundir la economía.
- El partido de Macri no ha terminado. Las próximas cuatro semanas serán una pelea por los votantes del partido del expresidente Mauricio Macri. Parte de su coalición (la centenaria Unión Cívica Radical) se siente más cómoda con el peronismo, pero está claro que la otra parte se arrojará a los brazos de Milei. Son más o menos seis millones de votos … que algo tendrán que decir. ¿Qué le pedirán a cada candidato? Es más, no está claro si todos querrán negociar.
- No se acaba hasta que se acaba. Se mire por donde se mire nadie tiene garantizada la victoria en la segunda vuelta. Tanto Massa como Milei van a tener que patearse las plazas, los pueblos y los platós de televisión. El clima social es muy raro. No se mentiría al decir que existe un sentimiento antiperonista muy extendido, tras años de escándalos de corrupción y crisis. Que el candidato, además, sea Ministro de Economía … También es cierto que Argentina lleva mucho tiempo resistiéndose a cambios profundos en su diseño. Pero la oferta radical y extremista puede ser demasiado y no cabe duda de que pone en riesgo a propia viabilidad del país. Se entra en un periodo de moderación, en donde habrá que abrir puertas a quienes ya se quedaron en el camino . Queda mucha campaña por delante.
David Martínez es politólogo e internacionalista.