Tres Mujeres y una Guerra
HORACIO ARMANDO HERNÁNDEZ OROZCO
“Inch’Allah”, película franco canadiense, dirigida por Anaïs Barbeau-Lavalette; con la actuación de Évelyne Brochu (Chloé), Sivan Levy (Ava), Sabrina Ouazani (Rand), Yousef Sweid (Faysal), Hammoudeh Alkarmi (Safi) y Carlo Brandt (Michael); fue estrena el Festival Internacional de Toronto de 2012.
Chloé es una joven doctora canadiense que se ocupa de mujeres embarazadas en una clínica improvisada en un campo de refugiados de Cisjordania; ahí conoce a Rand, una joven palestina que está esperando a su primer hijo, pero el conflicto bélico hará añicos su neutralidad como médica.
IR Y VENIR
El campo de refugiados donde trabaja Chloé se ubica en Ramallah (Ramala), pero ella vive en Jerusalén, así que todos los días cruza la frontera para llegar a su trabajo.
La cinta muestra lo que para la gente que vive en frontera es habitual y común: el cruce por garitas; la protagonista debe enfrentarse a diario a los controles migratorios; el cruce de Israel a Palestina no es gran problema, pero para ir de Cisjordania a Jerusalén es complicado, pues muchos palestinos van a trabajar, y aunque no tengan la intención de quedarse a vivir allá, siempre les será difícil ese cruce; para Chloé le resulta sencillo, pues tiene pasaporte canadiense, y ello le facilita cruzar la frontera sin mayor percance.
En 2022 existían 12,000 permisos para trabajadores palestinos para emplearse en zonas ocupadas por Israel, y se estima que en sus diversas fronteras había un flujo diario de 2000 a 3000 personas, que es un número considerable, aunque por lejos de la cantidad de gente que transita la Garita de Tijuana-San Ysidro.
Según datos de la Administración de Servicios Generales (GSA por sus siglas en inglés), por este punto cruzan a diario rumbo a Estados Unidos más de 20 mil personas, y poco más de 70 mil vehículos, lo que significa que al año 7 millones 300 mil peatones y 25 millones 550 mil automóviles estarían movilizándose por esta frontera que, además, es el principal motor económico para la zona de San Diego-Tijuana.
NI CONTIGO
NI SIN TI
Chloé tiene amistad con una vecina en el mismo edificio llamada Ava, una joven israelí que trabaja como soldado en la frontera, en plena zona de conflicto de guerra; y a medida que pasa el tiempo, la doctora entabla una relación muy sólida con una de sus pacientes, Rand, y con todos los miembros de su familia.
Ava representa la visión israelí a la difícil situación cotidiana del conflicto entre Palestina e Israel, pero la perspectiva árabe llega de la mano de Rand, así como de su hermano mayor Faysal, un fervoroso resistente.
El transitar entre estos dos mundos lleva a la protagonista a un conflicto interno, no sabe cómo actuar ante ciertas circunstancias o qué opinar; ve las injusticias de un lado, pero también las justificaciones que se dan.
Michael, el jefe de Chloé, un médico francés mayor de edad, le aconseja y hasta le exige que no tome partido por ninguno de los bandos. Su propia amiga Ava le dice: “No es tu guerra”; mientras Faysal, parece indicarle que no tomar partido significa mostrarse indiferente ante lo que ocurre a su alrededor.
Hay quien piensa que es poco ético que un médico tome partido, pero la trama sugiere que es realmente imposible no hacerlo cuando se enfrenta a la realidad cotidiana en ambas partes.
LA BARRERA
En el lado de Cisjordania hay un enorme basurero pegado a un gran muro de concreto de seis metros de altura, ahí muchos de los niños se dedican a recoger plásticos u otras cosas a las cuales puedan darle un segundo uso; Yasser, de escasos 14 años, es líder de estos niños, y militares israelíes lo atropellan causándole la muerte.
Este evento es presenciado por Chloé, que al igual que otra gente se indigna de lo sucedido, y para los palestinos un mártir es un héroe.
Safi, el hermano pequeño de Rand, un niño destruido por la guerra, presenta cierto autismo, aunque es posible que sea una autodefensa contra esa lucha fratricida; este pequeño, con capa roja, sueña con cruzar las fronteras volando.
La Barrera israelí de Cisjordania se extiende aproximadamente en un 20% a lo largo de la llamada Línea Verde y el 80% restante en territorio cisjordano, adentrándose en el mismo hasta 22 kilómetros en algunos lugares, con el fin de incluir asentamientos israelíes densamente poblados; cuando esté terminada, el 10% del territorio cisjordano aproximadamente quedará en el lado israelí de la barrera y será aislado del resto de Cisjordania.
El proyecto final estima su longitud total en 721 kilómetros.
Es un proyecto muy polémico que ha generado críticas contra el Gobierno israelí por parte de distintos organismos como Naciones Unidas y organizaciones pro derechos humanos, así como una opinión consultiva emitida en 2004 por la Corte Internacional de Justicia que declaraba su ilegalidad e instaba a su total desmantelamiento.
Hay una secuencia en la cinta que muestra como Chloé logra llevar a toda la familia de Rand a lo que había sido la casa de infancia de su madre, en el actual territorio israelí, pero Faysal indignado, la acusa de no entender la injusticia por la que ha atravesado su familia, al perder ese territorio.
El conflicto palestino-israelí enmarca el contexto de la historia, pero está la vida una mujer extranjera Chloé, que no puede ser un simple testigo de los sucesos que le afectan; la vida de Rand, una joven palestina, extrovertida, positiva y alegre, pese a que su vida no es fácil, está embarazada, trabaja a sol y sombra, su marido se encuentra encarcelado en espera de una sentencia, pero siempre mantiene su buen humor y está abierta a la cultura occidental; y la vida de Ava, esa joven israelí, aparentemente la más equilibrada y ecuánime, pero se quiebra al hablar por teléfono con su madre para informarle que se encuentra con vida después del estallido de una bomba, que por desgracia se hace habitual para la gente de la zona, aunque impactante para el espectador.
La película cumple con su cometido, muestra el impacto humano del conflicto sin tratamiento de la violencia, los disparos son ecos lejanos, las bombas estallan en elipsis, las muertes son gotas rojas; la desgracia del conflicto es lo que se siente, pero no se ve.
Hay breves, pero profundos diálogos, hay metáforas conmovedoras e historias para resaltar la vida y puntos de vista de las mujeres en el contexto del conflicto entre Israel y Palestina; y al final, para el propio espectador le será difícil no tomar partido.
Chloé convive con Rand y con Ava, y ellas lo saben, esta joven extranjera demuestra que con voluntad se puede convivir entre palestinos e israelitas.
A Rand le toca dar el mensaje final y todo indica que, en un conflicto eterno, la única alternativa es creer que los seres queridos puedan reencontrarse en el más allá, y a esto dice Inch’Allah; de este término árabe proviene la palabra ojalá que significa Quiera Alá o Quiera Dios.
Así que, Inch´Allah y algún día este conflicto acabe.
Espero que así lo desee nuestro amable lector…