POR ARGENTUM
Como están las cosas en el país, cualquier cosa podemos esperar. Hace pocos días dos supuestos extraterrestres fueron los asistentes especiales y distinguidos en el congreso federal. El promotor del espectáculo fue Jaime Maussan, conocido amante de buscar, con su mente, seres de esta y otras galaxias; convencido de las aventuras de largo alcance como convertirse en anfitrión de seres de otros mundos que viajan varias vidas para venir a la Tierra a turistear y a ver, de cerca, qué hacemos y cómo nos portamos.
La visita de esos extraños seres cuyos cuerpos estaban disecados, sonó más a un distractor para que la gente aparte sus miradas de los delicados asuntos que están ocurriendo en el país; y poner en el centro de las discusiones banales temas sin ningún sustento científico, como compartir nuestra casa con alienígenas, algunos de los cuales hasta pueden estar disfrazados de humanos.
A no pocos les extrañó que los legisladores se prestaran para avalar las opiniones de Maussan sobre la autenticidad de un par de figuras momificadas, que trató de sustentar con opiniones de instituciones serias y reconocidas en materia de investigación de casos extraordinarios como el que nos ocupa.
Maussan involucró la opinión de un militar estadounidense, mismo que en cuanto se enteró de los comentarios del promotor del espectáculo, inmediatamente se deslindó. Lo mismo ocurrió con una de las áreas de la Universidad Autónoma de México. En pocas palabras el conocido ufólogo y empresario, se quedó colgado de sus fantasías intergalácticas.
Hasta este momento, la ciencia no puede asegurar que exista vida extraterrestre al menos parecida a la humana que existe en la Tierra.
De acuerdo a la exploración espacial, científicos coinciden que de existir vida en los universos más cercanos incluyendo al que pertenecemos; el planeta más próximo donde podría haber algún tipo de vida humanoide, sin que se tengan evidencias, estaría a una distancia de 800 años luz. Es decir, si una nave tripulada o no saliera en este momento de aquel planeta, estaría llegando a la Tierra dentro de 800 años siempre y cuando viaje a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo.
En un juego de hipótesis, podría suponerse que cualquier ser extraterrestre que deseara venir a la Tierra, debería considerar regresar vivo a su planeta 1,600 años después de emprender su viaje. Por lo tanto, se estimaría que tendrían una vida de más de dos mil años para venir y regresar con vida.
Hay otro detalle. Si es que se alimentan de algo, pues de eso tendrían que cargar la nave con alimentos para casi dos mil años, porque no podrían alimentarse con lo que comemos los humanos en la Tierra, por obvias razones.
Aparte del espacio que ocuparían los alimentos, necesitarían otros para los ocupantes que tendrían que ser varios, por si alguno o algunos murieran. Con ellos viajaría un médico para estar al pendiente de la salud de los raros paseantes.
El combustible o la energía que almacenaran para mover a la nave, necesitaría espacio para los tanques o las pilas que requirieran.
A esto hay que agregar una curiosidad más: ¿Venir a la Tierra para andarse escondiendo de los humanos, toda vez que no existen evidencias de apariciones públicas? ¿Si son tan inteligentes y desarrollados mentalmente, por qué no optan por un contacto más directo y más cercano con los humanos, en lugar de andar jugando a las escondidas, y explicarnos el motivo de su larguísimo viaje?
Planear un viaje de 800 años luz, por el motivo que sea, al “despegar” de su planeta eran unas las condiciones en la Tierra. 800 años después por supuesto que serían otras, y muy diferentes. Al llegar a la Tierra encontrarían seguramente otra cosa, no precisamente la que esperaban encontrar.
Mientras tanto, ya nos dimos cuenta que les llama la atención a los legisladores es andar en el espacio.